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“No hurtarás”

Noticias Manmin   No. 182
4955
Febrero 08, 2015


“No hurtarás” (Éxodo 20:15).



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee





Si llamamos a una persona ‘ladrón’, nos sentiremos muy incómodos. Es debido a que sabemos muy bien que robar es pecado y un crimen.

Sin embargo, en varios casos, las personas no admiten que están robando. Significa que pecan sin saber que lo están haciendo, y es más, no se arrepienten por ello ya que no piensan que es un pecado. Analicemos el significados de “hurtar” en el octavo mandamiento: “No hurtarás”.


1. El robo carnal: tomar las cosas de alguien más

Algunas personas simplemente utilizan las cosas que les pertenecen a los demás sin tener el permiso del dueño. Es posible que crean que está bien usarlo sin el permiso del dueño debido a que son amigos cercanos o porque en realidad no es algo valioso. Por lo tanto, no tienen ningún remordimiento de conciencia acerca de esto. A veces no lo devuelven inmediatamente.

Esto no solo causa daños al dueño, sino que además es algo muy grosero ya que no muestra respeto por esa persona. Incluso aunque sea algo insignificante y el dueño sea un amigo nuestro muy cercano, si utilizamos lo que le pertenece a él sin su permiso, a los ojos de Dios es un robo.

Algunas personas dicen frecuentemente: “¿Puedo utilizarlo?” o “¿puedo tomarlo prestado?”, y con frecuencia utilizan las cosas de alguien más. Incluso algunas personas lo utilizan todo y no les queda nada para devolverle a su dueño. Incluso si lo devuelven, el uso causa pérdida e inconvenientes al dueño. Por el contrario, una persona con buena consciencia tendrá remordimiento de conciencia cuando tome incluso una pequeña cosa de alguien más.

Además, a pesar de que no hayamos en realidad robado o tomado lo que le pertenece a otra persona, si recibimos algo de manera injusta también se convierte en un robo. Por ejemplo: algunos toman un soborno utilizando su posición o poder, y otros cobran demás a los clientes y toman beneficios no ganados. En estos casos, las personas de buen corazón tienen remordimiento de consciencia. A pesar de que no hayan robado las cosas de alguien más, ya que injustamente tomaron algo que no debería haber tomado, en realidad es un robo en un sentido estricto.


2. El robo espiritual: tomar cosas que le pertenecen a Dios

Robar cosas que le pertenecen a Dios está directamente relacionado a la salvación de cada uno. Por ejemplo: Judas Iscariote, que era uno de los doce discípulos de Jesús y encargado del dinero de las ofrendas, robó parte de ese dinero, y en la obra de Satanás incluso vendió a Jesús. Él no pudo recibir el espíritu de arrepentimiento por lo que enfrentó una muerte miserable al cometer suicidio.

En la actualidad existen algunos creyentes que roban el dinero de Dios. Algunos de ellos parecen llevar una buena vida cristiana e incluso son obreros de la iglesia. Sin embargo, no se dan cuenta del tipo de pecado que están cometiendo. Incluso si su pecado no es descubierto por otras personas y no son castigados por ello, Dios ve todas las cosas. En realidad tienen que pagar el precio de acuerdo a la justicia, lo cual es algo más terrible. ¿Qué sucede si ellos no se arrepienten y terminan cayendo en los siete años de la gran tribulación como un ladrón que roba lo que le pertenece a Dios? ¡Esto será algo desgarrador!

Luego, el mal uso de las cosas sagradas en la iglesia y gastar el dinero de la iglesia sin cuidado es también robar lo que le pertenece a Dios. No debemos gastar las cuotas de afiliación de los diferentes grupos de Misiones a nuestro antojo de manera despreocupada, utilizar papelería de la iglesia para fines personales, y cosas que se desechan que compramos con dinero de la iglesia. Además, si recibimos finanzas de parte de la iglesia, las utilizamos, y tenemos dinero restante pero no lo devolvemos y lo utilizamos para cosas personales, significa que usamos el dinero de Dios a nuestra discreción. Nuevamente esto es robar.

No debemos usar los teléfonos de la iglesia y demás equipos para propósito personales. Además, los padres deben evitar que sus hijos pequeños arruguen o rompan los sobres para las ofrendas, los boletines semanales o el periódico de la iglesia. Tales personas pueden crear un muro de pecado delante de Dios.

