La sabiduría llena de misericordia y de buenos frutos
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Abril 27, 2014 |
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“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:17-18).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
En general, el término ‘misericordia’ se define como ‘la disposición de mostrar bondad y perdón’. Sin embargo, espiritualmente la misericordia no es solo tener compasión por los demás. Es considerar un alma más preciosa que el mundo entero. A pesar de que una personas parezca estar completamente sin esperanza, no debemos renunciar a ella, sino que debemos tratar de conducirla a la salvación. Si usted muestra misericordia con el amor de Dios, los frutos obtenidos serán ‘buenos frutos’. Es de esta manera que la ‘misericordia y ‘los buenos frutos’ están estrechamente relacionados. Examinemos la sabiduría llena de misericordia y buenos frutos.
1. Los buenos frutos nacen por medio de la misericordia
El corazón de nuestro Dios es la misericordia misma. Si Dios no perdona a los pecadores, sino que trata con ellos de manera estricta de acuerdo a la ley, ¿quién en este mundo podrá sobrevivir? Sin embargo, debido a que Dios muestra Su misericordia, podemos recibir la oportunidad de arrepentirnos, además de alcanzar completa salvación. Tal como el corazón de nuestro Padre Dios, el corazón del Señor es también la misericordia misma. Mateo 12:20 habla acerca de la misericordia de Jesús y dice: “La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio”. Jesús sufrió incluso con aquellas personas que no parecían tener ninguna esperanza de recibir la salvación, los cuales eran como las cañas cascadas y los pábilos que humean. Él predicó el perdón y el evangelio incluso a aquellos pecadores que fueron despreciados por los demás, tales como los recolectores de impuestos y las prostitutas. Es debido a que Él no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento (Lucas 5:32).
Jesús ni siquiera le dijo a Judas Iscariote: “Tu no posees el corazón para recibir salvación”. Él le dio a este tipo de personas la oportunidad de recibir la salvación. Finalmente murió en la cruz para abrir el camino de la salvación para toda la humanidad. Innumerables personas que son salvas por medio del precio de Su sangre preciosa, son los ‘buenos frutos’ que surgen por medio de la misericordia.
2. La sabiduría de la misericordia provee vida
1) La misericordia del perdón
Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Dios nos dice que debemos perdonarnos unos a otros al igual que Dios y el Señor tiene misericordia de nosotros y nos perdona. Sin embargo, para tener misericordia y perdonar a los demás debemos entender desde el punto de vista de las demás personas. Es posible que no podamos entender a los demás desde nuestro punto de vista, pero si llegamos a entenderles poniéndonos en la posición de los demás, podremos perdonarles en cualquier tipo de situación. Por ejemplo: supongamos que sus padres no creyentes o su pareja lo trata de mala manera. Entonces, si no las comprende, desde su punto de vista, es posible que se queje y tenga resentimiento hacia ellos. Si no puede entenderlos tampoco podrá amarlos. Es posible que también intente evitarlos por miedo y decepción. Un marido que no es creyente no podrá entender algo que es muy natural y obvio para una esposa creyente. Por lo tanto, cuando hablamos acerca de la iglesia o la fe, si la esposa solo habla desde su propio punto de vista, solo tendrán discusiones. Por ello, no solo debe pensar que su marido está en lo incorrecto, sino que debe comprender su corazón y pensar desde el punto de vista de él. Solo de esta manera podrá recibir sabiduría.
