«Y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios»
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Abril 26, 2015 |
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«Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios» (Éxodo 16:12).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
Faraón no quería dejar ir a los israelitas a pesar de que Egipto había sido perjudicado debido a los diferentes tipos de plagas. Sin embargo, luego de la plaga de la muerte de los primogénitos, le dijo a los israelitas que se fueran de inmediato.
Todo fue hecho tal cual lo había anunciado Dios anteriormente. Ahora el pueblo de Israel había salido de Egipto para dirigirse a Canaán. Solo contando los hombres, había seiscientos mil. Una multitud mixta también salió con ellos, junto con ovejas y rebaños, un gran número de cabezas de ganado (Éxodo 12:38).
Ahora examinemos su viaje por Canaán junto a Moisés. Al profundizar en los incidentes durante el viaje, le insto a que se ponga en la posición de Moisés o de los israelitas y que compruebe si hubiera actuado de acuerdo a la voluntad de Dios.
1. Dios abrió el mar Rojo y se manifestó ante Moisés
Desde el momento que los israelitas dejaron Egipto, Dios iba delante de ellos guiándolos con una columna de nubes durante el día y una columna de fuego durante la noche.
Pero la marcha pacífica de Israel terminó en poco tiempo. Faraón tomó seiscientos carros especiales de guerra y todos los capitanes de Egipto para atraparlos (Éxodo 14:7). Esto debe haber sido algo que causó mucho miedo. Delante de ellos se encontraba el mar Rojo y por detrás el ejército egipcio que los perseguía. Los israelitas, llenos de terror, comenzaron a levantar sus quejas a Moisés.
Esto probó que ellos aún no creían en Dios. Salieron de Egipto porque Dios había escuchado el clamor de ellos mientras sufrían por la esclavitud. Moisés no sacó a Israel a la fuerza. Sin embargo, Él no reprendió a los israelitas que tenían poca fe, sino que mostró una obra de gran poder por medio de Moisés.
Primeramente, el ángel de Dios que había ido delante del campamento de Israel se movió y fue detrás de ellos, y la columna de nubes también se movió de delante y se colocó detrás de los israelitas. Luego, durante la noche, el lado de los israelitas tenía luz, pero solo había nubes y oscuridad en el lado de los egipcios. El ejército egipcio no podía marchar debido a la completa oscuridad.
Finalmente, Moisés extendió su vara tal como Dios se lo había pedido. Por un fuerte viento del este que sopló toda la noche, el inmenso mar se dividió, la tierra seca apareció y la gente pudo caminar sobre la tierra seca en el medio del mar. Cuando los israelitas terminaron de cruzar el mar Rojo que había sido dividido, Moisés extendió sus manos nuevamente sobre el mar. Entonces el mar Rojo que había sido dividido volvió a la normalidad. En cuestión de segundos, todo el ejército de Egipto fue sepultado en el agua.
La hermana de Moisés, Miriam y las demás mujeres también danzaron con panderos en sus manos dándole la gloria a Dios (Éxodo 15:20-21). Las Diez Plagas por sí solas fueron un hecho increíble, pero Dios confirmó que él estaba con los israelitas y se manifestó a Moisés una vez más al dividir el mar Rojo.
2. Moisés ayunó y oró por el pueblo
En Éxodo 15 se describe el incidente de lo ocurrido en Mara. Luego de haber cruzado el mar Rojo, los israelitas salieron al desierto. Sin poder conseguir agua potable para beber, llegaron a un lugar llamado 'Mara'. Finalmente encontraron agua, pero esta era muy amarga como para beberla. Ellos fueron testigos de las Diez Plagas, y habían cruzado el mar Rojo en tierra seca tan solo tres días atrás, pero inmediatamente comenzaron a expresar sus quejas sin mostrar su fe. Por medio de la fe de una persona, Moisés, Dios cambió el agua amarga en agua dulce.
Cuando se quejaron acerca de la comida, Dios les dio maná. Cuando quisieron algo más que maná, Dios envió codornices para que pudieran disfrutar de comer carne. Nuevamente, cuando ya no tenían agua, ni siquiera el agua amarga, las personas se quejaron. Dios hizo que Moisés golpeara la roca y que saliera agua.
