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“No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”

Noticias Manmin   No. 183
4990
Febrero 22, 2015


“No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16).



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee






Con confianza algunas personas dicen que no mienten. Sin embargo, desde el punto de vista de Dios, quien es la verdad misma, con frecuencia las personas mienten. Es como un poco de suciedad o la mancha más pequeña que se puede ver cuando la luz brillante resplandece, lo cual no podría verse con facilidad en la oscuridad. Por lo tanto, ahora examinemos dichas falsedades.


1. Decir que hizo lo que en realidad no hizo y decir que no hizo lo que usted sí hizo

Durante un juicio legal se muestra claramente cómo el testigo falso podría tener un serio impacto negativo. En los procedimientos judiciales, las palabras de un testigo afectan directamente el veredicto. Debido al impacto de un falso testigo, una persona inocente puede ser condenada y posiblemente sentenciada a muerte con base en el testimonio.

La Biblia dice que tanto el juez como el testigo deben ser muy prudentes. Nos dice que no debemos escuchar solo a un testigo sino a dos o tres personas para poder entender la situación correctamente. También entendemos que un falso testigo debe ser castigado (Deuteronomio 19:15-20).

Esto implica que los hijos de Dios no deben decir ningún tipo de mentira en sus vidas, sin importar cuán triviales parezcan ser. Además, si permanecen callados cuando deberían decir la verdad, eso también es un acto de falsedad. Por ejemplo: digamos que vemos que alguien es acusado injustamente por un error que nosotros cometimos, pero nos quedamos callados al respecto. O, si compramos algo en algún negocio y la persona que atiende por error entrega cambio demás y nosotros simplemente lo recibimos, no podemos decir que somos personas veraces. Dios no solo quiere que no seamos mentirosos, sino que quiere que nuestro propio corazón sea veraz al igual que nuestras palabras y acciones.

A veces las personas dicen mentiras piadosas. Por ejemplo: si alguien le pregunta si ha comido, en consideración por la persona posiblemente usted diga que ya ha comido aunque en realidad no lo ha hecho. Aun así, en esta situación, es mejor decir: “Aún no, pero no deseo nada para comer”.

Examinemos un caso similar en la Biblia. Cuando Saúl estaba intentando matar a David, Jonatán escondió a David en el campo y no quiso decirle la verdad a su padre. Al contrario, dijo que David se había dirigido a ver a sus hermanos. Aunque no fue una elección perfecta, hizo todo lo posible para salvar a David.

Como vemos en este caso, si mentimos con buenas intenciones y sin buscar nuestro propio beneficio, Dios no nos condena incondicionalmente por la mentira que hayamos dicho. Pero si entramos a un nivel más alto de bondad, en primer lugar este tipo de situación no se dará y no seremos atrapados en una mentira piadosa. Dios obra de tal manera que intentaremos evitar esta situación. Ya que Dios conoce lo más profundo de nuestro corazón y no podemos engañarlo, debemos primeramente tener corazones veraces, recibir sabiduría de lo alto y siempre hablar palabras virtuosas y amables.


2. Añadir u omitir algo mediante sus propios pensamientos y sentimientos

Cuando las personas entregan un mensaje de una persona a otra, a menudo agregan u omiten algo. Si lo hacen con una buena intención, posiblemente no parezca ser malo. Pero si lo hacen con mala intención, es posible que esto cause malos entendidos entre las personas, y esto sí es un problema. A pesar de que compartan las mismas palabras, de acuerdo a la entonación y acento que impone, el significado puede cambiar.

Por ejemplo: decir por qué, con un tono implorante de preocupación, y ¿por qué?, con un tono de discordia e ira, transmite significados completamente diferentes. Por supuesto, es muy difícil dar el mensaje de otra persona de manera exacta, del mismo modo que lo dijo, como en una grabación de audio. Sin embargo, debemos intentar expresar la intención original de aquel que dijo esas palabras de la manera más precisa posible.

Además, aunque podamos compartir la intención correctamente, si no es afable, edificante y si no es cierto, no deberían compartirlo. Aunque esté compartiendo el mensaje con una buena intención, el corazón del oyente se destruirá, y esto da como resultado el distanciamiento entre las personas.

Mateo 12:36-37 dice: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Es mi anhelo que usted diga solo palabras llenas de gracia y edificantes para que sea reconocido como un hombre justo por Dios.


