Amor perfecto
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Julio 28, 2013 |
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“El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará... Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:8-13 LBLA).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
Cuando usted vaya al Cielo, si pudiera llevar algo con usted, ¿qué le gustaría llevar? ¿Qué tenemos que es digno de llevar? En el Cielo, los caminos por los que caminará son de oro puro. Además, Dios comprende el corazón de sus amados hijos y prepara sus casas celestiales que están hechas de oro y joyas preciosas y hermosas, y piedras preciosas que no pueden ser comparadas con nada en la Tierra. Por lo tanto, no tiene que tomar oro o joyas con usted cuando vaya al Cielo. Sin embargo, hay una cosa que debemos tomar de este mundo para compartir el amor con Dios. Esta es el amor espiritual que es cultivado en nuestros corazones mientras estamos viviendo en este mundo.
1. El amor que es valioso por siempre, incluso en el Cielo
1 Corintios 13:8-10 dice: “El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará”. Las profecías, las lenguas y el conocimiento sobre Dios son cosas espirituales, pero ¿por qué van a ser desechadas en el Cielo? El Cielo es un reino espiritual y es un lugar perfecto. Incluso si profetizamos en este mundo es completamente diferente a entender todo lo que ocurre en el reino celestial en el futuro. Podremos comprender claramente el corazón de Dios y del Señor en el Cielo, por ello ya no necesitaremos profecía en el Cielo. Lo mismo sucede con las lenguas. Cuando nos comunicamos con otras personas que hablan en otros idiomas, se suscitan dificultades el momento de la comunicación. No obstante, en el Cielo solo existe un lenguaje. Por ello, no hay necesidad de preocupación por falta de entendimiento. Debido a que el buen corazón se transmite tal como es, no puede haber ningún malentendido o prejuicios. Lo mismo sucede con el conocimiento. Cuando vivimos en este mundo aprendemos diligentemente la Palabra de Dios. Aprendemos cómo podemos ser salvos y cuál es la voluntad de Dios, pero es el conocimiento el que nos permite ir al Cielo y es solo una pequeña parte del conocimiento. Como mencioné anteriormente, la profecía, las lenguas y el conocimiento son necesarios temporalmente en la Tierra para entrar al Cielo a pesar de que pertenecen al espíritu. Por consiguiente, es importante conocer la palabra de verdad y conocer acerca del Cielo, no obstante, es más importante cultivar el amor. Solo cuando de manera diligente circuncidemos nuestro corazón y alcancemos el amor, podremos entrar en el reino de los cielos y vivir allí felizmente y para siempre.
2. El amor que se sentirá perfectamente en el Cielo
En 1 Corintios 13:11 leemos: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño”. En el Cielo no existen las tinieblas, la preocupación o la ansiedad, sino que solo hay bondad y amor. Por lo tanto, podemos expresar nuestro amor a plenitud en el Cielo. El mundo natural y el mundo espiritual son totalmente diferentes. Incluso en este mundo, de acuerdo a la medida de la fe, cada individuo habla, entiende y piensa de manera diferente. En 1 Juan 2, cada uno de los niveles de fe es como un ‘niño pequeño’, ‘un niño’, ‘un joven’ y ‘un padre’ respectivamente. Aquellos que se encuentran en el nivel de un niño en la fe, son como un ‘niño’ en el espíritu. Además, su entendimiento es como el de un niño, por lo tanto no pueden comprender las cosas que son profundamente espirituales y poseen poca fuerza para practicar la Palabra. No obstante, cuando se convierten en jóvenes y padres, el nivel de sentir el amor de Dios será diferente. Ellos tendrán grandes habilidades para practicar la Palabra de Dios y podrán obtener la victoria en contra del poder de las tinieblas. Sin embargo, aunque alcancemos la fe del padre en esta Tierra, podemos decir que aún somos como niños en comparación con el momento en que entramos en el reino celestial. Es debido a que tenemos limitaciones físicas en este mundo. En la medida que creamos y tengamos esperanza por el Cielo, mientras vivimos en la Tierra, sabemos cuán hermoso es el Cielo. No obstante, no es tan fácil poder comprender a la perfección cuán hermoso y glorioso es el Cielo. Cuando alcancemos el Cielo, nos daremos cuenta del reino espiritual que es un espacio ilimitado y misterioso, y comprenderemos los principios de todas las cosas del reino espiritual. Nuestra vida sobre la Tierra es un tiempo de preparación para la eterna vida celestial. Este mundo pasa muy rápidamente, ya que es como una sombra en comparación con el eterno reino de los cielos. Esta vida es como una sombra y es justo lo que nos permite comenzar a imaginar el mundo eterno, pero esta vida nunca es eterna. Luego de que esta vida, que es como la sombra, llega a su fin sobre la Tierra, la verdadera entidad de la sombra será claramente revelada. En 1 Corintios 13:12 dice: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”. Cuando el apóstol Pablo escribió este capítulo acerca del amor espiritual, fue aproximadamente 2 000 años atrás. En ese entonces un espejo no era tan claro como los de la actualidad, porque ellos esmerilaban y pulían la plata, el bronce u otros metales de manera imperfecta, para que reflejara la luz y las imágenes. Cuando el reino eterno, el mundo perfecto venga, podremos sentir el reino espiritual directamente en el mismo reino de los cielos. Podremos ver de forma clara cada detalle del reino y sentirlo de modo directo, por ello la vida será completamente diferente. Podremos sentir de manera viva la grandeza y genialidad de Dios. Él es la hermosura inexpresable, en Sí mismo.
