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Providencia de Dios encontrada en los vestidos de Jesús

Noticias Manmin   No. 224
3734
Noviembre 13, 2016


Pastor Principal Dr. Jaerock Lee





«Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados» (Juan 19:23-24).





Jesús, quien es el Hijo de Dios, vino a este mundo, soportó duras persecuciones y luego fue crucificado. ¿Por qué fue Jesús humillado hasta el punto de ser desnudado en público, y cuál es la providencia de Dios que se encuentra en los vestidos y la ropa de Jesús?


1. Jesús soportó la vergüenza de ser desnudado

Jesús cargó en Su espalda, a lo largo de todo el camino al Gólgota, la cruz de madera en la que iba a ser crucificado. Cuando llegó al lugar de Su ejecución, los soldados despojaron a Jesús de Sus vestidos y ropa y luego lo crucificaron desnudo. Este evento ya se había profetizado en Salmos 22:18, donde leemos: «Reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes». La razón por la que encontramos estos detalles con respecto a la ropa de Jesús en la Biblia es porque Su ropa simboliza la historia de Israel.

Jesús, el unigénito Hijo de Dios, el Altísimo, se vio obligado a soportar la humillación de ser desnudado ante meras criaturas inferiores. ¿Por qué razón Jesús fue sometido a tal humillación? En nuestra representación Jesús fue sometido a la humillación y vergüenza que nosotros teníamos que padecer. Jesús, quien no tenía pecado, padeció el ridículo y el desprecio que merecían (y merecen) únicamente los pecadores.

Más sucio que cualquier suciedad y más deshonroso que toda deshonra es el pecado. Muchas personas en la actualidad están viviendo entre el pecado, además de ser cada vez más insensibles al mismo. No obstante, al igual que la luz expone las cosas de la oscuridad, cuando la Palabra de Dios (que es en sí la Luz) brilla en nuestro corazón, todos los pecados vergonzosos dentro de nosotros son expuestos. Las personas que han sido empapadas en la suciedad de este mundo y que viven en el pecado no se atreven a mantener la compostura así como sus corazones y hechos despreciables, por los cuales estarán delante del juicio de Dios y se darán a conocer en su totalidad.

No obstante, Jesús nos redimió de nuestros pecados y soportó por nosotros la humillación e indignidad en nuestro nombre. Y todo aquel que cree en esto puede ser liberado de la vergüenza. Por consiguiente, cada uno de nosotros puede estar agradecido por el amor del Señor de todo corazón y estar listo para abrazarlo rápidamente y alcanzar la santificación perfecta.


2. La providencia de Dios en la división de los vestidos de Jesús por los soldados

Los vestidos de Jesús espiritualmente representan la nación de Israel y del pueblo. Cuando sus vestidos fueron divididos en cuatro partes, la forma de las prendas desapareció y los únicos restos eran piezas de tela. Esto simbolizaba cómo Israel sería destruido. Así como las piezas de ropa fueron lo único que quedó de los vestidos de Jesús, esto indicaba cuán solo quedaría «el pueblo de Israel».

Es por ello que la división de los vestidos de Jesús por los soldados romanos simbolizaba cómo la nación de Israel iba a ser destruida por los romanos, y su división de las prendas en cuatro trozos significa cómo el pueblo de Israel se dispersaría en cuatro direcciones: norte, sur, este y oeste.

La profecía sobre la ciudad de Jerusalén echa por Jesús se encuentra en Lucas 19:43-44, donde leemos: «Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes. Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación».

Precisamente, de acuerdo con la profecía, en el año 70 d.C. el general romano Tito provocó la destrucción completa de la ciudad de Jerusalén. Tal como Jesús lo había dicho: «no dejarán en ti piedra sobre piedra», Jerusalén fue demolida hasta los suelos. Durante el asedio a la ciudad, más de un millón de judíos fueron masacrados y aquellos que sobrevivieron al asedio y a la masacre, fueron dispersados a todas las naciones y subsecuentemente sujetos a todo tipo de persecuciones por los gentiles.

