¿Por qué es Jesús nuestro único Salvador? (2)
|
|
|
3950 |
|
Agosto 28, 2016 |
|
|
|
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
«Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12).
En la última edición de Noticias Manmin, mencioné que de acuerdo a la ley sobre la redención de la tierra (Levítico 25:23-27), el Salvador de la humanidad primeramente debía ser un hombre de espíritu, alma y cuerpo; y en segundo lugar, no tenía que ser un descendiente de Adán quien haya pecado.
Ahora examinemos la tercera y la cuarta cualidad, y las razones por la cual solo el Señor Jesús puede satisfacerlas para convertirse en el Salvador.
1. Es porque Jesús posee el poder espiritual para derrotar al enemigo diablo.
El rescate de compañeros soldados que fueron capturados en un campo de batalla requiere fuerza para vencer al enemigo. De la misma manera, el rescate de la humanidad, de los cuales todos se convierten en esclavos del diablo enemigo, requiere un poder espiritual que puede derrotar al enemigo. En el reino espiritual, el poder se obtiene por la ausencia de pecado. Al igual que las tinieblas son ahuyentadas por la luz, cuando las personas habitan santas en la luz sin pecado alguno pueden vencer los espíritus malignos que pertenecen a las tinieblas.
Existen dos tipos de pecados: el pecado original y los pecados cometidos por voluntad propia. El «pecado original» se refiere a la naturaleza pecaminosa transmitida a nosotros de parte de Adán y de nuestros padres y los «pecados cometidos por voluntad propia» se refiere a los pecados que las personas cometieron mientras vivían en este mundo. Las personas de este mundo determinan que sin importar cuán malvado sea el corazón de una persona, mientras que ese corazón malvado no produzca obras de maldad, dicha persona no se considera un «pecador». No obstante, en términos espirituales una persona ya es pecadora si es que alberga el pecado en su corazón (1 Juan 3:15; Mateo 5:28). Un individuo que haya pecado en obra o en su corazón aunque sea una sola vez, no posee el poder de salvar a la humanidad.
Además, todas las personas después de Adán nacen con el pecado original y cometen pecados durante su tiempo de vida. Por otra parte, Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y no es un descendiente de Adán. De esta manera, Jesús nació sin el pecado original inherente y como Él obedeció completamente la Palabra de Dios desde el momento de Su nacimiento, Jesús no cometió ningún pecado durante el transcurso de Su vida en la tierra (Hebreos 7:26; 1 Pedro 2:22).
Por consiguiente, Jesús posee el poder para salvar a la humanidad del enemigo diablo y no está sujeto a la maldición de la Ley, la misma que dicta que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Puesto que no tiene pecado, Jesús puede salvar a todos los pecadores y con Su autoridad espiritual, Él puede gobernar sobre todo en el universo.
Esta provisión de la ley del reino espiritual se aplica solo a Jesús, pero además a los hijos de Dios que creen en Jesús. Todo aquel que ama a Dios y vive de acuerdo a Su Palabra posee el poder espiritual, por esta razón cuando hecha fuera al diablo enemigo y Satanás en el nombre de Jesucristo, no pueden permanecer delante de dicha persona, sino que deben someterse e irse.
Yo he tenido dicha experiencia en innumerables ocasiones. Antes de creer en Dios, siempre tenía problemas para pagar por mis medicamentos y mis citas médicas debido a que sufría de varias enfermedades durante siete años. No obstante, luego de aceptar al Señor he vivido por la Palabra y toda mi familia ha sido protegida y disfrutado de salud sin la necesidad siquiera de ir a un hospital.
Además de ello, cada vez que me encomendaba y oraba en el nombre de Jesucristo, las personas que sufrían de cualquier tipo de enfermedad incurable o terminal, incluyendo cáncer, leucemia; SIDA y muchas otras enfermedades, fueron sanadas, incontables personas ciegas, sordas y mudas fueron restauradas; el gas de monóxido de carbono fue expulsado y los espíritus malignos expulsados.
