Con todo tu corazón
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Julio 27, 2014 |
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“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
Aquellos que poseen una meta clara y un sueño en la vida, poseen paciencia, perseverancia y siempre se esfuerzan para hacer lo mejor. Cuando logran sus objetivos, garantizan alcanzar la fama y las posesiones materiales. Lo mismo sucede entre los creyentes. Aquellos que están llenos con la esperanza del Cielo de manera incansable invierten su tiempo, posesiones y sus propias vidas en realizar la obra del Señor. Con todo su corazón, ellos aman a Dios y dedican sus vidas.
De acuerdo a las palabras del Señor Jesús, debemos amar a Dios y a nuestro prójimo con todo nuestro corazón; pero, ¿qué tipo de amor es este y qué significa en realidad?
Amar a Dios con todo nuestro corazón es alcanzar la bondad.
Si amamos a Dios con todo nuestro corazón, examinaremos en todo tiempo nuestras palabras y obras. Continuaremos cambiando nuestras vidas, examinando si nuestras palabras son buenas y nuestros pensamientos apropiados a los ojos de Dios. Podemos examinar cuánta bondad hemos alcanzado en nuestro corazón al responder algunas preguntas:
¿Busca usted primero el beneficio y ventaja de las demás personas, o busca primero su propio beneficio? Cuando los demás prosperan, ¿se regocija usted tanto como si fueran sus propios logros, o murmura con otros: “A esa persona le falta este y aquel aspecto. No entiendo por qué es tan próspera”? ¿Usted se desanima? ¿Es la paz de su corazón quebrantada cuando alguien le hace pasar un mal rato?
No se puede decir que tales personas anhelan la bondad de Dios, incluso si han escuchado muchos mensajes y tienen anhelo por la gracia. Tenemos que meditar en la palabra escuchada y hacer todo lo posible para llegar a ser una persona de bien. Esta es la forma en la cual tenemos un verdadero anhelo por el espíritu y amamos a Dios con todo nuestro corazón.
Hay algo más que deberíamos recordar. El criterio de juicio de Dios es diferente del criterio humano. Éxodo 15:26 nos dice que debemos hacer justicia, no a nuestros ojos sino a los ojos de Dios. La bondad que la gente reconoce es diferente a la bondad reconocida por Dios.
Algunas personas tienen la apariencia de ser mansas y educadas con todos, pero posiblemente ignoren a otros en su corazón. Cuando el punto de vista de educación de una persona está en conflicto con el suyo propio, es posible que considere a dicha persona como inculta y maleducada y cierre su corazón hacia ella. Otras personas poseen un carácter introspectivo y no les gusta tener disputas con los demás, por ello no insisten en sus propias opiniones y tienden a seguir el consejo de los demás.
No obstante, esto sucede solo debido a su personalidad. Ellos no sirven a las personas de corazón. Es posible que piensen: “Parece que siempre fracaso en tener paz con los demás”, y sus malos sentimientos, como lo es la frustración y el malestar, empeoran. También pueden tener dificultad para descubrir sus males porque piensan que sirvieron y dieron lugar a los beneficios de los demás.
Algunas personas dicen que están soportando las pruebas, pero no pueden hacerlo con alegría y gratitud. Si es que atraviesan persecuciones por la fe y pruebas en sus finanzas con fe, esperanza y amor, entonces sus rostros son cubiertos con mayor gracia. No obstante, debido a que se reprimen y limitan a sí mismos en sus pruebas, el dolor aumenta en la medida que van pasando los tiempos difíciles. Entonces sus rostros muestran tristeza y tonos de ansiedad. Ellos piensan que han soportado bien durante años, pero la puerta a las bendiciones no se ha abierto con la rapidez esperada.
Mientras otros parecen ser sinceros, diligentes y sociables; parecen asumir el trabajo de los demás como si fuera propio, son elogiados entre las personas, pero solo poseen un poco de anhelo por el espíritu. Al igual que Marta, poseen gran interés en sus deberes más que en amar a Dios y ser santificados. Creen que poseen bondad y que están sirviendo a los demás. Para los estándares de los demás pueden ser considerados como buenas personas e incluso ellos mismos piensan que son buenos, pero Dios no reconoce la bondad de ellos.
Si queremos amar a Dios con todo nuestro corazón, tal como Jesús nos dice, debemos buscar la bondad en todos los aspectos y darnos cuenta de lo que es la bondad de Dios y alcanzarla.