Por medio de la fe de una persona, Moisés, Dios perdonó a todos los israelitas y en Su misericordia envió las obras para salvarlos. No obstante, incluso después de esto, el pueblo de Israel no pudo mostrar fe cuando enfrentaron dificultades. La compasión que Moisés sentía cada vez no podía ser expresada con palabras. Tuvo que orar a favor de las personas que no tenían fe para hacerlo. Al mismo tiempo, tenía que enseñarles la verdad y sembrar fe en sus vidas. Además, se encontraba en una situación desesperada al orar por el pueblo de Israel ofreciendo su propio espíritu.
Fue cuando Moisés recibió los Diez Mandamientos. Moisés ayunó y oró durante cuarenta días para recibir los Diez Mandamientos para los israelitas. Sin embargo, ellos se impacientaron cuando Moisés no regresaba. Se hicieron la imagen de un becerro de oro, y ofrecían sacrificios delante de la imagen del becerro y disfrutaban de la bebida y la comida. Dios se entristeció por tales actos malvados que cometieron e iba a destruir a todos ellos y formar una gran nación por medio de Moisés.
Sin embargo, Moisés suplicó a Dios que salvara a Israel, ofreciendo su propio espíritu (Éxodo 32:32). Por medio de su oración desesperada, Dios nuevamente perdonó al pueblo.
3. Miriam llega a tener lepra por criticar a Moisés
A pesar de que ellos vieron muchas obras de Dios, no tuvieron fe, por esta razón se quejaron en contra de Moisés y entristecieron a Dios cada vez que enfrentaban dificultades (Salmos 78:40). A pesar que fueron liberados de las dificultades gracias a la fe de Moisés, incluso lo criticaron diciendo que era alguien indigno cada vez que enfrentaban dificultades.
Por ejemplo: cuando Moisés tomo una mujer de Etiopía como su esposa, su hermano Aarón y su hermana Miriam lo criticaron. Números 12:2 dice: «Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová». Ellos quisieron decir que tenían la autoridad para exhortar un mal comportamiento de Moisés ya que ellos también eran profetas de Dios. Además, Dios no perdonó a Miriam y a Aarón por haber criticado a Moisés, ya que él era fiel en toda la casa de Dios y era un hombre con un corazón conforme al de Dios. Dios derramó Su ira sobre Miriam y Aarón, los que criticaron a Moisés, y Miriam se volvió leprosa.
Luego de que Moisés orara a Dios para que la sanara, Él la sanó.
4. Razón por la que Dios mostró las obras poderosas a los israelitas
Mientras se encontraban marchando hacia la tierra de Canaán, los israelitas vieron muchas señales y prodigios, sin embargo, continuamente contendían y se quejaban en contra de Dios y de Moisés, el hombre de Dios. No obstante, Dios fue paciente con ellos; Él simplemente les mostró muchas obras poderosas para que la fe de ellos pudiera crecer.
Entonces, ¿por qué Dios realizó tantas obras poderosas ante el pueblo de Israel a través de la fe de Moisés? Es debido a que Dios sinceramente quería que crecieran en la fe a través de ver Su poder. Dios los guio para que conozcan y crean en Él al experimentar las obras del Dios Todopoderoso y que obedecieran de corazón.
Además, cada vez que realizaba alguna obra grandiosa, Él decía: «Y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios» (Éxodo 16:12). En este caso, conocer a Dios es abstenerse de los pecados y la maldad y asemejarse a Dios quien es Luz. Y además, es obedecer la voluntad de Dios con una fe espiritual perfecta. Solo este tipo de personas pueden ingresar a la tierra prometida, Canaán.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: Dios protegió al pueblo de Israel de las Diez Plagas, dividió el mar Rojo, envió maná y codornices y los guio con las columnas de nubes y fuego. Mediante Su gracia y poder, los israelitas, el pueblo elegido por Dios, pudieron entrar a Canaán, que representa el santo lugar de morada.
Para poder ingresar en el lugar sagrado debemos desechar los pecados y la maldad, y alcanzar la santificación de nuestros corazones. Además debemos creer en Dios de corazón y solo dar gracias y regocijarnos, aunque sea en dificultades, con un corazón sincero en plena certidumbre de fe.
Ruego en el nombre del Señor que al hacer esto, ustedes puedan convertirse en hijos verdaderos y entrar a la Nueva Jerusalén, la morada más hermosa en el Cielo.
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