¡Dios mira lo más secreto de nuestro corazón!
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Septiembre 08, 2013 |
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 “Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová” (1 Samuel 1:27-28).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
Había una mujer llamada Ana cuyo corazón sufría porque no tenía hijos. Además Penina, la otra mujer de su esposo, se burlaba de ella y eso le causaba aún más dolor en el corazón.
Un día cuando ella estaba muy angustiada, oró al Señor y lloró amargamente en el templo de Dios. Ella hizo un voto de entregar a su hijo a Dios, si Él se lo concedía, como un nazareno. Aquel niño fue el profeta Samuel. Una vez que Ana lo había destetado, lo llevó ante el sacerdote Elí y lo dejó para que permaneciera en el templo de Dios. Al hacer esto, ella cumplió su promesa a Dios.
En realidad no es fácil ofrecer un hijo propio a Dios, pero Ana cumplió su voto a Dios sin duda alguna y le agradeció y alabó por Su gracia de haber escuchado su oración y haberle dado un hijo.
Dios conocía este corazón de Ana y respondió su oración. Examinemos ahora los tres tipos de corazón que Dios desea que tengamos.
1. Corazón inmutable
Muchos miembros de la iglesia están comprometidos en una fuerte batalla espiritual para alcanzar la roca de la fe. Ellos guardan sus labios para no hablar de modo descuidado e intentan recordar y guardar en mente cualquier decisión tomada para no cambiarla según su libre albedrío.
Pensemos en cómo estaba nuestro corazón cuando recibimos por primera vez una labor de parte de Dios y dijimos: “Yo asumiré esta gloriosa tarea por el reino de Dios el Padre”. Debemos examinar si todavía estamos haciendo esa labor con el mismo corazón, sin haber cambiado de parecer, o si, a diferencia del pasado, nuestra mente ya no está comprometida.
Algunos quizás han faltado a las reuniones por razones personales, una vez y luego dos veces. En otras ocasiones se han ido cuando la reunión estaba a la mitad. Al principio se sentían apenados ante Dios, pero luego, sus sentimientos de vergüenza desaparecieron. Claro está que quizás digan con confianza: “No he abandonado mi posición ni he cambiado...”.
Sin embargo, debemos pensar acerca de cuán bien hemos estado aplicando la Palabra de Dios en nuestras vidas cotidianas. Algunas personas, por ejemplo, han orado muchas veces para despojarse de sentimientos adversos, servir a su cónyuge con todo el corazón, o hablar solamente palabras de bondad. Han prometido muchas cosas a Dios con sus labios, pero no muchos en realidad cumplen sus promesas. Además ni siquiera recuerdan lo que han prometido a Dios en sus oraciones, lo cual es una burla a Dios.
Anhelo que ustedes comprendan lo que es un corazón inmutable a través de la historia de Ana escrita en 1 Samuel 1:26-28. Dios el Padre escuchó la oración sincera de Ana y le permitió concebir un hijo. Cuando en realidad tuvo a su hijo tan deseado en su seno, ¿qué habrá sentido? Probablemente sintió mucho gozo por el hijo que era tan amado.
No obstante, mientras ofrecía su hijo Samuel a Dios, ¿tambaleó su corazón de alguna manera? ¿Habría dicho: “Padre Dios, este pequeño niño todavía necesita la mano de su madre. Lo ofreceré ante Ti después”? ¡Claro que no! Ella dijo: “Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová”, y ella cumplió su voto.
Ya que ella cumplió su promesa sin cambiar de parecer, Dios el Padre la bendijo y dio a luz a tres hijos y dos hijas más. Si ofrecemos nuestras oraciones con un corazón inmutable al igual que Ana, podremos convertirnos en mayor fortaleza para el reino de Dios.
2. Corazón que no se corrompe
Cuando alguien escucha la palabra ‘corromper’ inmediatamente piensa en nuevos creyentes que se comprometen con el mundo. No obstante, en el crecimiento de la fe, de acuerdo a las circunstancias y proceso de crecimiento de la fe, uno se puede corromper de varias maneras.
