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Los israelitas cruzaron el Jordán en tierra seca

Noticias Manmin   No. 190
5955
Junio 14, 2015


«Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco». (Josué 3:17)



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee






La segunda generación del Éxodo, liderada por Josué, comenzó su marcha hacia la tierra de Canaán. Para entrar en la tierra de Canaán tenían que conquistar la ciudad de Jericó. De camino a Jericó, la rápida corriente de los desbordes del río Jordán obstaculizaban su paso.

A diferencia de la primera generación del Éxodo, la segunda generación estaba bien entrenada para que se mantuviera firme en la fe. Observemos de qué manera Dios los guió para que cruzaran el río Jordán y conquistaran Jericó.


1. Dios les dijo a los sacerdotes que entraran al río Jordán llevando el arca del pacto

Debían encontrar una manera de cruzar el río que se encontraba en su ciclo de desbordes y su corriente era muy fuerte. Era imposible que más de dos millones de personas junto a sus niños y ancianos, además de su equipaje, cruzaran el gran río cuando se estaba desbordando.

No obstante, Dios les enseñó una manera muy sencilla de hacerlo. Les dijo que si los sacerdotes ponían sus pies en el desbordado río Jordán mientras cargaban el arca del pacto, el agua dejaría de correr y se detendrían en un montón.

Si pensamos en esto con el sentido común, se trata de algo imposible. ¿Cómo puede detenerse la corriente de un río con solo poner los pies en ella? Sin embargo, la segunda generación no dijo ni una sola palabra de queja o duda. El instante que los sacerdotes se pararon en el río, la promesa de Dios se cumplió tal como la había dicho. Las aguas que fluían río abajo desde lo alto se quedaron quietas y formaron un montón.

Los israelitas rápidamente cruzaron el río en tierra seca. A medida que los israelitas veían este gran poder de Dios, llegaron a confiar en Josué aún más y comenzaron a reverenciarlo, como él había reverenciado a Moisés (Josué 4:14).

Dios deseaba que ellos recordaran ese día por siempre y que no cambiaran su reverencia hacia Él, así que les ordenó que hicieran algo. Dios les dijo que tomaran de en medio del Jordán doce piedras, de acuerdo al número de las tribus de los hijos de Israel, las cuales tenían que llevar con ellos y levantarlas en el lugar donde iban a acampar. Esto era para que ellos recordaran por siempre lo que Dios había hecho por Israel, y para que reverenciaran y obedecieran a Dios (Josué 4:19-24).


2. Dios les ordenó a los israelitas que se circuncidaran ante Jericó

1) Se circuncidaron con fe

Después de cruzar el río Jordán, los israelitas tenían su ánimo muy en alto y parecía que podían conquistar la ciudad de Jericó inmediatamente.

No obstante, Dios no les permitió que atacaran en seguida sino que hizo que hicieran algo primero. Antes de ese gran ataque, Dios no les dijo que preparan sus armas y soldados para la batalla, sino que les mandó que se circuncidaran a sí mismos.

En Génesis 17, Dios le prometió a Abraham que le daría la tierra de Canaán. Con la promesa, Dios le ordenó que circuncidara a los hombres. Este era un símbolo del pacto de que Israel era el pueblo de Dios.

Sin embargo, después del Éxodo, los que nacieron en el desierto no fueron circuncidados. Así que, antes de que iniciara la conquista de Canaán a gran escala, Dios hizo que todos los hombres recibieran la circuncisión para confirmar Su pacto una vez más.

Una vez que eran circuncidados, iban a sentir dolor y no iban a poder moverse con soltura por varios días. Si el enemigo los atacaba luego de haber sido circuncidados, habrían sido derrotados por no poder defenderse. Así que, pensando a la manera humana, ellos podían quejarse o incluso desobedecer. Pero debido a que los israelitas de la segunda generación del Éxodo tenían fe, simplemente obedecieron sin decir nada. Dios los protegió hasta que sus heridas sanaron por completo y ninguna fuerza enemiga se acercó a ellos.