3. Hablar palabras que juzgan y critican a alguien sin conocer realmente su corazón

Cuando alguien mira los rostros y acciones de los demás, o los escucha, a menudo juzga el corazón de ellos con su propio pensamiento y sentimiento. Su amigo pasó por su lado sin siquiera darse cuenta que usted estaba allí. Es posible que su vista se vea afectada o posiblemente haya estado mentalmente preocupado pensando en algo más. No obstante, posiblemente usted piense: Me acaba de ignorar o, ¿acaso está molesto conmigo?

Aunque podemos ser rápidos para percibir los sentimientos de una persona a la que somos muy cercanos, aún es difícil entender completamente el corazón de la persona. Por lo tanto, muchas personas malentienden, juzgan y tienen malos sentimientos; calumnian y critican a los demás y es solo porque usan sus estándares personales como norma. Es un caso de falso testimonio ya que es posible que digan algo que provenga de su propio juicio aunque no sea verdadero y sea diferente al corazón de la persona. Si somos parte del juicio a los demás, también es un acto insensato de participar en falso testimonio.

La mayoría de hombres carnales piensan que los demás mostrarán la maldad que ellos han mostrado si se encuentran en la misma situación en la que ellos estaban. Es decir, una persona con un corazón mentiroso duda que los demás también lo estén engañando. Una persona que ignora a los demás piensa que también lo ignoran en cierta situación. Por consiguiente, no debemos juzgar ni condenar a los demás por nuestros propios estándares.

Si alguien habla acerca de las faltas de los demás y los critica, debe darse cuenta que él mismo está realizando una obra de mayor maldad (Mateo 7:1-5). Podemos darnos cuenta de las cosas malas que hacen los demás cuando nos abstenemos de nuestra propia maldad y nos santificamos. Pero de hecho, después de abstenernos de la maldad en nuestro corazón, no queremos ver las faltas de los demás. Al contrario, solo veremos buenas cosas en ellos y cubriremos sus faltas.

Santiago 4:11 dice: “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez”. Esto nos dice que juzgar y condenar a los demás es un acto de mucha maldad. Es intentar ser como Dios, quien es el único Juez.

Algo más que deberíamos recordar es que no debemos juzgar la palabra de Dios con nuestros pensamientos. Dios puede hacer cosas que son absolutamente imposibles dentro de los límites del hombre. Por consiguiente, no debemos pensar que algo es incorrecto o erróneo con la Palabra.

A veces, aunque no tengan malas intenciones, las personas constantemente dicen mentiras triviales. Exageran o minimizan los asuntos. Quizás una persona diga que alguien ha comido mucho de cierto plato. Sin embargo, otra persona quizás diga que esa persona se lo ha comido todo. Otra persona puede decir que no sobró nada aunque haya quedado un poco. Es posible que escuchemos: “Todos están de acuerdo”, a pesar de que solo un pequeño grupo esté de acuerdo.

Algunas personas reportan un número específico de algo a pesar de que no estén seguros. Aunque su intención no sea la de mentir, en realidad es una mentira. He aquí un ejemplo en el que una persona entrega un mensaje en su propio pensamiento. A la hora de la cena, un superior está comiendo con mucha gente, y dice: “La mesa parece estar un poco escasa”. Alguien lo escucha y le dice a la otra persona: “Dijo que no había carne en la mesa”. Posiblemente no parezca ser algo importante, no obstante está añadiendo o quitando cosas.

Si su corazón solo está lleno con la verdad, no añadirá u omitirá nada, ni siquiera cosas pequeñas. No añade sus sentimientos y pensamientos. Por lo tanto, si carece de veracidad en sus palabras, aunque sean cosas insignificantes, debe darse cuenta que sigue teniendo una naturaleza mentirosa en su vida. Si es que aún no se ha abstenido de la raíz de la falsedad, en una situación desesperada, posiblemente diga una mentira que le cause daño a los demás. De este modo, les animo a que se despojen por completo.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: como hijos de Dios, que es la Luz, les insto a alcanzar un corazón puro, libre de falsedades, incluso en relación con el asunto más pequeño. Ruego en el nombre de nuestro Señor que Dios brille en sus caminos, se convierta en un escudo en sus dificultades y que derrame buenas cosas en abundancia en sus vidas al caminar en veracidad (Salmos 84:11).


 

 

 
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