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«Jehová tu Dios estará contigo»

Noticias Manmin   No. 189
5020
Mayo 24, 2015


«Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Josué 1:9).



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee




Luego del éxodo, los israelitas fueron testigos de muchas obras poderosas de Dios, por ejemplo: las diez plagas y la separación del mar Rojo. No obstante, no mostraron fe espiritual. En consecuencia, ellos no pudieron obtener las bendiciones otorgadas por Dios y tuvieron que vivir en el desierto durante cuarenta años.

Ahora, toda la primera generación había muerto, y solo Caleb y Josué y la segunda generación estaban a punto de ingresar a la tierra de Canaán. Antes de entrar a esta tierra, Moisés reunió al pueblo y les predicó. Profundicemos ahora en lo que Moisés les instó que hicieran y cómo Josué conquistó la tierra de Canaán.


1. Moisés les instó a los israelitas a que guardaran los mandamientos de Dios

Moisés estaba dando su último consejo con gran afecto por el pueblo de Israel que tenía que conquistar la tierra de Canaán después de su muerte. En realidad, todo el contenido del sermón se encuentra en el libro de Deuteronomio. El punto clave consistía en que debían guardar los mandamientos de Dios.

En Deuteronomio 5:32 leemos: «Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer».

El tema que se repite una y otra vez en Deuteronomio es que seremos bendecidos cuando guardemos los mandamientos de Dios, y que seremos malditos si no lo hacemos. Esto no se dio para atemorizar a la gente o poner una carga sobre ellos.

Deuteronomio 10:13 dice: «¿...que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?» Este era el mensaje que les hablaba del camino para hallar la verdadera felicidad.

Desde la caída de Adán, este mundo llegó a estar bajo el control del enemigo diablo. Los que no creen en Dios están destinados a sufrir persecuciones y pruebas bajo el control de Satanás. Por consiguiente, para que podamos tener una vida bendecida, debemos apartarnos de las tinieblas y guardar la Palabra de Dios quien es luz. Los que no guardan los mandamientos de Dios son los que habitan en las tinieblas y pertenecen al enemigo diablo. Así que, cuando el enemigo diablo cause persecuciones y pruebas sobre estas personas, Dios no podrá protegerlos.

Por eso Dios hizo hincapié en repetidas ocasiones a lo largo de los 66 libros de la Biblia respecto a que no debemos habitar en tinieblas, sino que debemos caminar en la Luz. Moisés conocía este hecho muy bien y les aconsejó muchas veces a los israelitas que guardaran los mandamientos de Dios.

Al este del Jordán, desde donde podía ver la tierra de Canaán, Moisés finalmente fue al lado de Dios Padre después de 120 años de vida. Solo con su fe, él podría haber ingresado a Canaán. No obstante, debido a que tuvo que asumir la responsabilidad como líder de la primera generación del éxodo, no pudo ingresar en Canaán.


2. La segunda generación se comprometió a obedecer a Josué, sucesor de Moisés

Después de que Moisés murió, Dios designó a Josué, hijo de Nun, para que guiara al pueblo de Israel. Josué fue uno de los doce espías; él agradó a Dios con su profesión positiva de fe. Siempre seguía a Moisés como su siervo, y aun cuando Moisés ayunó durante cuarenta días para recibir los Diez Mandamientos, él no abandonó a Moisés.

Probablemente él tenía también una gran carga en su corazón porque el gran líder ya no estaba con él, y ahora debía aceptar las responsabilidades de su maestro. Él sabía cuán difícil y pesada es la responsabilidad del liderazgo para muchas personas. Por cuarenta años Josué vio las lágrimas y agonía de Moisés más cerca que ninguna otra persona.

Debido a que Dios conocía su corazón, Él animó a Josué diciéndole: «Se fuerte y valiente» (Josué 1:5-6). Los israelitas que estaban con Josué también eran diferentes a los de la primera generación del Éxodo.