El caso más atroz que ha abatido a los judíos fue la matanza sistemática implementada por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Más de seis millones fueron asesinados completamente desnudos por el hecho de ser judíos. Un gran número de personas murieron como una de las maldiciones porque sus antepasados habían matado a Jesús, que había venido a este mundo como su Rey.

Los judíos fueron persistentes al pedir la muerte de Jesús, así: «Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos» (Mateo 27:25), y por esta razón recibieron la retribución a nombre de ellos, y atravesaron una vida brutal en la historia. Todo esto fue simbolizado por los soldados romanos en la división de las prendas de Jesús en cuatro partes.


3. La providencia de Dios cuando los soldados echaron suerte por la ropa de Jesús

La túnica de Jesús no tenía costuras, es decir, la prenda de ropa no era cosida, sino tejida en una sola pieza.

En este caso la «túnica» se refiere al corazón del hombre. La túnica de Jesús, el Rey de Israel, simboliza el corazón de la posteridad de Israel y representa su fe en Dios.

El fundador de los israelitas, los escogidos de Dios, es Jacob. Dios personalmente cambió el nombre de Jacob por «Israel» y formó las doce tribus de Israel de los doce hijos de Jacob. Durante mucho tiempo, los israelitas fueron un pueblo homogéneo, no se casaban con hombres y mujeres de otras naciones, y sirvieron al único Dios.

Luego, durante el reinado de Roboam, hijo de Salomón, una guerra civil dividió a la nación en Israel al norte y Judá al sur. Las personas de Israel al norte comenzaron a casarse con los gentiles y así perdieron la integridad de una nación homogénea. Solo el pueblo de Judá, en el sur, se convirtieron en los verdaderos descendientes de Israel al permanecer racialmente homogéneos. Por esta razón hasta la actualidad, a los descendientes de Israel se les conoce como «el pueblo de Judá», o judíos.

Así como la túnica de Jesús fue bordada en una sola pieza, los judíos durante mucho tiempo habían permanecido como un pueblo homogéneo, comenzando por su patriarca Jacob. Es por esta razón que los soldados romanos no rasgaron la túnica de Jesús, lo que simboliza que el corazón del pueblo judío hacia Dios no puede ser dividido ni destruido por el hombre. Roma no pudo acabar con la fe del pueblo de Israel.

Incluso tras la caída de Jerusalén y, a pesar de la dificultad y el sufrimiento en todos los rincones de la Tierra durante casi dos milenios, los judíos no perdieron ni abandonaron su identidad. Finalmente, el 14 de mayo de 1948, regresaron a la tierra de sus antepasados, se independizaron y se establecieron como nación soberana. De esta manera se cumplió la profecía en Ezequiel 38:8-9. ¿Qué otra raza en la Tierra se ha mantenido firme en su identidad nacional, se ha mantenido a salvo por su fe, y ha tenido su condición de estado como nación restaurada alrededor de 1900 años después de su destrucción?

El corazón y la fe que el pueblo de Israel heredó de su patriarca Jacob se caracterizó por tal firmeza, y es la preservación de la túnica de Jesús lo que predijo el despliegue de dicha historia.

Amados hermanos en Cristo: todo lo que está registrado en la Biblia desde la caída de Jerusalén y el sufrimiento de los judíos hasta la destrucción y restauración de Israel, se ha cumplido. Lo que aún no se ha cumplido son los eventos que van a tener lugar en el futuro, uno de los cuales es el regreso de nuestro Señor en un futuro próximo para llevarnos al cielo. Ruego en el nombre de nuestro Señor que puedan seguir estando alertas y orando, que pronto completen su adorno como novias del Señor y que puedan darle la bienvenida al Señor que vendrá otra vez para llevarnos.


 

 

 
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