3. Entre la fe, la esperanza y el amor; el mayor de ellos es el amor
La fe y la esperanza son de gran valor para incrementar nuestra fe. Podemos ser salvos e ir al Cielo solo cuando poseemos fe. Podemos convertirnos en hijos de Dios solo mediante la fe y, si tenemos fe, es natural que también tengamos esperanza. Con esto, podemos tomar el asimiento de los mejores lugares de morada en el Cielo, tratar de ser santificados y trabajar fielmente para el reino de Dios. Como ya he explicado, la fe y la esperanza son necesarias hasta llegar al reino de los cielos. Ahora, ¿por qué 1 Corintios 13:13 dice: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”? Primeramente, la fe y la esperanza son necesarias solo cuando estamos recibiendo el cultivo de la humanidad sobre la Tierra. En el Cielo, solo el amor espiritual existe entre estos tres. Si usted posee fe verdadera y ama a Dios, su esperanza por el Cielo será cada vez mayor a medida que pase el tiempo y en la medida que su fe crezca. Usted extrañará al Señor cada vez más mientras pasa el tiempo. Aquellos que tienen esperanza por el Cielo no dicen: “Esto es demasiado. Estoy sufriendo”, incluso si están caminando por el camino estrecho y duro en esta Tierra. Ellos no seden a cualquier tipo de tentación. No obstante, cuando llega a su destino final, el Cielo, usted no necesita fe, que consiste en creer lo que no se ve, y tener esperanza por más tiempo. Solo el amor permanecerá en el Cielo. Es por eso que el ‘amor’ es el mayor de todos. En segundo lugar, puede poseer el Cielo con fe, pero no puede ir al lugar de morada más hermoso en el Cielo, que es la Nueva Jerusalén, si no posee amor. En la medida que actuamos con fe y esperanza, podemos ingresar a una mejor morada en el Cielo. La fe espiritual es dada en la medida que vivimos de acuerdo a la Palabra de Dios, nos despojamos de los pecados y alcanzamos un corazón hermoso. Y de acuerdo con esta medida de fe nuestra morada celestial se decidirá entre el Paraíso, el primero, segundo y tercer reino de los cielos y la Nueva Jerusalén. No obstante, la Nueva Jerusalén es dada a los hijos de Dios que han alcanzado el amor perfecto con fe, y eso es la pureza del amor. Para poder asemejarnos al Señor y morar en la Nueva Jerusalén debemos seguir las huellas del Señor. Su camino es el amor. Solo cuando poseemos este amor podemos asemejarnos al Señor al cultivar los nueve frutos del Espíritu y las Bienaventuranzas en nuestros corazones. De esta manera, cuando tenemos fe podemos ir al Cielo y, cuando tenemos esperanza, podemos desechar el pecado. La fe y la esperanza son definitivamente necesarias, pero solo cuando tenemos amor perfecto es que podemos ingresar a la Nueva Jerusalén. Es por eso que el amor es el mayor de todos.Amados hermanos y hermanas: Ruego en el nombre del Señor que ustedes se puedan convertir en creyentes bendecidos, que agradan a Dios por alcanzar el amor espiritual registrado en 1 Corintios 13.
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