En segundo lugar, ofrecer todo a Dios con todo su corazón es alcanzar el amor espiritual.
En 1 Juan 4:21 leemos: “Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”.
Algunos creyentes parecen dar a Dios lo que poseen con fervor, pero no hacen nada para los demás creyentes. Ellos oran fervientemente, asisten a los servicios de adoración con ahínco, y dedican su tiempo y su dinero a Dios. Pero asombrosamente no son considerados ni cuidadosos de las personas que los rodean.
Ellos le han dado a Dios muchas de las cosas que tienen, pero no pueden dar frutos completos de bendición. Por supuesto, no tienen ninguna intención de hacer daño a los demás o de causar males hacia ellos. Son personas de visión limitada cuando se trata de considerar a los demás y el carácter de su corazón tiene la misma medida. Por lo tanto, es posible que lastimen el corazón de los demás y provoquen molestias, aunque no sea intencional.
Supongamos que alguien posee un fuerte anhelo por el espíritu y diligentemente ora y ayuna. Trabaja como voluntario en muchas áreas y da ofrendas substanciales a Dios. Sin embargo mientras ora, esta persona no ora mucho por las almas y el reino de Dios. Parecer tener anhelo por el espíritu, pero no posee el deseo de estar con las personas a su alrededor.
Permítame darle otro ejemplo. Un grupo misionero se divide en grupos más pequeños para limpiar un gran área. Un grupo termina de limpiar su parte un poco antes que los demás. Los demás grupos siguen limpiando. Si tenemos un corazón amplio, seremos capaces de reconocer por qué los otros grupos no han terminado y veremos la ayuda que necesitan. Aquellos que poseen solo un poco de amor espiritual no pueden pensar como si estuvieran en el lugar del otro.
Jesús, en Mateo 22:39, dijo: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Le pido que cuide a muchos con delicado amor y un amplio corazón. Deseo que pueda dar refugio a muchas más almas con el amor, la generosidad y el corazón del Padre. De esta manera puede amar a Dios con todo su corazón.
En tercer lugar, amar a Dios con todo su corazón es cumplir con su deber dado por Dios.
Aquellos que aman a Dios el Padre no solo poseen un amor santo en su corazón, sino que expresan su amor de manera externa. Llegan a dedicar sus vidas al reino de Dios, diciendo: “¿Qué puedo darle a mi Padre? ¿Cómo puedo devolver esta gracia?” Incluso sin un título en la iglesia, es posible que evangelicen y se preocupen por los demás miembros de manera diligente, y que sean voluntarios en los ministerios de la iglesia.
No obstante, algunos de ellos pueden perder el estado de este fervor con el paso del tiempo. Entonces, se desviarán de las obras que no les son confiadas a ellos y desearán más libertad personal. Ellos parecen desempeñar sus funciones externas arduamente pero son negligentes con otras responsabilidades.
Las responsabilidades dadas por Dios, sean grandes o pequeñas, deben ser realizadas al parecer de Dios, no al de las personas. Las responsabilidades no deben ser realizadas solo como un deber sino con fe, esperanza y amor y con el aroma del corazón.
Supongamos que en la elección anual, uno desea ser elegido como presidente de su grupo, pero es elegido como secretario. Si de manera fiel sirve como secretario con todo su corazón, podrá ofrecerle un aroma más hermoso a Dios. Entonces, puede regocijarse y dar gracias simplemente por el hecho de que se le confió un título como secretario o gerente. Esta persona orará y se preocupará de los miembros del grupo, apoyando al presidente del grupo de manera ardua. Supongamos que una persona solía ser el presidente del grupo, pero en este año no es reelegida para la presidencia. Esta persona ya no asiste a las reuniones de grupos y tampoco sirve. Esto significa que su anterior servicio no era un servicio verdadero.
En todos los eventos y actividades le pido que sirva no solo en el cuerpo sino que también lo haga con todo su corazón para Dios. Entonces, no se llevará a cabo dichas obras solo con el mero sentido del deber. Cuando usted sirve con fe y amor de esta manera, puede llenarse de la gracia y el Espíritu. Este corazón de servicio puede ser aceptado como la fragancia del gozo por Dios.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: Dios no mira la apariencia de las personas. Él acepta la fragancia del corazón, el aroma del amor y el temor reverente hacia Él. Cada día su bondad y amor debe incrementarse y debe considerar sus responsabilidades dadas por Dios como algo precioso. Ruego en el nombre de nuestro Señor que al hacer esto pueda darle siempre la gloria a Dios.
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