Pero yo y mi casa serviremos a Jehová
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Septiembre 13, 2015 |
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«Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad… pero yo y mi casa serviremos a Jehová» (Josué 24:14-15).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
Luego de conquistar Canaán con Josué cada tribu de Israel recibió su herencia respectivamente. Ahora era el momento para que ellos sacaran completamente a los cananeos y se apoderaran de sus propias herencias.
Ellos tenían que hacer esto con su propia fe. Ahora vamos a profundizar en cómo cada tribu tomó su herencia.
1. Josué y los israelitas prometieron que iban a servir solo a Dios
Cada tribu que había recibido respectivamente su herencia, comenzó a tomar la tierra de acuerdo a su fe y fortaleza.
Había transcurrido mucho tiempo y Josué sabía que ya era una persona anciana, y que el tiempo que le quedaba de vida era realmente corto. En ese momento él sintió la necesidad de recordarle a los israelitas una vez más acerca de las promesas de Dios para que de esta manera pudieran reafirmar su fe.
La fe de los israelitas no era fuerte en ese momento. Cuando estaban con Josué, ellos podían obedecer con fe. Pero cuando se les dijo que debían luchar solo con su propia fe, tuvieron miedo e hicieron comentarios negativos. En Josué capítulo 24, Josué hizo una petición sincera como lo hizo Moisés.
Josué pidió que todo Israel se reuniera; los ancianos y sus príncipes, sus jueces y sus oficiales y dio sus últimas palabras. Él les estaba diciendo que guardaran los mandamientos de Dios, se mantuvieran cerca de Él y que lo amaran sin cambiar de parecer.
Hasta ese momento Dios estaba con Josué y le dio a Israel victorias asombrosas. Dios les prometió que Él le daría a la nación de Israel toda la tierra de Canaán si ellos amaban a Dios y guardaban Sus mandamientos. Josué también les dijo que si ellos abandonaban la promesa de Dios, se quedaban cerca de los gentiles y adoraban a los ídolos, Dios los abandonaría. Por lo tanto, ellos debían recordar esto y amar y permanecer cerca de Dios.
Josué reunió al pueblo para tener un tiempo de solemne resolución. Primeramente, Josué les recordó la fidelidad de Dios quien cumplió con todas las promesas que le hizo a Abraham, y de la grandeza de Dios quien venció las fortalezas de Egipto y siete tribus en Canaán. Él dijo en Josué 24:15: «Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová». Josué pidió su determinación para abstenerse de todos los ídolos y que con fidelidad guardaran solamente los mandamientos de Dios.
Al escuchar la confesión firme de Josué, el pueblo de Israel también se comprometió y profesó su fe en Dios: «…nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios» (Josué 24:18). Luego de que Josué confirmó el pacto, nuevamente les enseñó los mandamientos de Dios. Después de esto, Josué terminó en silencio su vida ferviente de pasión y fe a la edad de 110 años.
2. Los israelitas sufrieron debido a su desobediencia
Luego de las palabras finales y muerte de Josué, los israelitas continuaron batallando para conquistar por completo la tierra de Canaán. Pero poco tiempo después de la muerte de Josué, ellos comenzaron a mostrar su falta de fe.
La tribu de José no pudo expulsar a los habitantes de Canaán. Jueces 1:19 nos dice lo siguiente acerca de la tribu de Judá: «Y Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los de las montañas; mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados». Ni tampoco pudieron hacerlo las tribus de Zabulón, Aser, Neftalí y Dan.
Algunos de ellos no pudieron ganar porque los habitantes de Canaán eran muy fuertes. Otros en cambio no tuvieron fuerzas para ganar y simplemente tuvieron excusas. Ellos simplemente les dejaron vivir allí sin sacarlos. Sin embargo, esto fue desobedecer a la voluntad de Dios. Luego, la desobediencia se convirtió en dolor para los israelitas.
Dios no quería que los israelitas vivieran con los gentiles. Si ellos vivían con los gentiles, serían fácilmente tentados por la idolatría y se alejarían de Dios. Luego que murieron aquellos que conquistaron Canaán junto a Josué, las personas olvidaron al Dios fiel y comenzaron a ser amigos de los gentiles. Los israelitas se casaron y aceptaron a esas personas y adoraron a sus ídolos.
Luego Dios le dio la espalda a los israelitas que cometieron pecados. La historia de Israel se había tornado en una de interminables pruebas y aflicción. La más trágica es la ocurrida a la tribu de Dan que desobedeció. Ellos no sacaron a los amorreos de sus herencias de parte de Dios; al final ellos fueron sacados de la tierra (Jueces 1:34-35).
La tribu de Dan fracasó en tomar la tierra que Dios les había dado; más bien encontraron una tierra que parecía fácil de conquistar y la tomaron. Tan pronto como se establecieron ahí, hicieron ídolos y los adoraron. Cientos de años después, el rey Jeroboam en el reino del norte de Israel hizo becerros de oro y los puso en el área de Dan, y se convirtió en el centro de la idolatría.
En consecuencia fueron destruidos por los gentiles y la tribu de Dan incluso fue sacada de entre aquellas tribus de Israel que eran selladas por Dios (Apocalipsis cap. 7). Su fe débil no solo hizo que fracasaran al tomar la tierra que Dios les había dado sino que los llevó a la idolatría y a ser descalificados como elegidos de Dios.
3. Dios bendice a los hijos que obedecen con un corazón inmutable
Hemos visto el proceso de conquista de las tierras de Canaán de los israelitas. Dios, quien estuvo con Moisés y Josué, mantuvo fielmente Su promesa a Abraham; Él dio a los israelitas la tierra de Canaán. Después Él cumplió sin variación lo que también había prometido.
Cuando el rey y la gente amaban y tenían temor reverente de Dios y guardaban Sus mandamientos como en el tiempo de los reyes David y Josafat, Él los establecía por encima de todas las naciones del mundo. Por el contrario, cuando abandonaban a Dios, adoraban ídolos y hacían el mal, Dios les daba la espalda y hacía que sufran grandes dificultades, como guerras y hambrunas.
Lo mismo ocurre hoy con todos los hijos de Dios en el mundo entero. La segunda parte de 1 Samuel 2:30 dice: «Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco». Como está escrito, cuando las personas aman a Dios, son amadas por Él. Cuando olvidan a Dios, Él no puede evitar abandonarlas.
Dios desea obtener hijos que puedan amarlo sin variación y que obedezcan perfectamente sin importar cualquier tipo de tentación. Es por eso que Él ha estado activo en el «cultivo de la humanidad». Él está buscando este tipo de hijos y desea darles grandes bendiciones tanto en la tierra como en el Cielo.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: al principio el pueblo de Israel dependió de la fe de Josué, pero después tomaron sus tierras según su propia fe. Les animo a tener este tipo de fe, a orar, a equiparse a sí mismos con la Palabra y a ser fieles en todo aspecto. Ruego en el nombre del Señor que de este modo reciban grandes bendiciones como si estuviesen en la tierra que fluye leche y miel.
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