Esto ocurre cuando vemos todas las situaciones únicamente según nuestra propia perspectiva. Para ser más específico, nos corrompemos cuando pensamos que algo es para el reino de Dios.
Una ama de casa, por ejemplo, tiene sus responsabilidades y labores con su familia en su hogar. A veces le parecerá difícil ser fiel en todos los aspectos mientras cumple con sus responsabilidades otorgadas por Dios. Por lo tanto, algunas veces abandonará sus responsabilidades hacia los miembros de su familia. Cuando ella escucha que el esposo o los hijos se quejan, presenta excusas diciendo: “Debo cumplir con mis responsabilidades, así que no tengo tiempo para cuidar de esta familia”. Ella transige sus responsabilidades familiares con la excusa de sus labores encomendadas por Dios.
Permítanme darles otro ejemplo. Algunas veces quizás deban encargarse de algunos asuntos en sus zonas o grupos misioneros, pero algunos piensan que cierta labor es lo que en verdad deben hacer así que descuidan todo lo demás pensando que es lo normal. Si no pueden estar presentes en otras reuniones, deben orar por ellas, pero si justifican sus decisiones sin lamentar su ausencia a las reuniones, no podrán complacer a Dios. Si aumentan sus capacidades y hacen más de lo que se les ha encargado, podrán almacenar más recompensas en el Cielo.
En Proverbios 16:2 (NTV) leemos: “La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones”. Ustedes pueden pensar que todos sus actos son buenos ante sus ojos, pero deben examinar si sus corazones están bien ante los ojos de Dios quien examina lo más secreto del corazón.
Su primera prioridad debe ser la voluntad de Dios el Padre, y para que esto suceda, deben orar con cuidado pensando acerca de qué decisión está llena de bondad y verdad. De este modo sus oraciones no estarán llenas de sus propias perspectivas o deseos. Además, dado que no tendrán ninguna intención de corromperse, no presentarán ninguna excusa. Entonces podrán reconocer sus faltas y comprenderán sus flaquezas que no podían ver antes. Al descubrir las características carnales que salgan a la luz, podrán también sumergirse en el espíritu con más rapidez.
3. Corazón en el que se ha cultivado el amor espiritual
A medida que cultiven el amor espiritual, buscarán el beneficio de los demás antes que el de ustedes. Tal como leemos en Mateo 22:39, que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”; sentirán el sufrimiento de los demás como si fuera propio y buscarán el beneficio de ellos. No obstante, algunos buscan lo suyo aunque dicen y piensan que están buscando el beneficio de los demás.
Hay un miembro, por ejemplo, que quebranta la paz, así que ustedes, en calidad de líderes, le llaman la atención. Sin embargo, luego de escuchar sus consejos, ese miembro demuestra estar incómodo; no escucha lo que le han aconsejado y continúa quebrantando la paz. Entonces ustedes también demuestran resentimiento, y dicen: “Le aconsejé con amor, pero es muy obstinado para aceptar cualquier consejo”. Esto demuestra que ustedes deseaban que aquel miembro les obedezca tan solo porque ustedes están en una posición superior. También demuestran que deseaban paz en el grupo sin pensar en aquella persona.
Si en realidad han orado por aquel miembro con amor, él sentirá el amor provenientede sus consejos. De lo contrario, deben examinar si carecen de amor al aconsejar a los demás. La oración sin amor, como en este caso, no podrá ser poderosa espiritualmente. Podrán recibir las respuestas a sus oraciones cuando oren por el reino de Dios y las almas con perfecto amor. Así también, a medida que su amor se profundiza y extiende, el vaso de sus oraciones también se ensanchará. Mientras más grande sea el vaso, podrán considerar y orar por más cosas.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: si el enfoque de nuestra vida está en Dios hasta el final de cada día, se podrá vivir una vida significativa. Por otro lado, una persona sin este enfoque vivirá sus días sin sentido. Ruego en el nombre del Señor que ustedes sean reconocidos como personas con un corazón inmutable que no se corrompe y que busca el beneficio de los demás, y que sean usados como pilares en el cumplimiento de la Providencia para el reino de Dios.
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