Nadie más en la historia de la humanidad, con excepción de Jesús, puede satisfacer las cualificaciones del Salvador. Todos los hombres, tales como Buda, Confucio y Sócrates nacieron con el pecado original como descendientes de Adán; solo Jesús está calificado para ser el Salvador.
2. Es debido a que Jesús posee amor por medio del cual puede sacrificarse a sí mismo.
Si un hermano debe ser castigado por la ley por estar en mora en el pago de su deuda, puede evitar el castigo si su hermano mayor rico paga la deuda en su nombre. Toda la riqueza de su hermano, sin embargo, no significa absolutamente nada si él no tiene amor por su hermano. El hermano mayor puede pagar la deuda de su hermano solo cuando él ama a su hermano lo suficiente para pagar la deuda, incluso si ha de soportar pérdidas a sí mismo.
La tierra puede ser redimida de acuerdo con la ley de la redención de la tierra solo cuando el pariente más cercano del que ha vendido la tierra está dispuesto a ayudarle en su amor. Lo mismo se puede decir de redimir a la humanidad de sus pecados.
Aunque Jesús satisface las tres primeras condiciones para ser Salvador, sin amor no habría redimido a los pecadores de sus pecados. Convertirse en el Salvador de toda la humanidad significó que Él tuvo que atravesar una descomunal cantidad de sufrimiento y angustia como lo fue el «castigo mediante la muerte» en nombre de todos los pecadores. Hacia el final, Jesús fue tratado como si fuera el peor y el más malvado de los criminales, sujeto a todo tipo de desdén y menosprecio, crucificado en la cruz, y abandonado para que derramara toda Su agua y sangre.
Si bien hay muchas maneras de ejecutar a los criminales, de acuerdo con la ley del reino espiritual, el Salvador que había de redimir a los pecadores de sus pecados no simplemente debía morir, sino que tenía que ser colgado en la cruz de madera y sangrar hasta la muerte. En Gálatas 3:13 leemos: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)».
En este caso «la maldición de la ley» se refiere a una ley espiritual mencionada en Romanos 6:23 que dice: «la paga por el pecado es la muerte». Ya que la muerte, como castigo de la Ley, viene sobre el pecador de acuerdo a la ley del reino espiritual, la manera mediante la cual el Salvador debe salvar a la humanidad de sus pecados tiene que estar también en acuerdo con la ley espiritual del reino espiritual. Esto significa que el Salvador tenía que ser colgado de un madero en nombre de los pecadores malditos.
Lo mismo se aplica al Salvador quien derramó Su sangre hasta la muerte. Levítico 17:14 dice: «Porque la vida de toda carne es su sangre», mientras que Hebreos 9:22 nos recuerda: «Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión». En términos espirituales, la «sangre» es igual que la «vida», la sangre del Salvador fue necesaria para que los pecadores fueran perdonados y reciban vida.
No obstante, las personas no pueden ser redimidas de sus pecados mediante la sangre de cualquier hombre colgado de un madero, sino por la sangre limpia y pura sin ningún rastro de atributos pecaminosos. ¿Por qué razón, supone usted, un hombre sin pecado moriría una muerte tan brutal por otras personas?
Este sacrificio puede realizarse cuando el individuo ama a la otra persona más que a su propia vida. Puede convertirse en el Salvador solo cuando ama a los pecadores lo suficiente como para tomar el miserable sufrimiento en la cruz en nombre de ellos. Al mostrarle a la humanidad este tipo de amor, Jesús se convirtió en nuestro Salvador (Romanos 5:7-8).
Hermanos en Cristo: el amor de Dios no cambia y no busca su propio beneficio. Mediante ese amor, Dios entregó a Su unigénito Hijo incluso por los pecadores desobedientes. Es un amor verdadero por el cual Jesús podía sacrificar Su propia vida por los mismos pecadores que se burlaron y crucificaron a su Salvador.
Ruego en el nombre de nuestro Señor que cada uno de ustedes pueda darse cuenta por completo que solo Jesús es nuestro Salvador, que acepten a Jesucristo y que no simplemente reciban la salvación sino que además obtengan fe verdadera y que puedan llevar a innumerables personas a los caminos de la salvación.
|
|