Fruto de fidelidad
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Febrero 28, 2016 |
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 Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:22-23 LBLA).
En esta ocasión quiero tratar el fruto de la fidelidad, uno de los nueve frutos del Espíritu Santo, y cómo difiere de la fidelidad a los ojos de la gente del mundo. Aquellos que son espiritualmente fieles, son tesoros en el reino de Dios y emanan un aroma fragante.
1. La fidelidad hace más de lo que se nos ha confiado.
No decimos que los trabajadores son fieles por simplemente cumplir con las tareas por las cuales se les paga. Podemos decir que simplemente hicieron su trabajo o incluso que lo hicieron bien, pero no podemos decir que son fieles por hacer lo que se espera y se les paga por hacer. Solo aquellos que hacen más de lo que se les paga pueden ser reconocidos como “fieles”.
Dichos trabajadores no trabajan con renuencia, ni piensan acerca de lo mínimo que deben hacer para recibir el pago. Ellos poseen un deseo proveniente del corazón para cumplir con sus responsabilidades con todo su corazón, mente y alma, sin ahorrar su tiempo y dinero.
Por ejemplo: en el caso de Moisés, él puso su vida cuando oró para salvar al pueblo de Israel que había cometido pecados. «Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito» (Éxodo 32:31-32).
En realidad, el deber de Moisés era sacar a la gente fuera de Egipto y guiarlos. Cuando Moisés estaba cumpliendo esta tarea, él tenía el corazón de Dios y guió al pueblo con todo su amor y esfuerzo. Es por esta razón que, cuando las personas cometían pecados, sentía que había sido su propia falta y quería tomar la responsabilidad por ello.
Lo mismo sucedió con el apóstol Pablo. En Romanos 9:3 leemos: «Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne». Aquellos que son fieles no solo dirán: “He hecho lo necesario”, sino que trabajarán con todo el corazón.
2. Es fidelidad cuando se circuncida el corazón y es fiel en la verdad.
Supongamos que alguien se unió a una pandilla y dedicó su vida al jefe de la banda. ¿Acaso Dios dirá que esa persona es fiel? ¡Por supuesto que no! Dios puede reconocer nuestra fidelidad solo cuando somos fieles en la bondad y en la verdad. Lo más importante en ser alguien fiel en la verdad, es la circuncisión del corazón.
En Apocalipsis 2:10 leemos: «...sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida». En este caso, ser fiel hasta la muerte no solo significa que tenemos que trabajar duro y fielmente hasta nuestra muerte física, sino que también debemos cumplir con toda la Palabra de Dios en los 66 libros de la Biblia, con toda nuestra vida. Al igual que Pablo quien dijo: “Muero diariamente”, debemos crucificar nuestra carne y llegar a ser santos. Esta es la fidelidad espiritual.
Lo que Dios el Padre más desea de nosotros es la santidad. Debemos darnos cuenta de eso y esforzarnos en circuncidar nuestro corazón. Cualquier deber que estamos llevando a cabo en este momento, tenemos que ser fieles sin cambiar, mientras también alcanzamos la santidad.
En caso de dificultades que se producen o algunas pruebas del corazón, no vamos a renunciar a nuestro precioso deber simplemente a causa de la prueba. Por otra parte, si alguien descuida la circuncisión del corazón, no podrá mantener su corazón cuando se enfrente con dificultades y problemas. Es posible que renuncie a la relación de confianza con Dios y que renuncie a su responsabilidad.
Para tener la fidelidad reconocida por Dios, debemos buscar la fidelidad espiritual, lo que significa que tenemos que circuncidar nuestro corazón. La circuncisión del corazón es un deber para los hijos de Dios que son salvos, pero si desechamos el pecado y cumplimos con nuestras responsabilidades con un corazón santificado, podemos producir mucho fruto, más que cuando las cumplíamos con nuestra mente carnal.
Suponga que usted suda mucho por trabajar arduamente el día domingo. Pero quebranta la paz con los demás. Si usted sirve a la iglesia mientras se queja y tiene resentimiento, gran parte de su recompensa le será quitada. Mas si sirve a la iglesia con bondad y amor estando en paz con los demás, todo su trabajo será un aroma aceptable a Dios, y cada una de sus obras se convertirá en su recompensa.