La segunda generación fue educada con la Palabra de Dios y habían visto muchas obras poderosas de Dios. Además tenían grabada en el corazón la razón por la que sus padres no pudieron entrar en la tierra de Canaán y tuvieron que vagar en el desierto por cuarenta años. Ahora estaban listos para obedecer a Dios y su líder con fe verdadera.

Diciendo: «Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente» (Josué 1:18).


3. Rahab la ramera escondió a los espías con fe en Dios, y recibió bendiciones

El primer lugar que debían conquistar para entrar en la tierra de Canaán era Jericó. Antes de que fueran a Jericó, Josué envió a dos espías para conocer la ciudad.

La ciudad de Jericó era una obra maestra en aquel entonces. La mayoría de ciudades tenían únicamente un muro, pero Jericó tenía dos muros, lo que la hacía aún más fuerte. En especial la gente de Jericó se encontraba en un alto nivel de cautela tratando de defenderse de un ataque por parte de los israelitas. Cierto día el rey de Jericó escuchó que espías habían infiltrado la ciudad, y envió a sus soldados a que los buscaran y los espías estuvieron a punto de ser capturados.

En ese instante, Dios proporcionó una mano de ayuda totalmente inesperada. Se trataba de Rahab, una ramera en cuya casa se hospedaban los espías. Ella era gentil y de posición social baja, pero escondió a los espías e hizo confesiones de fe sorprendentes ante ellos. Ella dijo: «...porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra» (Josué 2:9-11). Entonces les pidió que le perdonaran la vida a ella y a sus familiares cuando los israelitas conquistaran Jericó.

Debido a esto, Rahab no solo pudo preservar su vida y la de sus familiares, sino también casarse con un israelita. Y al dar a luz a Boaz, quien se convirtió en el bisabuelo del rey David, en Mateo 1:5-6 se registra que ella está dentro de la genealogía de Jesús. Con pensamientos humanos podemos pensar que ella traicionó a su propio pueblo y que escondió a los espías, pero lo que escogió no fue una nación por encima de la otra, sino a Dios el Creador Todopoderoso. Cuando escuchó acerca de todas las señales y prodigios de Dios que acompañaron a los israelitas, debido a que poseía un buen corazón, ella pudo reconocer a Dios.

Dios no abandona nunca, pero da bendiciones a aquellos que le buscan y confían en Él con corazón verdadero, porque él busca en el corazón profundo.


4. Los dos espías agradaron a Dios con declaraciones de fe

Los espías escaparon de la ciudad con la ayuda de Rahab y se escondieron en las montañas durante tres días. Luego regresaron al campamento de Israel. No dijeron nada con actitud negativa, sino que confesaron únicamente lo que habían visto con ojos de fe. «Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros» (Josué 2:24).

En la misma situación, se hubieran pronunciado palabras diferentes de persona a persona. Algunas personas dicen palabras para desalentar o frustrar a los demás, mientras que otros alientan y consuelan a los demás con sus palabras. De esta manera, no debemos decir palabras que deshonren a Dios o que no suenen bien. Más bien debemos profesar palabras de fe y fortaleza a los demás.

Si en realidad creemos en Dios, no habrá nada imposible. Incluso los problemas se convertirán en prosperidad si Dios está con nosotros. Por lo tanto, no debemos decir nada negativo, como: «¡Es imposible!» o «Está muy difícil». Dios observa todas nuestras palabras, obras y lo más secreto del corazón y obra de acuerdo a la fe.

Por consiguiente, debemos hablar palabras de fe y bondad, palabras positivas con las que podamos animar a los demás y plantar fe en ellos.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: a pesar de que la primera generación del éxodo fue testigo de una gran cantidad de obras poderosas de Dios, ellos no declararon ni profesaron fe. Por esta razón no pudieron ingresar en Canaán.

No obstante, tal como usted ha leído, la segunda generación fue diferente. Ruego en el nombre de nuestro Señor que usted pueda creer y obedecer a Dios y, de esta manera, poder recibir Sus respuestas y bendiciones, y glorificar a Dios.


 

 

 
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