Los hombres de los cuales el mundo no era digno (1)
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Mayo 27, 2018 |
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 Pastor Principal, Dr. Jaerock Lee
«Que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros [...]. [Hombres] de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra» (Hebreos 11:33-38).
El Capítulo 11 de Hebreos es llamado «el capítulo de la fe». Representa a los antepasados que agradaron a Dios con su fe. No temían a la muerte como consecuencia de su amor a Dios. Podían renunciar a todo por Dios y audazmente practicar la justicia con la fe de la que el mundo no era digno de observar.
Vamos a profundizar en el estudio de los antepasados de la fe quienes aparecen en el Antiguo Testamento. Ellos agradaron a Dios con la fe de la que el mundo no era digno.
1. El perfecto amor que aleja el temor
Los miembros de la Iglesia primitiva no negaron a Jesucristo ni se olvidaron de Dios, ni siquiera al ser devorados por leones hambrientos y decapitados en graves persecuciones. ¿Cómo lograron hacerlo?
En 1 Juan 4:18 leemos: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor».
En el tiempo del Antiguo Testamento, Job era inocente y recto a los ojos de Dios. Fue llamado «un hombre de rectitud». Sin embargo, él tenía miedo y ansiedad profunda en su corazón (Job 3:25). Solo después de que se dio cuenta del amor de Dios completamente por el refinamiento, pudo alcanzar valentía y recibió doble bendición.
Entonces, ¿qué debemos hacer para actuar con audacia, sin miedo y con el amor a Dios? Debemos obedecer la Ley de Dios que nos dice qué hacer, qué no hacer, y qué cosas guardar. Es el amor verdadero de Dios, y como el amor es más perfeccionado, el miedo desaparece y podemos practicar con valentía la rectitud (1 Juan 5:3; 3:21-22).
2. Los antepasados de la fe de los cuales el mundo no era digno de observar
1) Elías hizo descender la respuesta de fuego.
Elías, el profeta del reino del norte de Israel, hizo descender la respuesta de fuego en el enfrentamiento contra 850 falsos profetas de Baal y Asera (1 Reyes 18). Él audazmente practicó la justicia. Aunque él estaba solo contra aquel gran número de personas, tenía un deseo sincero de alcanzar el corazón de los Israelitas que habían caído en la idolatría para que se volvieran a Dios. Él tenía la firme convicción de que la única y verdadera Deidad es Dios y tenía un ferviente amor a Dios. Si tú amas a Dios y al Señor fervientemente como Elías lo hizo, nada es imposible.
2) Eliseo no vio la realidad de una situación.
Eliseo, el discípulo de Elías, recibió una doble porción del espíritu de Elías. En numerosas ocasiones causó que la estrategia de Aram, la nación enemiga contra Israel, fallara. Al saber esto, el rey de Aram tramó matar a Eliseo. Él envió caballos y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y cercaron la ciudad. El criado de Eliseo tenía miedo de ellos.
Sin embargo, Eliseo le dijo que no temiera ya que los que estaban con ellos eran más que los de Aram. Dios abrió los ojos espirituales del criado y él pudo ver la montaña llena de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo. Al final, Israel derrotó a Aram y ellos nunca más invadieron Israel (2 Reyes 6).
Aquellos que tienen la verdadera fe ven al Dios todopoderoso, así que no tienen miedo cuando están rodeados por penurias en cada dirección. Ellos tienen fe en Dios que contesta cualquier oración suya, por lo que piden con audacia y resuelven sus problemas al hacer descender el poder de Dios gracias a la oración de fe.
3) Ester salvó a su pueblo.
En el 3er Capítulo de Ester, Amán fue amado por el rey Asuero. Sin embargo, él trató de destruir a todos los judíos que vivían en todo el reino de Asuero. Por eso, el judío Mardoqueo le dijo a Ester, la reina del país, que pidiera al rey salvar a su pueblo.