2) La misericordia del castigo
Pareciera que el perdón y el castigo estuvieran en oposición, pero de hecho no lo están. El castigo basado en misericordia no se hace con juicio, condenación ni odio, sino que surge originalmente del amor. El castigo que es permitido por Dios es un castigo de misericordia. Él reprende a las personas por amor a ellas. Si acumulamos demasiada cantidad de pecado y Dios nos da la espalda, no habrá ningún castigo adicional. Hebreos 12:6 dice: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Algunas personas intentan cubrir sus fallas y continúan presentando escusas para evitar cualquier tipo de reproche. O debido a que su mal comportamiento es revelado, se desaniman en gran manera. Cuando nos arrepentimos y nos alejamos completamente del mal camino por el que íbamos, Dios seguramente nos perdona y también permite que nos recuperemos de las dificultades. Él incluso no se acordará de nuestros pecados anteriores. En ocasiones, puede llegar a conocer acerca de la culpa o pecado de los hermanos en la fe y es posible que sienta que usted tiene que darles un consejo o reprenderlos. Lo que debe hacer primeramente es examinar su corazón de manera muy cuidadosa. Puede considerar sus consejos como palabras basadas en el amor. Sin embargo, puede tratarse de la maldad por su propia arrogancia y criterios personales, la cual hace que resalten los pecados de los demás. Es posible incluso que esté intentando enseñar a los demás y controlarlos con la altivez de su corazón para hacerlos actuar como usted quiere que actúen. Aunque cite la Palabra de Dios, no podremos ver la obra del Espíritu Santo a menos que sea hecho con amor. Ese tipo de consejos no permitirán que las demás personas puedan entender o recibir vida. Al contrario, solo causará malos sentimientos o desaliento. Es posible que dicha persona esté esforzándose por darse cuenta de sus faltas, pero cuando escucha un consejo o una crítica que contiene malos sentimientos, es posible que se desanime y caiga. Por consiguiente, cuando damos consejos a una persona o castigamos a alguien, tenemos que hacerlo en el contexto de la misericordia espiritual y con una verdadera comprensión de su corazón, desde el punto de vista de la otra persona. Además, debemos orar por él y aconsejarle con un amor que incluso pueda dar nuestra vida por él. Cuando castigamos con este tipo de corazón, también podemos darle vida a esa persona.
3) La misericordia de la caridad
Si tenemos misericordia espiritual, no simplemente sentiremos lástima por las personas cuando veamos a alguien en necesidad, sino que le extenderemos una mano de ayuda. La verdadera misericordia es ayudar a los demás con obras y en la verdad, como está escrito en 1 Juan 3:18. Debemos tener misericordia por aquellas almas que no son salvas debido a que no conocen el evangelio. Ya que tenemos misericordia podemos predicar el evangelio cuando somos perseguidos o incluso si nuestra vida está en riesgo. Además, debemos mostrar misericordia a aquellos que fracasan en este mundo, a los que están enfermos, abatidos y abandonados. Cuando mostramos de esta manera misericordia con la verdad, Dios también nos mostrará Su misericordia a nosotros. Dios nos da más bendiciones de las que hemos sembrado y nos llena de manera abundante (Lucas 6:38). Es por ello que es sabio ayudar a los demás. No obstante, cuando ayudamos a las demás personas debemos poseer discernimiento. Debemos primeramente ayudar a las familias de los creyentes. No podemos recibir bendiciones cuando ayudamos a los que no trabajan debido a problemas con la bebida o los juegos de azar y los que están en crisis financiera porque no guardaron la Ley. No es correcto delante de Dios si usted les ayuda financieramente. Es posible que terminen sufriendo con esas personas.
3. La sabiduría de la misericordia llena de buen fruto
Si tenemos misericordia abundante, estaremos llenos de buenos frutos. Las obras de misericordia seguramente surgirán como frutos hermosos en la obra del Espíritu. Por sobre todas las cosas, obtendremos el fruto de la salvación al llevar a muchas almas a la salvación. Si actuamos con misericordia también produciremos buenos frutos en nuestro corazón. Todas las cosas tales como las buenas obras que mostramos, incluso hacia las personas malvadas, y el aroma de la oración en perseverancia y bondad, son todos buenos frutos. Por medio de estos frutos, obtendremos honor, tanto en la Tierra como en el Cielo. Jesús también cosechó innumerables frutos con Su misericordia indescriptible. Él, de manera voluntaria, tomó el dolor de la muerte en Su misericordia por las almas que morían. Con ese fruto, innumerables almas han llegado al camino de la salvación. Amados hermanos y hermanas en Cristo: cuando existe alborotadores o algunas personas con carácter desfavorable, ¿qué tipo de actitud tiene usted para con ellos? ¿Acaso alguna vez no ha pensado: Espero que no venga a la iglesia... u, ...ojalá se mudara a otra ciudad? Dios anhela que estemos llenos de misericordia y de buenos frutos y que nos preocupemos de cada una de las almas con amor.
Es mi anhelo que usted pueda amar a su prójimo con obras y veracidad, consolar a los corazones heridos y ayudar a los necesitados. Ruego en el nombre de nuestro Señor, que al hacer esto, usted pueda agradar a Dios y que el fruto de la misericordia y la bondad pueda abundar.
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