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Bienaventurados los mansos

Noticias Manmin   No. 152
5342
Noviembre 10, 2013


“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).





Pastor Principal Dr. Jaerock Lee




Ya que el número de hombres en el Éxodo era de 600 000, el número total de israelitas que escaparon de Egipto fue de casi dos millones incluyendo mujeres y niños. A pesar de que ellos vieron numerosas señales y prodigios manifestados por medio de Moisés, demostrando así que Dios estaba con él, la gente se quejó ante Moisés cada vez que enfrentaban dificultades. No obstante, Moisés los guió por el desierto durante 40 años. Esto demuestra la posición humilde que tenía Moisés.
Números 12:3 dice: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. Dios amaba a este Moisés quien era muy humilde y manso, lo elogió como aquel que fue fiel en toda la casa de Dios, y le habló cara a cara como a un amigo. Por ende, podemos imaginarnos cuán glorioso será en el Cielo y cuánta felicidad estará disfrutando con el Señor. Examinemos qué tipo de personas pueden ser consideradas mansas y qué tipo de bendiciones les son otorgadas.


1. Los mansos que Dios reconoce como mansos

La gente del mundo dice que las personas son sumisas y mansas cuando son bondadosas y no se alteran, cuando no son obstinadas sino pasivas, cuando son débiles de mente y dispuestos a escuchar amablemente a los demás y cuando soportan algo aparentemente incómodo y no discuten aunque sientan odio por dentro. Quizás se enojen y deseen discutir, pero reprimen su ira. La gente alrededor observa esto y piensan que son mansos.
No obstante, la mansedumbre externa no es algo que Dios reconoce. Solo cuando no tenemos incomodidad ni odio hacia los demás y los abrazamos suave y cálidamente con bondad, Dios lo reconocerá como mansedumbre. Dios se complace con aquellos que no tienen malos sentimientos, los que no causan daños a los demás y los que se regocijan por la felicidad de otros y al mismo tiempo sienten pesar por la tristeza de otros y pueden consolarlos.
Aquellos reconocidos por Dios como mansos pueden abrazar aun a aquellos cuyas acciones no concuerdan con sus pensamientos, educación, personalidad y gusto. Jamás condenan ni juzgan a los demás con maldad sino que entienden su punto de vista y los sirven con humildad. Los mansos tienen este tipo de corazón semejante al algodón o la lana. Si usted lanza una piedra o pincha una bola de algodón, esta no hará ningún sonido. Más bien podrán envolver y cubrir la piedra.
De igual manera, los mansos tienen un corazón suave y cálido, así que pueden abrazar a toda la gente. Pueden apoyar incluso a la gente malvada que les causa momentos difíciles, aun mientras son abrazados con amor, sin reprimir ningún sentimiento adverso. Si tenemos una actitud virtuosa con un corazón suave y manso, podremos alcanzar la mansedumbre perfecta que Dios anhela.


2. Debemos cultivar la generosidad virtuosa para hacer de la mansedumbre algo perfecto

La generosidad virtuosa consiste en comprender extensamente y tan solo aceptar a los demás. Un hombre de generosidad virtuosa actúa de modo apropiado en acuerdo con las responsabilidades del hombre, es justo y equitativo en el corazón, es ejemplar en palabras y obras, comprende y acepta las flaquezas de los demás. Sin esta generosidad virtuosa, la mansedumbre no puede hacer brillar su verdadero valor.
Por ejemplo: una persona es mansa en su interior, pero se comporta de modo imprudente y comete muchos errores. Entonces la gente no puede acercarse a él. Otra persona es tan introvertida que los demás a su alrededor se sienten atribulados. Otro individuo habla mucho y bromea demasiado, de modo que no puede ganarse la confianza de los demás. Ser manso es algo que cultivamos en el corazón, y la generosidad virtuosa es como la ropa que la gente usa. No importa cuán maravillosa sea la personalidad de un individuo, si su ropa está sucia y en mal estado, la gente no podrá reconocer su valor y será ignorado.
Aunque seamos muy mansos, solo cuando tenemos generosidad virtuosa en nuestras palabras y acciones, nuestra mansedumbre brillará y podremos ser de buen ejemplo a los demás. Entonces nos ganaremos la confianza y seguridad de los demás, no solo actuamos con bondad y abrazos a los demás, sino que también los guiamos, no solo con poder físico sino también con virtud y amor. Entonces, así como las flores atraen a las abejas y mariposas con su fragancia, muchas personas se conmueven por el aroma de bondad y amor de una persona mansa y encuentran descanso en ella.
¿Qué debemos hacer para tener este tipo de corazón? Debemos cultivar la tierra de nuestro corazón; despojarnos de las rocas y espinos de la tierra. Podemos hacer que la tierra de nuestro corazón sea buena al sacar las cosas innecesarias y ponerle fertilizante. En otras palabras, debemos despojarnos de todas las falsedades como el odio, los celos, la envidia, las discusiones, el juicio, la condenación y los pensamientos carnales. Solo entonces podremos cultivar ese tipo de corazón manso


