El camino a la salvación de la humanidad preparado desde antes de los siglos
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Julio 24, 2016 |
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Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
«Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12).
Es posible que usted se haya encontrado con personas que se preguntan por qué no hay otro nombre que haya sido dado en el cual podamos ser salvos sino el nombre de Jesucristo. Es también posible que se haya encontrado con personas que tengan un punto de vista de crítica sobre esto. Entonces, examinemos ahora las razones de por qué solo Jesucristo puede ser nuestro Salvador.
1. El camino a la salvación de la humanidad preparado desde antes de los tiempos
Sin experimentar la desgracia y la angustia, las personas no pueden apreciar la felicidad. Solo cuando las personas sufren de dolor y aflicción pueden comprender el valor de la verdadera felicidad y estar agradecidos por ello de corazón. Dios colocó el árbol de la ciencia del bien y del mal, y le prohibió a Adán que comiera de él para que el hombre un día pudiera comprender la relatividad. Dios también le dio a Adán el libre albedrío por el cual podía tomar decisiones por su cuenta y, finalmente, Adam se olvidó del mandamiento de Dios y comió del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Al observar el proceso en el cual las personas se sumergen en el pecado y la maldad nos ayudará a entender el proceso por el cual el mal entró en Adán. Por ejemplo: un niño que constantemente le pega a otros niños no siempre fue así desde el principio. Por supuesto, él tenía en su interior atributos debido al pecado original con el cual nació. Hasta que él desarrolló estos hábitos malos de pegarle a otros niños, existió un proceso por el cual él aceptó las prácticas malignas. Al principio, vio a otras personas que constantemente le pegaban a los demás, luego él mismo lo hizo algunas veces y se convirtió en alguien que constantemente golpea a otras personas.
En su libre albedrío, Adán comió del árbol de la ciencia del bien y del mal luego de ceder a la tentación de la serpiente. Tal como Dios se lo había advertido, «ciertamente morirás», el espíritu de Adán murió. De esta manera su comunicación con Dios fue cortada y se convirtió en un esclavo del diablo enemigo.
Fue hecho como leemos en Romanos 6:16 donde dice: «¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?» En ese momento, Adán tuvo que renunciar a la autoridad y la gloria que le habían dado como gobernante de todas las criaturas al enemigo diablo (Génesis 1:28; Lucas 4:6).
Desde ese momento, en el corazón del hombre creció más maldad. Además el enemigo diablo trae enfermedades, pobreza, desastres, lágrimas, aflicción y tormento a las personas y acaba llevándolos al infierno. No obstante, la providencia de Dios no se encuentra en la caída del hombre al infierno sino en permitirle experimentar la relatividad en este mundo para que esté bien cultivado y que pueda estar calificado para entrar al cielo.
Ya que Dios sabía que Adán comería del árbol de la ciencia del bien y del mal, desde ese momento Él planificó el cultivo de la humanidad, preparó el camino de la salvación para la humanidad pecaminosa y ese camino es Jesucristo. Pero hasta que llegó el momento señalado, Dios había escondido el camino.
2. El camino de la salvación para la humanidad y la ley de la redención de la tierra
¿Cómo podía la humanidad pecaminosa alcanzar la salvación? Dios hace y lleva a cabo todas las cosas en Su amor y justicia. Al hacer todo dentro de los límites de la ley y el orden espiritual, Su perdón y salvación de los pecadores también se llevan a cabo en Su justicia perfecta.
De acuerdo a la ley espiritual que dicta que «la paga del pecado es la muerte», alguien debe pagar por nuestros pecados para salvar a todos los pecadores. Es por eso que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo carne, vino a este mundo y murió en una cruz para redimir a toda la humanidad de sus pecados. Las personas que no quieren creer en este hecho, siempre se preguntan: «¿Por qué recibimos salvación solo cuando creemos en Jesucristo?»
No obstante, así como la Biblia nos dice en Hechos 4:12: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos», nadie más que Jesús puede ser nuestro Salvador y nadie puede recibir salvación sin aceptarlo a Él como su Salvador.
Entonces, ¿por qué es Jesús nuestro único Salvador? Es debido a la ley espiritual. Toda la humanidad estaba destinada a la muerte debido al pecado de Adán de acuerdo a la ley espiritual: «La paga del pecado es la muerte». Cuando las personas se vuelven esclavas del enemigo diablo y Satanás, se aplicó la ley espiritual que dice: «Cuando son entregados a alguien como esclavos para obedecerle, son esclavos de aquel a quien obedecen».
¿De acuerdo a qué estipulación de la ley espiritual puede la humanidad pecadora ser perdonada y recibir salvación? Podemos encontrar la respuesta a esta pregunta en la «ley de la redención de la tierra» que se describe en la Biblia.
En Levítico 25:23-25 leemos: «La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es… Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra. Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido». Esta estipulación de la ley fue establecida en relación con las transacciones que impliquen la tierra en Israel y también se aplica al hombre, que es formado del polvo de la tierra.
Dios dividió y distribuyó la tierra de Canaán de acuerdo a cada tribu y familia de Israel y debido a que toda la tierra esencialmente pertenecía a Dios, el hombre no la vendería a voluntad. Si el dueño de la tierra empobrecía y se veía en la obligación de vender la tierra, su familiar más próximo debía comprar nuevamente esa tierra y devolvérsela a su dueño original. Introducido en esta ley de redención de la tierra está el camino de la salvación para la humanidad pecaminosa. Esto se debe a que la ley en la venta y la recompra de la tierra se relaciona directamente con el hombre que ha sido formado de polvo de la tierra.
En Génesis 3:19 Dios le dice a Adán: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás». En Génesis 3:23, leemos: «Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado».
La ley sobre la redención de la tierra tiene una relación directa con la manera en la que el hombre, que fue formado del polvo de la tierra y entregado a las manos del diablo enemigo, puede ser devuelto a Dios. Al igual que la tierra pertenece a Él, ha estipulado que la autoridad de Adán, que en esencia pertenece a Dios, no se «venderá a perpetuidad».
Esta fue la ley acordada tanto por Dios y el diablo enemigo en el momento en que Adán pecó y fue puesto a disposición del diablo enemigo. De esta manera, aunque Adán se convirtió en esclavo del enemigo diablo y se vio obligado a renunciar a toda su autoridad, con el surgimiento de un individuo que podría cumplir la ley de la redención de la tierra, el enemigo diablo tuvo que devolver lo que le fue «entregado».
Ya que Dios sabía que Adán comería del árbol de la ciencia del bien y del mal, preparó al Salvador que cumpliría con todo lo estipulado por la ley en la redención de la tierra, y ese Salvador es Jesucristo. Este tema continuará en la próxima edición de Noticias Manmin.
Amados hermanos en Cristo: Dios preparó a Jesucristo y escondió este misterio desde antes de los tiempos. Cuando el tiempo llegó, Jesús vino a este mundo en carne y cumplió su tarea como el Salvador. Ruego en el nombre de nuestro Señor que ustedes puedan creen en Jesucristo como su único Salvador, profesen su fe en Él y que así alcancen la Salvación.
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