Adán, el primer hombre, desobedeció el mandato de Dios en el que le dijo que el día que comiere del árbol de la ciencia del bien y del mal, ciertamente moriría. Como resultado de su desobediencia, Adán y sus descendientes llegaron a ser pecadores y por ende no podían continuar teniendo vida eterna. ...
Un hijo recibió de su padre la parte de su herencia por adelantado, se fue lejos a vivir en un país distante en una vida de libertinaje, y finalmente se convirtió en un indigente. Cuando la hambruna atacó aquel país, el hijo se volvió tan pobre que no podía siquiera encontrar los recipientes donde se alimentaban los cerdos para llenar su estomago. Arrepentido y humillado, regresó a su padre quien había estado esperando por el regreso de su hijo día y noche, y al verlo llegar, "Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó", y celebraron con un becerro engordado (Lucas 15:20-24). Este es el corazón de Dios Padre. Él valora un alma más que el universo entero, abraza cuando un hijo se arrepiente y se vuelve de sus caminos pecaminosos, y le muestra Su amor y Su perdón infinitos.
"Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia"...
~ De la columna "El Camino" del Rev. Dr. Jaerock Lee publicada en el periódico The Hankook Ilbo