Dios, el autor de la Biblia
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Junio 12, 2016 |
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Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Timoteo 3:16).
La Biblia nos habla de por qué Dios creó al hombre, de qué manera ha conducido a la humanidad, el comienzo y el final del cultivo de la humanidad, Jesús el Salvador, el Espíritu Santo el Consolador, el cielo y el infierno, y la responsabilidad del hombre. ¿Quién escribió esta obra?
1. Dios, el autor de la Biblia
La Biblia consiste de 66 libros: 39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento. Se conoce que 34 personas fueron las que escribieron la Biblia: 26 en el Antiguo Testamento y 8 en el Nuevo Testamento. Su escritura tomó un lapso de 1.600 años: 1.500 durante el Antiguo Testamento y 100 en la era del Nuevo Testamento. A pesar de que más de 30 personas diferentes escribieron esta obra, ninguno de ellos se considera su «autor». Uno podría decir que todos fueron escritores que escribían para otro autor.
Supongamos que una madre tiene dos hijos y ella anhela escribir una carta al hijo mejor. Entonces pide al hijo mayor que escriba en una carta lo que ella quiere expresar a su hijo menor. Aunque el hijo mayor fue quien «escribió» la carta, la autora es la madre. De igual modo, Dios llamó a 34 individuos y los llevó a escribir la Biblia con la inspiración del Espíritu Santo. Por ende, el autor de la Biblia es Dios.
2 Pedro 1:21 dice: «Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo». En Isaías 34:16 también leemos: «Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo Espíritu».
Dado que el Dios Todopoderoso escribió la Biblia con la inspiración del Espíritu Santo, esta no se contradice sino que es consistente en su totalidad, a pesar de haber sido escrita por diversas personas.
2. La Biblia fue escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo
Dado que la Escritura fue escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo, esta debe ser interpretada con la inspiración del Espíritu Santo. Tratar de interpretar la Biblia con pensamientos humanos puede llevar a la gente al camino de la destrucción porque sus interpretaciones pueden no estar en acuerdo con la voluntad de Dios (2 Pedro 3:16).
Cuando se la interpreta con la inspiración del Espíritu Santo, por otro lado, aprendemos que ningún versículo de la Biblia carece de un compañero (Isaías 34:16). Para hacer un collar se necesitan más materiales aparte de las perlas; de igual modo, el significado espiritual de los versículos de la Biblia se puede explicar cuando se encuentran los «compañeros» que se complementan entre sí.
Por ejemplo: Hechos 2:21 nos dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo». No obstante, la voluntad de Dios respecto a la salvación no se puede explicar de manera suficiente solo con este versículo. Nuestro Señor nos dijo en Mateo 7:21: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». Pronunciar el nombre del Señor no es suficiente para cumplir las condiciones para recibir salvación.
Así también, en Romanos 10:10 se nos recuerda: «Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación». Solo los que creen con el corazón y obran con rectitud pueden recibir salvación cuando confiesan al Salvador con la boca. ¿Qué significa entonces que una persona «crea con el corazón»?
Santiago 2:14 nos pregunta: «Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?» Cuando una persona cree con el corazón y busca la rectitud, podemos ver que se esfuerza por despojarse de sus pecados y vivir de acuerdo a la Palabra de Dios.
Así también, en Romanos 3:28 leemos: «Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley». Sin importar con cuánta diligencia parece que practicas la verdad, tus obras no se perfeccionarán sin fe. «Creer con el corazón» significa alcanzar un corazón santificado como resultado de un comportamiento santo, en otras palabras, alcanzar la circuncisión del corazón.
La salvación es solamente para los creyentes que circuncidan su corazón ya que creen con él, viven de acuerdo a la Palabra de Dios y confiesan el nombre del Señor con su boca.
Si no se encuentra compañeros para versículos bíblicos como estos, la gente puede aprender una verdad incorrecta y sostener que «la salvación es para todo el que confiese que Jesús es su Salvador», o que «mientras se crea, se puede tener salvación aunque se viva en pecado». Estos malos entendidos llevarán a las personas a pecar y, poco a poco, a la destrucción. Para poder comprender correctamente la voluntad de Dios inmersa en la Biblia, es necesario encontrar los compañeros de los versículos e interpretarlos con la inspiración del Espíritu Santo.
3. La Palabra de Dios, la verdad eterna
La Biblia es la Palabra de Dios y todo lo escrito en ella es verdadero. Evidencia histórica como la de la historia de Israel, eventos en los países y pueblos vecinos, nombres de pueblos y lugares, además de sus costumbres, se encuentran en el Antiguo Testamento como evidencia de la veracidad de la Biblia.
Esta contiene también una variedad de profecías y todas ellas se han cumplido según lo escrito. Por ejemplo: en Lucas 19:43-44 se profetiza de la caída de Jerusalén: «Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, [...] y no dejarán en ti piedra sobre piedra...». Esta profecía se cumplió 40 años después, en el 70 d.C.
A lo largo del Antiguo Testamento se encuentran las profecías sobre el nacimiento, el ministerio, la Pasión y la resurrección de Jesús mientras que el Nuevo Testamento está repleto de historias que registran la manera en la que Jesús cumplió con dichas profecías. En referencia al nacimiento de Jesús, en Génesis 3:15 Dios anticipó que el Salvador nacería del pueblo de Israel. Cuando Dios maldijo a la serpiente, dijo: «Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar». Esto profetizaba que el Salvador vendría como la cimiente de la mujer y que vencería la muerte. En este caso, la «mujer» simboliza espiritualmente a Israel; Jesús nació en el linaje de José, de la tribu de Judá (Lucas 1:26-33).
Isaías 7:14 expone: «He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel», mientras que en Miqueas 5:2 leemos: «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad». Según estas profecías, Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María en un pesebre de una posada en Belén.
Cuando Jesús entró en Jerusalén, tal como lo profetiza Zacarías 9:9, Él «cabalgaba sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna». Además, como se dijo en Salmos 41:9, Jesús fue traicionado y vendido por Judas Iscariote. Así también, hay innumerables profecías detalladas en muchos libros del Antiguo Testamento, entre ellos Isaías, Salmos y Zacarías, concernientes a la Pasión, el entierro, la resurrección y ascensión de Jesús, y cada una de ellas se ha cumplido en la era del Nuevo Testamento.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: les animo a creer que la Biblia es la Palabra de Dios con certeza y que obren de acuerdo a los mandamientos escritos en ella. Ruego en el nombre del Señor que al hacerlo conozcan al Dios vivo en todo tiempo y que reciban bendiciones de Él y que compartan Su amor por siempre como Sus hijos verdaderos.
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