La sabiduría condescendiente
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Abril 13, 2014 |
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 “Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía” (Santiago 3:17 LBLA).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
Cualquier persona que se despoja de los pecados y el mal y busca la paz, dará frutos de amabilidad y condescendencia, es decir, el fruto de la mansedumbre y la consideración por los demás, con apertura a la razón. Entonces, ¿qué significa la sabiduría condescendiente?
Ser condescendiente es mostrar el aroma de un corazón bueno y hermoso, con buenos frutos, tanto en palabras como en acciones. Si nuestro corazón está lleno de bondad y verdad, las palabras que salen de nosotros serán palabras buenas y todas nuestras obras serán hermosas. Pero ser bueno no es solo ser suave y dulce todo el tiempo. Están también los aspectos de fortaleza y denuedo. Cuando ambas opciones están bien dentro de la verdad, uno con razonabilidad elegirá lo que es más agradable a los ojos de Dios, discerniendo por medio del Espíritu Santo. Las características de ser condescendiente se pueden clasificar en tres tipos.
1. Mediante el discernimiento de la verdad en cualquier situación, ser condescendiente puede dar y otorgar paz a los demás
Ya que el corazón de la bondad espiritual está lleno de la verdad, tiene la autoridad de la luz para ahuyentar las tinieblas. Cuando una persona que posee condescendencia está dando consejería, puede discernir la esencia del problema y refrescar los corazones de los demás. Si uno tiene motivos egoístas, sus ojos serán segados por su propio beneficio o malos sentimientos. No obstante, si no tenemos motivos egoístas, podemos ver la manera de resolver el problema. Tener motivos egoístas es ser autocomplaciente. Los motivos egoístas buscarán ‘mi poder’, ‘mi familia’, ‘mi fama y poder’, ‘mi orgullo’ y ‘mi comodidad’.
En Lucas capítulo 12, hubo una persona que vino a Jesús y le pidió que dividiera la heredad de sus padres en partes iguales con su hermano. En esta situación, Jesús no le enseñó nada acerca de dividir la herencia y la cantidad de la porción que debía recibir cada hermano. Sino que, al contrario, Él intentó enseñarle algo aún más importante, al decir en Lucas 12:15 lo siguiente: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
A menos que esta persona desechara su avaricia, constantemente tendría conflictos con su hermano. Por lo tanto, Jesús le dio la solución fundamental al problema. Él le dio la respuesta espiritual al enseñarle el verdadero camino de la bendición. Si ustedes examinan su corazón con condescendencia, serán capaces de ver la esencia de cualquier problema.
2. La condescendencia es tener auto contentamiento, ser calmado y tranquilo en la comprensión de la voluntad de Dios, incluso en situaciones difíciles
Si somos condescendientes de corazón no tendremos ninguna agitación en absoluto, no solo en los buenos momentos, sino también en situaciones difíciles (Filipenses 4:11-12). No nos desanimaremos o quejaremos diciendo: “Esto es complicado y esto es muy difícil”. Seremos capaces de hacer cualquier cosa con agradecimiento y alegría. Es porque la gracia de Dios que tenemos en nosotros es mucho mayor que las dificultades que estamos enfrentando en este momento.
Cuando las cosas no salen como nosotros queremos o cuando nos encontramos en situaciones difíciles, hay personas que se quejan y tienen resentimientos. Es posible que también culpen al resto por las cosas que no marchan bien. Sin embargo, aquellos que han cultivado la condescendencia, no van a perder el consuelo en sus corazones, incluso en situaciones difíciles. Ellos no se sorprenden ni se entristecen, sino que disciernen en silencio la voluntad de Dios en una situación dada y, debido a que están seguros del amor de Dios, pueden estar en paz y elegir el mejor curso de sus acciones en cada situación.
Si tenemos auto-satisfacción en el manejo de nuestras situaciones con condescendencia y seguimos a Dios, el Espíritu Santo siempre nos guiará. De esta manera, podemos discernir si es la voluntad de Dios que vayamos, o si tenemos que detenernos por un momento y continuar luego.