3. Fidelidad es trabajar de acuerdo con la voluntad del amo.
Supongamos que el amo dirigió a su trabajador para realizar un trabajo dentro del hogar, pero este trabajador fue a trabajar en el campo durante todo el día. Él no obedeció la voluntad del amo, y se debe a que la voluntad del amo era diferente a sus propias ideas o, tiene motivos egocéntricos. Entonces, a pesar que trabaje muy duro, no es un trabajador fiel. Está siguiendo sus propios pensamientos y deseos, y ha demostrado que puede renunciar a la voluntad del amo en cualquier momento.
En la iglesia, debemos trabajar fielmente de acuerdo al corazón de Dios. Debemos ser fieles al comprender el corazón de los superiores de órdenes espirituales mediantes nuestra obediencia. No importa cuán duro trabajemos por nuestras responsabilidades, si trabajamos solo como queremos no podremos refrescar el corazón del amo.
En la Biblia leemos acerca de una persona llamada Joab. Él era familiar del rey David y general del ejército. Joab estaba con David a través de todos los peligros, mientras que David estaba siendo perseguido por el rey Saúl. Joab tenía sabiduría y era alguien valiente. Sirvió así a David de la mejor manera, sin embargo, él no se sentía muy cómodo con Joab. Era porque su servicio no provenía de lo profundo de su corazón. Joab no dudaba en actuar de una manera insolente ante David cuando quería alcanzar su meta. Cuando era beneficioso para Joab, él desobedecía a David. Por último, Joab se rebeló contra el rey Salomón, hijo de David, y fue condenado a muerte.
Cuando realizamos la obra de Dios, lo más importante no es cuán duro trabajamos, sino si estamos siguiendo la voluntad de Dios o no. Cuando trabajamos en la iglesia, también debemos seguir a nuestros líderes antes de que sigamos nuestras propias ideas. Esta es la verdadera fidelidad.
4. Ser fiel a uno mismo en todos los aspectos es fidelidad.
En Números 12:7, Dios dice de Moisés lo siguiente: «No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa». El ser fiel en la casa de Dios, significa ser fieles en todos los aspectos relacionados con nuestra vida. En la iglesia, cuando tenemos muchas tareas también debemos cumplir con nuestras responsabilidades. Aunque no tengamos una responsabilidad particular en la iglesia, es nuestra responsabilidad estar presente donde se supone que debemos estar presentes como miembros.
No solo en la iglesia, sino también en nuestro lugar de trabajo y estudio, todos tienen su responsabilidad. En todos estos aspectos debemos cumplir con nuestra responsabilidad como miembros. Ser fieles en toda la casa de Dios es ser fieles como hijos de Dios y como líderes o miembros de una iglesia, una familia, en el trabajo o en nuestro lugar de estudio. No debemos ser solo responsables en una o dos responsabilidades y ser negligentes con las demás. Debemos ser fieles en todos los aspectos de nuestra vida.
En la medida que nos despojamos de la carne y cambiamos a lo espiritual, no es algo difícil ser fieles en todos los aspectos. A pesar de que invirtamos poco tiempo, seguramente podemos cosechar el fruto de lo que sembramos en el espíritu. Además, aquellos que han cambiado a lo espiritual, buscan el beneficio de los demás y ven las cosas desde el punto de vista de los demás. De esta manera, este tipo de personas serán responsables de todas sus tareas, aunque tengan que sacrificarse a sí mismos.
Una persona tiene dos responsabilidades en dos grupos diferentes. Si por alguna razón no puede estar presente físicamente con uno de los grupos, intentará ser de algún tipo de ayuda con el grupo de otras maneras y en su corazón. Podemos ser fieles en toda la casa de Dios y tener paz con todos en la medida en que tengamos bondad.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: la razón por la cual producimos el fruto del Espíritu Santo y trabajamos con fidelidad hasta el punto de morir después de haber recibido el Espíritu Santo como un regalo, es llevar a un sinnúmero de personas que el Señor compró mediante el pago de Su sangre, en la manera de la salvación. En Salmos 101:6 leemos: «Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá». Les animo a producir el fruto de la fidelidad en el corazón y practicar el amor del Señor. Ruego en el nombre del Señor, que al hacer esto, ustedes puedan morar en el lugar más hermoso; la Nueva Jerusalén.
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