En particular, Dios, de manera estricta, nos advierte acerca de hurtar los diezmos y las ofrendas. El diezmo es darle a Dios el diez por ciento de nuestros ingresos a manera de reconocimiento por Su soberanía sobre las cosas materiales. Esto prueba que nosotros creemos y reconocemos a Dios quien gobierna nuestras vidas. Por lo tanto, si usted no da su diezmo profesando su fe en Dios, es robarle a Él, y de esta manera, las maldiciones tomarán lugar (Malaquías 3:8-9). Esto no quiere decir que Dios lo maldecirá porque usted no diezma, sino que, debido a que Él no puede protegerlo de las acusaciones de Satanás, por ende sufrirá dificultades financieras, pruebas, persecución y enfermedades.

Los diezmos no son solo el diez por ciento de su salario sino de todos sus ingresos mensuales. Si es que tiene algún ingreso extra, o dinero de bolsillo, o un regalo que recibió de alguien más, es también un ingreso y también debe dar el diezmo de todas esas cosas. Sin embargo, algunas personas simplemente excluyen todos los demás ingresos y sencillamente dan el diezmo solo de su salario. Además, aun del salario debitan impuestos y los demás gastos y solo dan diezmos de lo que les sobra. Incluso, en algunos casos, calculan sus diezmos pero no los dan como su diezmo, sino que lo entregan como ellos quieren; como una ofrenda misionera u ofrenda para obra de caridad.

Además, tampoco hay que robar las ofrendas de gratitud. Los hijos de Dios tienen tantas cosas de las cuales estar agradecidos. Estamos agradecidos por ser salvos y poder ir al Cielo; por haber recibido una responsabilidad, por poder acumular recompensas y que Dios nos proteja y bendiga en cada ámbito. Estamos agradecidos porque incluso en dificultades o pruebas, creemos que Dios permite que todas las cosas obren para nuestro bien. Por ello damos ofrendas de gratitud cada domingo, y ofrendas especiales durante ocasiones especiales.

Se trata de una cuestión de rutina, incluso entre las personas. Cuando alguien nos hace algún favor, lo apropiado es expresar nuestra gratitud y devolver la gracia con alguna obra, al igual que sentirse agradecido de corazón. De igual manera, es posible sentirnos agradecidos a Dios por protegernos cada semana y responder nuestras oraciones y querer devolver la gracia al dar más. Sin embargo, algunas personas dan ofrendas de gratitud de mala gana a pesar de que creen en Dios.

Cuando damos de mala gana a Dios demostramos que nuestro corazón está lleno de codicia por las riquezas y deseos mundanos (Mateo 6:24). Si alguien es un nuevo asistente, puede que sea comprensible, pero si ha sido cristiano por mucho tiempo y aún posee ese tipo de corazón, posiblemente su fe recaiga. De esta manera, si alguien toma las ofrendas que deberíamos dar a Dios, esto está relacionado con nuestra salvación.

Claro está que la medida de la fe de cada uno es diferente, y debido a que Dios conoce todas las condiciones y lo más secreto del corazón de cada persona, Él no mira la cantidad de la ofrenda (Marcos 12:41-44). Dios quiere recibir nuestro aroma de gratitud y fe. Si nosotros buscamos agradarle a Él recibiremos grandes bendiciones de Dios. Dios permitirá que nuestras almas prosperen, nos dará más condiciones de agradecimiento y nos bendecirá 30, 60 y 100 veces más.

Otro tipo de hurto espiritual es con respecto a la Palabra de Dios. Es decir, realizar falsas profecías en el nombre de Dios. Existen personas que dirán cosas relacionadas al futuro de los demás, como un adivino, diciendo que escuchó la voz de Dios. Además, algunos tienen sueños personales y dicen que fueron dados por Dios, otros dicen haber visto una visión con sus propios pensamientos y dicen que Dios se la mostró en visión. Esto es tomar el nombre de Dios en vano.

Claro está que es algo bueno entender la voluntad de Dios con la inspiración del Espíritu Santo y proclamarla; sin embargo, para poder realizar esto, debemos primeramente examinar nuestra propia vida y ver si en realidad somos dignos de ser usados como un instrumento para declarar la Palabra de Dios. Dios escoge a aquellos que no tienen maldad y son limpios de corazón, y les permite proclamar la voluntad de Dios. Les exhorto a que examinen lo que están diciendo con discreción y jamás roben la Palabra de Dios con sus pensamientos por ningún motivo.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: aparte de los casos anteriores, si una persona no cumple con su deber y gasta el tiempo a su antojo, el tiempo que se supone debe ser invertido para Dios pero lo pierde, es también robar el tiempo. Les animo a despojarse de todo pensamiento egoísta y codicia, y a siempre ir en busca del beneficio de los demás con un corazón sincero y fiel teniendo una conciencia tranquila. Ruego en el nombre del Señor que cada uno de ustedes se convierta en hijo perfecto de Dios en la verdad.


 

 

 
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