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Bienaventurados los que lloran

Noticias Manmin   No. 151
5304
Octubre 27, 2013


“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4).



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee



Jesús nos enseña acerca de ocho bendiciones, es decir, las “bienaventuranzas” en el quinto capítulo del Evangelio de Mateo.
La primera bendición es llegar a ser pobre en espíritu y poseer el reino de los cielos. Los pobres en espíritu son las personas que son buenas y sin maldad y saben cómo ‘vaciarse a sí mismas’. Si alguien llega a ser pobre en espíritu, fácilmente acepta el evangelio y podrá disfrutar de la vida eterna, bendiciones y gozo en el hermoso Cielo.
Entonces, ¿cuál es la segunda bendición? Se trata de convertirse en una persona que llora y disfruta del consuelo de Dios. ‘Los que lloran’ significa aquellos que sienten o expresan dolor o tristeza. Existen dos tipos de llanto: el llanto carnal por cosas tristes que suceden en la vida y el llanto espiritual por el reino de Dios.
Demos un vistazo al ‘llanto’ que Jesús menciona y cómo podemos llegar a ser personas bendecidas que son consoladas por Dios.


1. El llanto carnal y el llanto espiritual

Hay algunas personas que están tristes y acongojadas y desesperadas en su vida. El llanto por la tristeza que uno tiene es un llanto carnal y no tiene relación alguna con Dios y no es digno de recibir consuelo de parte de Él. Otras personas se lamentan por su pobreza, enfermedades, debilidades o falta de habilidades. Se quejan cuando las cosas no marchan como ellas quieren; cuando sus hijos causan problemas o cuando sus parejas no son lo suficientemente buenas para satisfacer sus necesidades. Otras personas se entristecen y lloran debido a que los demás no los reconocen ni los aman. Este tipo de llanto que surge de emociones personales no es el llanto que Dios quiere.
No obstante, Dios se complace cuando lloramos por Su reino y las almas que mueren y cuando lloramos para santificarnos. Entonces, en retribución, Él nos consuela y nos da grandes recompensas. En 1 Tesalonicenses 5:16-18 leemos: “Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”.
En este caso, ‘estad siempre gozosos’ significa que debemos regocijarnos incluso cuando nos enfrentamos a situaciones dolorosas y tristes, y debemos estar alegres en persecuciones o aflicciones. Dios quiere que nos regocijemos en cualquier tipo de situaciones. Esto es porque, a pesar de que estemos pasando por pruebas, somos hijos de Dios. Hemos sido salvados y hemos recibido la promesa del reino de los cielos. Aun así, usted piensa decir: “No tengo nada de lo cual regocijarme; es más, tengo muchas cosas por las cuales preocuparme. ¿Cómo puede regocijarme?” Sin embargo, Dios se deleita con nosotros sólo cuando espiritualmente lloramos por el reino de Dios y Su justicia.


2. Bienaventurados los que lloran

1) Existe el llanto de arrepentimiento.

Cuando las personas aceptan al Señor por primera vez y reciben el Espíritu Santo, se entristecen y se arrepienten con lágrimas debido a que se dan cuenta de que Jesús fue crucificado por sus pecados. Este es el ‘llanto de arrepentimiento’. No obstante, puede haber momentos después de arrepentirnos, en los que nos vemos incapaces de obedecer la Palabra de Dios.
Por ejemplo: a pesar de haber tomado la decisión de no enfadarse y ser causa de gozo en todas las circunstancias, a veces puede estallar en ira repentina cuando otros hieren sus sentimientos. Cuando fracasa en vivir por la Palabra y descubre su pecado y maldad, se arrepentirá y llorará. Si usted se arrepiente de sus pecados, ora fervientemente, ayuna e intenta esforzarse por desechar toda forma de maldad, Dios lo consolará.

2) Lloramos cuando no hemos podido realizar las responsabilidades asignadas por Dios.

