Las serpientes ardientes y la cruz
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Mayo 28, 2017 |
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Pastor Principal, Dr. Jaerock Lee
«Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía» (Números 21:9). «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en El vida eterna» (Juan 3:14-15).
Como se registra en Números 21, Dios hizo que los israelitas pasen a través del desierto, a fin de que pudieran ser calificados para entrar en la tierra de Canaán, «una tierra donde fluye leche y miel».
Sin embargo, no lograron entender la voluntad de Dios y se apresuraron a hablar y a quejarse contra Él cada vez que enfrentaban dificultades. Ellos acusaron a Dios y a Moisés quienes los habían liberado de su esclavitud en Egipto. La ira de Dios una vez encontró su camino al pueblo de Israel en forma de serpientes ardientes, y se registra que muchos en Israel murieron después de haber sido mordidos por ellas.
Solo entonces los israelitas vinieron ante Moisés para arrepentirse. Cuando intercedió por ellos, Dios instruyó a Moisés que hiciera la imagen de una serpiente ardiente y la pusiera en una asta a la cual los israelitas debían mirar. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en una asta, y todo el que la miraba vivía incluso después de haber sido mordido por una serpiente.
1. Enseñanzas espirituales del incidente de la serpiente ardiente
a) Independientemente de la naturaleza de nuestros problemas, debemos encontrar soluciones en Dios.
Como el Todopoderoso que tiene absoluta autoridad sobre la vida, la muerte, las bendiciones y las desgracias de todos los hombres, Dios no solo podía llevar serpientes ardientes a los israelitas, sino que también podía salvarlos del daño. Ahora bien, estas serpientes ardientes no salían del suelo. En el desierto, las serpientes ardientes y los escorpiones eran comunes, pero como Dios había protegido a Su pueblo, tales criaturas no podían acercarse a ellos. Sin embargo, como los israelitas hablaban en contra de Dios, ellos ya no estaban bajo Su protección y estaban sujetos a ser afectados (Números 21:5-6). Por lo tanto, los israelitas tuvieron que buscar y encontrar en Dios la raíz y la solución al problema de las serpientes ardientes.
En este caso «serpientes ardientes» espiritualmente se refiere al diablo enemigo y Satanás. También, como Dios le dijo a la serpiente que había tentado a la mujer en Génesis 3:14: «… y polvo comerás todos los días de tu vida», aquí el «polvo» simboliza los hombres que han sido formados del polvo de la tierra. Siguiendo el pecado de desobediencia de Adán, la serpiente, el diablo enemigo, comenzó a hacer presa de toda la gente carnal que vivía en medio de sus pecados y traía sobre la humanidad pruebas y aflicciones.
Los hijos de Dios deben buscar y encontrar la raíz de sus problemas y resolverla según la Palabra de Dios (1 Juan 5:18). Así como el pueblo de Israel se arrepintió de sus pecados y acudió delante de Moisés, los hijos de Dios deben ir ante Él y arrepentirse de sus maldades. Cuando la gente desgarrar su corazón en arrepentimiento, destruye el muro de los pecados y acude a la luz, Dios resuelve sus problemas independientemente de su naturaleza.
b) Debemos soportar las pruebas de la fe solo con gratitud y alegría.
Incluso los antepasados de la fe estaban sujetos a toda clase de aflicciones. De la misma manera, las pruebas en el desierto a las que el pueblo de Israel estaba sujeto, eran un proceso al que debían someterse al entrar en Canaán, la tierra de las bendiciones de Dios (Deuteronomio 8:15-16). Si realmente hubieran confiado en Dios en lugar de hablar en contra de Él, tales pruebas se habrían transformado en gratitud a Su amor y bendiciones.
Cuando debemos soportar pruebas de la fe con gratitud y alegría, seguramente entraremos en la tierra de bendición. En Romanos 8:18 leemos: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse». Cuando confiamos en el Dios misericordioso en cualquier situación, permanecemos pacientes hasta el final (Santiago 5:11), y damos gracias, entonces podemos recibir las bendiciones preparadas por Dios.
c) Debemos comprender el amor de Dios por el cual Él nos ha ayudado a poseer la fe mirando a la serpiente de bronce.
Cuando los israelitas fueron mordidos por serpientes ardientes, solo sobrevivieron al mirar a la serpiente de bronce puesta en una asta. ¿Significa esto que Dios no podía sanarlos por Su poder, sin que ellos vieran la serpiente de bronce?
Si el pueblo de Israel tenía el tipo de fe que tenía el centurión que figura en Mateo 8, quien le dijo a Jesús: «Simplemente di la palabra», entonces todo lo que Dios habría tenido que hacer era decir: «Sé sano». Sin embargo, los israelitas no poseían este tipo de fe.
No importa cuán grande sea la manifestación del poder de Dios, no habría servido a un propósito si la gente no creyera. Así que Dios dio a los israelitas un emblema visible de la fe. Al ver la figura de una serpiente ardiente puesta en una asta, el pueblo de Israel podía creer con mayor convicción que Dios los había salvado del daño de las serpientes ardientes.
2. La providencia de Dios de la salvación en la crucifixión de Jesús
Respecto a esto, Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3:14-15: «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eterna». Esto se refiere a la crucifixión de Jesús. Así como la serpiente ardiente fue puesta en una asta, Jesús, quien no tenía pecado fue colgado en una cruz para redimirnos de nuestros pecados.
Si una serpiente generalmente simboliza a Satanás, ¿por qué la Biblia equipara mirar a la serpiente de bronce colocada en una asta, para fijar nuestros ojos en Jesús colgado en la cruz?
Esto es porque la crucifixión de Jesús significa directamente la destrucción del diablo enemigo y Satanás. Como la fijación de nuestros ojos sobre Jesús colgado en la cruz es lo mismo que presenciar la destrucción de la autoridad del enemigo diablo y Satanás, cuando lo creemos obtenemos la vida eterna.
Según la ley del reino espiritual, la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23). Por lo tanto, después del pecado de Adán, él y todos sus descendientes fueron condenados a la muerte. Jesús vino a este mundo para salvar a la humanidad. Al instigar a las personas malvadas, el demonio enemigo y Satanás crucificaron a Jesús sin pecado.
Ellos creían que el asesinato de Jesús aseguraría su eterno control sobre la autoridad de la muerte, pero terminaron perdiendo esa misma autoridad porque la ley del reino espiritual dicta que el castigo de la muerte está destinado solo para los pecadores. Sin embargo, el diablo enemigo y Satanás violaron esa ley y mataron a Jesús, que no tenía ni siquiera el pecado original ni pecados cometidos por sí mismo.
Desde entonces, se han visto obligados a liberar de la autoridad de la muerte y a entregar a Jesús a cualquiera que crea que Él es su Salvador.
Queridos hermanos en Cristo, la crucifixión de Jesús alrededor de 2.000 años atrás permitió a cualquiera recibir la salvación y la vida eterna, y disfrutar de respuestas y bendiciones por la fe. Ruego en el nombre del Señor que comprendan claramente el mensaje de la cruz y reciban autoridad y bendiciones como hijos de Dios y que disfruten de la gloria eterna en el Cielo.
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