3. La condescendencia no solo obedece a la Palabra de Dios sino que hace más de lo que se espera
Por ejemplo: supongamos que los padres le piden a su hijo que haga algo ya que van a salir: “Cuida de tu hermano pequeño y también realiza tus deberes”. Una vez que terminó su tarea, él podría haberse puesto a jugar. No obstante, cuando los padres regresan a casa, se encuentran con que su hijo no solo había hecho sus deberes, sino que también realizó la limpieza de algunas cosas en la casa. Trató de entender el corazón de sus padres e hizo más de lo que tenía que hacer. ¡Qué bonito es, y cuán orgullosos están sus padres de él!
Del mismo modo, aquellos que son condescendientes serán obedientes a la Palabra de Dios, debido a que aman a Dios. Además, pueden discernir qué acción es mejor por el Espíritu Santo. Cuando Dios les ordena que hagan algo, debido a su entendimiento del corazón de Dios, ellos hacen dos o tres o incluso más que eso. Cuando Dios el Padre mire a esos hijos, Él estará tan complacido que dirá: “Ellos hacen lo apropiado delante de Mi”.
En nuestra vida cristiana, en ocasiones debemos escoger entre dos cosas. Si una es la verdad y la otra es la falsedad, es obvio que debemos escoger la verdad. Si ambas cosas son aceptables en la verdad, la mayoría de la gente querrá elegir lo que les beneficia más. Pero si tenemos completa condescendencia, entonces podemos elegir lo que más puede glorificar a Dios y ser más agradables a Él.
De esta manera, si tenemos los niveles más profundos de condescendencia, no solo vamos a obedecer las palabras de Dios, sino que haremos más de lo que se supone que debemos hacer.
4. El apóstol Pablo actuó con la sabiduría de la condescendencia
Podemos entender el grado en que Pablo había cultivado la condescendencia al considerar sus acciones y confesiones. Mantuvo la Ley de Moisés completamente, incluso antes de que él aceptara al Señor. Después de tener un encuentro con Él, dedicó todas sus fuerzas por el bien del evangelio. No le gustaba ni se aprovechaba de lo que podría haber disfrutado.
Por ejemplo: él dijo en 1 Corintios 8:13: “Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano”. Esta fue también una respuesta a una pregunta: “¿Podemos comer lo sacrificado a los ídolos?” Por supuesto, si ustedes saben que algo ha sido sacrificado a los ídolos, es mejor que no lo coman. Pero no se puede rastrear todo el tiempo de dónde proviene la carne. Por lo tanto, no constituye un pecado que ustedes coman algo que en algún momento fue sacrificado a los ídolos (Romanos 14). En ese momento es simplemente comida, comerla no significa que esté participando en idolatría.
Sin embargo, por causa de aquellos que tienen una fe débil, pueden sentirse incómodos de comer algo que había sido sacrificado a los ídolos. Además, cuando ven a otra persona que tiene fe comer tales cosas, es posible que crean que está participando en idolatría. O, también pueden comer pensando que está bien porque una persona que tiene fe lo come. Está bien si se lo comen pensando que es solamente comida, pero es un problema si tienen remordimientos de conciencia cuando están comiendo, pensando que había sido sacrificado a los ídolos. Si ustedes sienten que no deberían estar haciendo algo y aun así lo hacen, les da motivos para que Satanás presente acusaciones contra ustedes (Romanos 14:23).
En el caso de Pablo, él tenía fe de que podía comer cosas sacrificadas a los ídolos, no obstante, prefirió no comer esas cosas, debido al temor de que alguien podría tropezar al verle comer dichas cosas. Él prefirió dejar de comer carne para siempre, en lugar de causar que otra alma tropezara a causa de sus acciones. Dios se agradó de Pablo por hacer esto, y le dio un poder mayor que el poder que recibieron los demás apóstoles. Además, Dios le dio una clara inspiración y sabiduría, para que pudiera dar respuestas a los creyentes a las preguntas sobre el matrimonio, el divorcio, los problemas en la familia y en sus trabajos, los dones del Espíritu Santo y la Santa Comunión.
Solo cuando recibimos la sabiduría condescendiente podemos elegir lo que es agradable a Dios, discernir Su voluntad correctamente, sembrar la fe en los corazones de la gente con palabras buenas y bellas y resolver sus problemas en la verdad.
Amados hermanos y hermanas en Cristo, ruego en el nombre de nuestro Señor que ustedes puedan recibir la sabiduría condescendiente con la llenura de la bondad y verdad, y que puedan agradar a Dios con obras hermosas junto con una boca que emana agua dulce.
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