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«Si Jehová se agradare de nosotros...»

Noticias Manmin   No. 188
5371
Mayo 10, 2015


«Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel» (Números 14:8).



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee






Los israelitas llegaron a la entrada de la tierra prometida de Canaán un año después de su éxodo desde Egipto. Por lo general, para ir desde Egipto hasta Canaán se requerían varios días si se tomaban los atajos. No obstante, Dios guio a los israelitas por un camino más seguro, por el desierto, aunque tenían que rodear el área, a fin de evitar conflictos con otro pueblo llamado ‘filisteo’.

Asimismo, la fe de toda la congregación de Israel era necesaria para que pudieran entrar a Canaán. Dios les dio las oportunidades para que pudieran obtener fe al mostrarles Su poder por medio de Moisés cada vez que enfrentaban situaciones difíciles. Veamos ahora las pruebas de fe que tuvieron los israelitas.


1. Los diez espías y los israelitas no pasaron la prueba de fe

Finalmente los israelitas llegaron a Cades-barnea, justo debajo de la tierra de Canaán. Dios hizo que Moisés seleccionara un líder de cada una de las doce tribus para que explorara la tierra durante cuarenta días. Este fue el inicio de la prueba para entrar en la tierra de Canaán.

Exploraron la tierra de Canaán por cuarenta días, y ciertamente como Dios dijo, era una tierra donde fluía leche y miel. La tierra es buena y los frutos y cosechas eran abundantes. Había varios pueblos distintos en la tierra de Canaán; eran pueblos grandes y fuertes. Entre ellos estaban los hijos de Anac, la parte de los Nefilim. Eran tan grandes que los espías pensaron que eran como langostas en comparación a estas personas. Debido a que ellos eran grandes, sus ciudades y murallas también eran grandes. Diez de los doce espías se desalentaron al ver la realidad de la situación. Pero al escuchar los reportes negativos, los israelitas comenzaron a quejarse contra Moisés y Aarón.

En Números 14:2-3 leemos: «Y murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡O en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?» Tal como dijeron, todos murieron en el desierto.

Por consiguiente, debemos comprender la importancia de las confesiones de nuestros labios, y no debemos decir nada de modo imprudente.


2. Josué y Caleb pasaron la prueba de fe con confesiones espirituales

Dios liberó al pueblo de Israel de Egipto haciendo uso de las Diez Plagas, les permitió cruzar el mar Rojo como si fuera tierra seca, les dio maná y codornices, y los dirigió con un pilar de nubes en el día y un pilar de fuego en la noche.

No obstante, los israelitas solo vieron la realidad y murmuraron contra Dios y Moisés cuando las cosas no concordaban con sus propios beneficios. Incluso tramaron un plan para nombrar otro líder y regresar a Egipto. Sin embargo, Josué y Caleb comenzaron a suplicarles y a proclamar fe mientras rompían sus vestiduras, diciendo, según lo escrito en Números 14:7-9: «La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis». El pueblo quería incluso apedrear a estos dos hombres.

Dios envió los doce espías a Canaán y probó la fe de ellos. En consecuencia, solo Josué y Caleb pasaron la prueba. Los hombres de fe no miran la realidad de las cosas. Simplemente entienden cuál es la voluntad de Dios y saben que pueden hacer cualquier cosa si Dios está con ellos. Luego actúan con base en sus confesiones para producir obras de fe.

De hecho, los israelitas experimentaron tantas obras de Dios, pero a excepción de Josué y Caleb, ellos fracasaron en su prueba de fe. No solo fracasaron en la prueba sino que también se levantaron contra Dios con palabras y actos de maldad; en consecuencia, no lograron entrar a la Tierra de Canaán.

Al final la promesa de Dios respecto a Canaán se pasó a sus descendientes menores de veinte años. Y los diez espías que llevaron los reportes muy malos de la tierra y que hicieron murmurar a la congregación murieron por una plaga ante Dios.


3. Los israelitas que no se arrepintieron enfrentaron aflicciones

Como está escrito en los siguientes pasajes después de Números 14:39, los israelitas se arrepintieron y dijeron que atacarían la tierra de Canaán, pero Moisés sabía bien que Dios no estaba con ellos porque esto fue después de su pecado, así que él trató de detenerlos. Él les dijo que Dios no estaba con ellos porque se habían alejado de Sus caminos, pero a pesar de sus consejos, algunos fueron y atacaron la colina. El resultado fue una derrota terrible.

En lugar de ir a la tierra de Canaán de esa manera, debían arrepentirse de su maldad por completo y decidir llenarse de fe espiritual. No obstante, esta acción no fue algo que hicieron con una actitud de arrepentimiento, sino que, únicamente deseaban evitar el castigo e intentar cubrir sus faltas. Una vez más, el resultado de esto fue la desobediencia, y por causa de ello, tuvieron que enfrentar el dolor de la derrota completa, y finalmente, comenzaron la vida de cuarenta años vagando en el desierto.

La primera generación del Éxodo no se arrepintió ni cambió, ni siquiera después de recibir el castigo de vagar por el desierto. Luego uno de los levitas llamado Coré tentó a 250 líderes de influencia para que se unieran a él y se pusieran en contra de Moisés. En especial Datán y Abirán hablaron cosas insensatas culpando a Moisés por el hecho de no poder entrar en Canaán. Ahora Dios mismo resolvió el problema. Cuando Moisés terminó de hablar acerca de la muerte de Corán, Datán y Abiram, la tierra que estaba debajo de ellos y sus familias se abrió. Para este momento, la gente debía haber comprendido cuál era la voluntad de Dios, pero en lugar de eso se quejaron contra Moisés y Aarón.

El Dios paciente planeó algo para permitir que el pueblo entendiera una vez más. Dios le dijo a Moisés que tomara una vara de los líderes de cada tribu, un total de doce varas, e hizo que escribiera el nombre de los líderes de cada tribu sobre las varas y que las pusiera en el tabernáculo del testimonio. Dios deseaba mostrarles evidencias. Él hizo que la vara de Aarón floreciera durante la noche.

No obstante, incluso esta señal no les sirvió, porque aun después de verla, cuando no tuvieron agua para beber o cuando estaban cansados de comer maná diariamente, se quejaban de la misma manera que antes. El tiempo pasó y los que fueron niños durante el Éxodo crecieron y tuvieron roles importantes. El tiempo de los cuarenta años casi había llegado a su fin. El pueblo estaba a punto de terminar sus dificultades en el desierto y marchar hacia la tierra prometida.

Todos los de la primera generación del Éxodo, excepto por dos personas, murieron en el desierto por causa de sus quejas contra Dios en Cades-barnea. Moisés y Aarón tampoco pudieron entrar en la tierra de Canaán porque, en calidad de líderes, eran responsables de ello. Únicamente Josué y Caleb recibieron la promesa de que entrarían a la tierra de Canaán junto a la siguiente generación.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: Josué y Caleb no tuvieron temor, ni siquiera ante la gente grande de Canaán y su gran fortaleza, sino que confesaron: «Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel» (Números 14:8). Esta confesión de Josué y Caleb también se puede aplicar hoy a nuestras vidas de la misma manera. Si Dios está complacido con usted, podrá recibir las respuestas de Dios a lo que pida.

Lo que más le agrada a Dios es la fe espiritual. Josué y Caleb agradaron a Dios con fe. Le animo a ser fuerte y valiente con fe como la de Josué y Caleb, y por ende, que agrade a Dios y reciba respuestas a todas las peticiones de oración. Ruego en el nombre del Señor, que al hacer esto, eventualmente disfrute de la gloria de la Nueva Jerusalén.


 

 

 
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