Adán, el primer hombre, desobedeció el mandato de Dios en el que le dijo que el día que comiere del árbol de la ciencia del bien y del mal, ciertamente moriría. Como resultado de su desobediencia, Adán y sus descendientes llegaron a ser pecadores y por ende no podían continuar teniendo vida eterna. ...
En el curso de la vida, eventos y argumentos incomprensibles toman lugar entre esposos y esposas, entre los padres y sus hijos, y entre amigos. En tales momentos, en lugar de insistir en que sólo lo que usted siente en su corazón y en su pensamiento sea correcto, si usted se colocara en los zapatos del otro individuo, los motivos de discusión y de desacuerdo se volverían comprensibles. Como el trasfondo cultural, el grado de educación y conocimiento, y el tipo de crianza varía de una persona a otra; cambiar el corazón y el punto de vista de alguien, y el permitirse a si mismo percibir los motivos o argumentos provenientes de las circunstancias de la otra persona, le permitirá ser más comprensivo e incluso más piadoso. Cuando nosotros llegamos a poseer una gran amplitud de mente por lo cual podamos primero ser considerados y ajustarnos nosotros mismos a los demás, en lugar de desear que otros hagan esto antes que nosotros, nuestras vidas serán llenadas con toda clase de personas y de esta forma enriquecidas desmesuradamente.
“…con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor…” (Efesios 4:2)
~ De la columna del Rev. Dr. Jaerock Lee “El Camino” publicada en el periódico, The Hankook Ilbo