3. Bendiciones para los mansos

En Mateo 5:5 leemos: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Una heredad es una adquisición de posición, condición o rasgo de las generaciones pasadas. En este caso, ‘heredar la tierra’ no significa que recibiremos una tierra en este mundo, sino que poseeremos tierra en el eterno reino de los Cielos.
Algunas personas pensarán: “¿Acaso no es suficiente con recibir salvación e ir al Cielo? ¿Debemos heredar la tierra personalmente?” En el Cielo recibiremos recompensas personales de acuerdo a con cuánta fidelidad hemos obrado en este mundo. Por ejemplo: una persona es simplemente un asistente de la iglesia mientras que otra evangeliza a los demás, obra con fidelidad, clama y ora por la iglesia y las almas. Su fidelidad es totalmente diferente. Si Dios otorga el mismo tipo de mansión y la misma cantidad de recompensas aunque la fidelidad de cada individuo ha sido diferente, ¿cómo podríamos decir que Dios es justo e imparcial?
Dios es equitativo y justo, así que Él recompensa de acuerdo a lo que hemos sembrado. En otras palabras, si alguien se ha abstenido de toda forma de maldad y ha alcanzado la mansedumbre con virtud, Dios le dará una gran tierra para una gran mansión a construirse en el Cielo porque se ha esforzado mucho por la salvación de las almas y el cumplimiento de las responsabilidades dadas por Dios. Una persona mansa abarca a muchas personas y las guía hasta el Cielo; aquellos a quienes guió desearán visitar su mansión y decir gracias, y compartirán su amor con esa persona. Por lo tanto, debe tener un espacio suficientemente grande para recibir a tantas personas. Se convertirá en una gran autoridad obtenida del respeto de estas muchas personas que desean permanecer junto a ella.
Si somos humildes, buscamos el beneficio de los demás, servimos y nos sacrificamos por otros en este mundo, podremos disfrutar de autoridad como personas honorables y llegaremos a tener una gran tierra en el Cielo. Bajo la supervisión de nuestro Señor, una mansión maravillosa y bella se construirá en esa área con materiales que son hechos con nuestra fidelidad, trabajos de voluntariado y ofrendas. También habrá otras instalaciones como jardines, lagos y piscinas.
Una vez que hayamos heredado nuestra tierra celestial y recibido nuestras recompensas, no podremos hacerlas aumentar, compartirlas ni comprarlas. Por tanto, anhelo que usted limpie su corazón mientras vive en la Tierra, que abarque a muchas personas con su amor y virtud, y que se convierta en una gran persona en el Cielo.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: la tercera bendición de las Bienaventuranzas es la de convertirse en una persona mansa y heredar el reino de los Cielos. Dios instituyó a Moisés como líder del Éxodo; él era más humilde que cualquier otra persona en este mundo. Dios permitió que él guiara a muchas almas por el camino de bendición y proveyó la manera de que él llevara a cabo Su Providencia. Al hacer esto, logró convertirse en un gran hombre en el Cielo.

Dios busca, aún en la actualidad, a los que tienen corazón manso y humilde. Les da responsabilidades preciosas para llevar muchas almas al camino de salvación y les permite heredar una extensa área en el Cielo. Ruego en el nombre del Señor que al alcanzar un corazón lleno de mansedumbre y generosidad virtuosa, y al abarcar muchas personas, usted pueda heredar una extensa área en el Cielo.


 

 

 
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