Después de aprender acerca de esto, Ester ayunó durante tres días por su pueblo y vino delante del rey con la determinación de «si perezco, que perezca». Por la gracia de Dios, ella reveló el plan de Amán, salvó a su pueblo, y recibió más amor del rey.
Incluso entre la vida y la muerte, ella confió en Dios por completo porque Él es quien soluciona nuestros problemas. A Dios le agradó su acción y provocó que todas las cosas obren para bien. Volvió el infortunio en bendición y trabajó mucho para que la gloria de Dios fuera revelada.
4) Daniel no dio su brazo a torcer ni siquiera ante el rostro de la muerte.
Darío, rey de Babilonia, tenía previsto nombrar a Daniel para ponerlo sobre todo el reino, aunque él provenía del reino de Judá y servía a Dios. Entonces otros comisionados y sátrapas estaban celosos de él y trazaron un malvado plan: le dijeron al rey que debía emitir un edicto que dijera que todo el que hiciera una petición a cualquier dios u hombre que no fuera el rey, debía ser lanzado al foso de los leones.
El amor de Daniel a Dios, sin embargo, fue veraz y perfecto, así que continuó orando a Dios sin miedo a la muerte. Él finalmente terminó siendo arrojado en el foso de los leones, pero Dios envió a Su ángel y cerró la boca de los leones. Él fue perfectamente protegido y no sufrió ningún daño en absoluto (Daniel 6). Ni siquiera ante el peligro de muerte, él no dio su brazo a torcer, sino que se mantuvo firme en Su justicia delante de Dios. Como resultado, él logró revelar la gloria de Dios en gran manera.
5) Los tres amigos de Daniel (Sadrac, Mesac y Abed-nego), sin titubear mantuvieron su fe.
Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo una estatua de oro, y proclamó que quien no se inclinara ante la imagen de oro y la adorara, debía ser lanzado al centro de un horno de fuego (Daniel 3). Los tres amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego, no quebrantarían el mandato de Dios que nos manda no adorar a los ídolos. Ellos no se iban a inclinar ante la imagen, y finalmente, fueron llevados al rey. El rey, entonces, les dio otra oportunidad diciendo que Él los salvaría si se inclinaban en ese momento. Sin embargo, ellos no se rindieron en absoluto.
Fueron valientes incluso ante el rostro de la muerte porque su perfecto amor por Dios hizo alejar el temor. Ellos terminaron siendo lanzados en el horno de fuego que fue calentado siete veces más de lo normal. Sin embargo, Dios los protegió, por lo que el fuego no tuvo ningún efecto en sus cuerpos, ni siquiera uno de los cabellos de su cabeza se quemó. De esta manera, revelaron la gloria de Dios y obtuvieron un mayor reconocimiento.
6) Los hombres de Gedeón, el muchacho David, y Josafat, rey de Judá.
En Jueces 7, la guerra parecía ser desfavorable a Israel porque los madianitas eran tan numerosos como la arena a la orilla del mar. Pero Dios le dijo al juez Gedeón que redujera el número de hombres que iban a la guerra con él. Gedeón le obedeció, redujo el número, y lucharon valientemente como Dios les había instruido. De ese modo, finalmente se logró una victoria.
1 Samuel 17 describe a David cuando era un niño. Como creía en Dios, él audazmente fue ante Goliat que era un hombre gigante en los ejércitos de los filisteos. En su primer intento lanzó una piedra y golpeó al filisteo en su frente. Josafat, rey de Judá, también ayunó y oró a Dios con su pueblo cuando el ejército unido de países vecinos invadió el sur del reino de Judá. Y en obediencia a la palabra de Dios, él designó a quienes alababan a Dios vestidos en ornamentos sagrados y les hizo salir antes que el ejército. Dios aceptó esta obra de fe con alegría y les dio la victoria (2 Crónicas 20).
Queridos hermanos en Cristo: espero que ustedes actúen audazmente con amor perfecto que aleja cualquier temor. Ruego en el nombre del Señor que al hacer esto ustedes puedan poseer el amor espiritual.
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