Lloramos por no haber cumplido con las responsabilidades asignadas por Dios. En Mateo 25, un siervo escondió un talento que su amo le había dado sin realizar ningún tipo de negocio o comercio. Este terminó siendo severamente reprendido por el maestro. Su amo le dijo: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Por lo tanto, tenemos que comprobar lo mucho que apreciamos nuestras responsabilidades, lo duro que hemos tratado de cumplir con ellas, y si hemos sido perezosos para hacer la obra. Si se detectan algunas deficiencias en el cumplimiento de nuestros deberes, debemos arrepentirnos de ello.
Sin embargo, no debemos pensar: “Si he sido puesto a cargo de algunas responsabilidades en la iglesia, seré responsable por ellas. Si no las hago bien entonces tendré algo por lo cual debo arrepentirme. Por lo tanto, no recibiré ninguna responsabilidad y simplemente iré a la iglesia diligentemente.” No obstante, si amamos a Dios y queremos devolver Su gracia, debemos trabajar fiel y voluntariamente para Su reino. Si no trabajamos fielmente para cumplir nuestras responsabilidades, debemos arrepentirnos pidiendo perdón de manera sincera a Dios. Y de esta manera podemos obtener consuelo verdadero de parte de Dios.

3) Llorar con amor por nuestros hermanos en Cristo cuando van por el camino de la muerte.

Mientras Jesús estaba hablando acerca de la cruz para redimir a la humanidad de sus pecados, algunas mujeres lo siguieron con llanto. Entonces, Él les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos” (Lucas 23:28). Es decir, Él nos dice que debemos llorar por la gente que se dirige hacia la destrucción sin conocer el amor del Señor.
Si vemos a personas que cometen pecados y están yendo por el camino de la muerte, debemos arrepentirnos a nombre de ellos para que reciban compasión y misericordia para que puedan actuar en la verdad. Además, tenemos que dar consejos y animar a las almas que han perdido la fuerza en las aflicciones y llorar y orar como si sus situaciones fueran nuestras.

4) Llorar por la salvación de las almas.

Si nuestras familias, parientes y vecinos van por el camino del Infierno, tenemos que llorar, entristecernos y orar por la salvación de ellos. Además, debemos llorar por las innumerables almas que van por el camino de la muerte. Llorar por nuestro país y su gente, por las iglesias cristianas y las cosas que interrumpen las obras de Dios, está incluido en el llanto espiritual delante de Dios.
Dios consolará y exaltará en el Cielo a aquellos que lloran en un intento de pagar el precio de la sangre del Señor y ganar las almas por las cuales Él derramó Su sangre. De esta manera, si amamos a Dios más que a cualquier otra cosa, naturalmente oraremos con fervor, con lágrimas y entristecidos por el reino de Dios y la salvación de las almas, no por nuestra propia fama, autoridad o salud.


3. Bendiciones dadas a aquellos que lloran

Dios da consuelo y respuestas a aquellos que espiritualmente lloran.
Por sobre todas las cosas, recibiremos el perdón de nuestros pecados cuando rendimos nuestros corazones en llanto. Cuando nosotros, estando destinados a morir, nos arrepentimos de nuestros pecados desde lo más profundo de nuestros corazones, existe una inmensa gracia en salir del Infierno e ir al Cielo que viene sobre nosotros.
Luego, Dios nos da todo lo que necesitamos cuando lloramos por cumplir nuestras obligaciones dadas por Dios. Por ejemplo: si fuéramos pastores y necesitáramos predicar valientemente con autoridad en la Palabra, Dios cumplirá con lo que necesitamos y nos ayudará a guiar a muchas personas a convertirse al cristianismo y recibir salvación.
Además, Dios nos da consuelo y respuestas en consecuencia cuando lloramos por los hermanos que están en el camino a la perdición, por la salvación de las almas, por la iglesia, por nuestro país y para la obra misionera. Él permite que los pecadores puedan nacer de nuevo y convertirse en nuevas personas. Él permite que la iglesia experimente un avivamiento y que la obra misionera se cumpla al enviar obreros buenos. El llanto espiritual es la fuente de las recompensas celestiales y los grandes beneficios del reino de Dios.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: es mi anhelo que ustedes lloren no de una manera carnal debido al estrés personal, sino espiritualmente por el reino de Dios y las almas. Ruego en el nombre del Señor que al hacer esto, ustedes puedan glorificar a Dios como Sus hijos y recibir recompensas preciosas en el eterno reino de los cielos.


 

 

 
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