2) La razón por la que Dios les ordenó que se circuncidaran en medio de esa situación peligrosa

La razón por la que Dios lo hizo fue para enseñarles, no solo a los israelitas sino a todos, incluyendo a nosotros hoy, cómo ganar las batallas espirituales. El proceso de la conquista de la tierra de Canaán puede apreciarse como una simple lucha entre diferentes pueblos. Pero en el campo espiritual se trató de una violenta lucha espiritual entre los buenos espíritus pertenecientes a Dios y los espíritus malignos que trataron de deshonrar a Dios.

Por lo tanto, en Efesios 6:12 leemos: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes».

En 1 Samuel 17, el niño, David, venció al gigante guerrero Goliat. David venció porque él era un hombre conforme al corazón de Dios. Debido a que ya había ganado la batalla espiritual, pudo derrotar a Goliat el gigante con solo una honda y una piedra.

Además, en la batalla entre Israel y Amalec después del Éxodo sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec (Éxodo 17:11). Cuando el hombre de Dios, Moisés, levantaba su mano y oraba, Dios estaba con ellos para prevalecer en la batalla.

Esta batalla de Josué y los hijos de Israel contra Jericó fue también una batalla espiritual bajo el control de Dios. Hay algo que es absolutamente necesario para ganar este tipo de batalla espiritual. Es la pureza de corazón. Esta es la razón por la que Dios ordenó que se circuncidaran antes de entrar en la batalla con la ciudad de Jericó. Solo cuando ganamos en las luchas espirituales podremos ganar en las luchas físicas.

3) El significado espiritual de la circuncisión: la santificación del corazón

El acto físico de la circuncisión consiste en cortar el prepucio del varón en el octavo día de su nacimiento. Pero en lo espiritual significa la circuncisión del corazón. Está escrito en Jeremías 4:4: «Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón».

En los tiempos del Antiguo Testamento tenían la circuncisión como símbolo de pertenencia a Dios ya que no era el tiempo del Espíritu Santo y la gente no podía despojarse de sus pecados por sus propias fuerzas. Mas lo que Dios anhela en realidad es la circuncisión del corazón. En los tiempos del Nuevo Testamento, con la ayuda del Espíritu Santo, los que tienen fe pueden circuncidar su corazón.

Sin importar cuánto escuchemos la Palabra de Dios, a menos que circuncidemos nuestro corazón, nuestra fe solo permanece como fe a modo de conocimiento que es una fe carnal. Al circuncidar nuestro corazón, tendremos fe espiritual. Por consiguiente, debemos escuchar la Palabra de Dios, ponerla en práctica, abstenernos del pecado y la maldad, y por ende, purificar nuestro ser. Esto es quitar el prepucio de nuestro corazón. Esto es la circuncisión del corazón.

Antes de que Dios obrara deteniendo el flujo del río Jordán, Josué le dijo al pueblo: «Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros» (Josué 3:5). Antes de la batalla con Jericó, el capitán del ejército del Señor le dijo a Josué que se quitara las sandalias de sus pies (Josué 5:15), lo cual fue por la misma razón que la mencionada, sacar espiritualmente la inmundicia del pecado y alcanzar la pureza de la santificación.

Antes del cumplimiento de la promesa de Dios de darles la tierra de Canaán, Dios les permitió circuncidarse a sí mismos para que pudieran abstenerse del pecado y purificarse a sí mismos una vez más.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: el Dios que detuvo el flujo del río Jordán todavía hace obras poderosas que sobrepasan la habilidad humana a través de hombres que son conforme a Su corazón.

Yo espero que ustedes tengan un corazón veraz y una fe perfecta para que puedan recibir el Espíritu Santo y Su poder y cumplir con la obra del Señor. Yo ruego en el nombre del Señor que la providencia de Dios para los tiempos finales se cumpla en las obras del Espíritu Santo a través de su fe y sus actos de justicia y que la gloria de Dios resplandezca en el mundo entero.


 

 

 
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