Series sobre "El Mensaje de la Cruz"
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Septiembre 30, 2007 |
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 {El Orden de Publicación}
La Crucifixión
1. La Providencia de Dios que encontramos en la ropa de Jesús
2. La razón por la cual Jesús fue clavado en Sus manos y en Sus pies y la diferencia en los escritos sobre los dos malhechores.
3. La Providencia de Dios en el hecho de que las piernas de Jesús no fueran quebradas y el significado espiritual en el derramamiento de la sangre y agua de Jesús
La Crucifixión (3)
"Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" (Juan 19:33-34).
El conocimiento de la Providencia de Dios en el sufrimiento de Jesús nos ayudará a cada uno de nosotros a comprender Su gran amor y nos facilitará el llevar una vida más dedicada en Cristo. En esta edición, les explicaré el significado espiritual del por qué las piernas de Jesús no fueron quebradas y sobre el derramamiento de Su sangre y agua.
1. La Providencia de Dios en el hecho de que las piernas de Jesús no fueran quebradas
Después de sufrir durante horas en la cruz con los medios más crueles de castigo, Jesús finalmente expiró. Debido a que su muerte en la cruz se llevó a cabo en día Viernes y ya que el siguiente día era Sábado, el cual los judíos lo guardaban como santo, el cuerpo de Jesús no podía permanecer colgado en la cruz. Por esta razón los Judíos pidieron a Poncio Pilato que los cuerpos de los criminales que estaban en las cruces fueran removidos (Juan 19:31).
Los soldados Romanos bajaron los cuerpos de los criminales que estaban a ambos lados de Jesús y quebraron sus piernas. Quebrar las piernas de un criminal que está colgado en una cruz apresura su muerte ya que no podrá seguir soportando el peso de su cuerpo con sus piernas. Sin embargo, cuando los soldados se dieron cuenta y confirmaron que Jesús ya había muerto, no quebraron Sus piernas.
En el Salmo 34:19-20 encontramos, "Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado". A pesar que Jesús cargó con todos los pecados de la humanidad y murió en un madero, ya que Él no era un pecador sino que era sin culpa, sin mancha, y era justo; Dios se aseguró que las piernas de Jesús permanecieran sin ser quebradas.
Durante el tiempo del Éxodo, Dios le dijo a los Israelitas en el libro de Números 9:12 y en Éxodo 12:46, "Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo". A través de la Biblia, "el cordero" simboliza a Jesús (Juan 1:29). Por lo cual, Dios ordenó no quebrar los huesos del cordero, el cual representa al mismo Jesús, y precisamente de acuerdo a la palabra de profecía, los huesos de Jesús permanecieron intactos.
2. La razón por la cual Jesús derramó Su Sangre y Su Agua
Así como leemos en Juan 19:34, "Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua", un soldado Romano atravesó el costado de Jesús cuando Él ya había muerto. Jesús colgado en la cruz con una corona de espinas, Su cuerpo triturado por la muchedumbre, y sangre corriendo de Sus manos y pies donde los clavos habían atravesado su cuerpo, era una escena espantosa. De esta escena con el soldado Romano, podemos ver cuan malvado es el hombre realmente, quien confirmó que Jesús ya había muerto, más sin embargo perforó Su costado con una lanza.
¿Cual es el significado espiritual detrás del hecho que el costado de Jesús haya sido perforado por una espada y en el derramamiento de Su sangre y agua?
Primero, estos eventos testifican claramente que Jesús vino a este mundo como un ser humano. Leyendo el evangelio de Juan 1:14 nos declara con exactitud quién es Jesús. "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros". En otras palabras, Jesús, Dios mismo quien es espíritu, se hizo carne y vino a este mundo. Jesús no fue concebido por la combinación del esperma del hombre y del óvulo de la mujer, sino por el Espíritu Santo. Sin embargo, debido a que Él nació hecho carne y atravesó un proceso normal de crecimiento así como cualquier otro ser humano, Jesús cumplió con los requisitos para ser el Salvador de la humanidad.
De acuerdo a "Los cuatro Requisitos a ser cumplidos a fin de convertirse en el Salvador de la Humanidad", en primer lugar el Salvador tiene que ser un hombre, no tiene que ser descendiente de Adán quien había cometido el pecado de la desobediencia; poseer además el poder para vencer al enemigo el diablo, y tener un amor por el cual pueda sacrificar Su propia vida por otros.
Por lo tanto, Jesús vino a este mundo con un cuerpo formado de huesos y carne, así como el nuestro, sintió dolor cuando fue azotado, y sufrió de agotamiento, sed, y hambre ( Mateo 4:2; Juan 4:6). A fin de validar el hecho que Jesús vino a este mundo hecho carne, la Biblia muestra eso cuando "uno de los soldados abrió Su costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua".
Segundo, estos eventos confirman el hecho que un hombre hecho de carne puede tomar parte en la naturaleza divina. En Mateo 5:48, Jesús nos dice, "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", y Dios mismo nos recuerda de nuevo en 1 Pedro 1:16, "porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO". Es más, en Filipenses 2:5 se nos insta a "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús", mientras que en 2 Pedro 1:4 se nos dice, "por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".
Mientras que Jesús hecho carne como cualquier otro hombre y mujer, no cometió ningún pecado y vivió una vida santificada. Mientras Él experimentaba una serie de emociones por tener la naturaleza de hombre, Jesús solamente vivía por la verdad. De la misma manera, como Nuestro Jesús, nosotros también podemos volvernos perfectos y santificarnos, y tomar parte en la naturaleza divina con el corazón de Cristo Jesús.
Todo aquel que cree en el Señor, aquel que ora fervientemente, y que hace todo esfuerzo, puede deshacerse de todo pecado y maldad; mientras lo hace, con seguridad recibirá y experimentará la gracia y la fortaleza de Dios así como la ayuda del Espíritu Santo. Ninguno de nosotros podrá dar excusas como, "Jesús pudo vivir una vida en santidad porque Él era el Hijo de Dios pero yo siendo hombre, no puede hacerlo"
Tercero, estos eventos nos demuestran que por la sangre y el agua de Jesús, nosotros ganamos la vida verdadera y disfrutamos de la vida eterna. Verdaderamente preciosa es la sangre de Jesús, quien no tenía pecado original en Él y no cometió pecados propios. Por la preciosa sangre de Nuestro Jesús, nosotros podemos, por fe, recibir el perdón de nuestros pecados y vivir para siempre. Es más, el agua simboliza espiritualmente "la palabra"; entre más escuchemos la Palabra de Dios y vivamos de acuerdo a ella, podemos deshacernos del pecado y la maldad y volvernos mucho más justos.
La sangre y el agua que Jesús derramó son la sangre y el agua de fortaleza por la cual podemos ser transformados, y son la sangre y el agua de vida que nos aparta de la muerte. El hecho de que Jesús fue traspasado en su costado con una lanza y que derramó Su sangre y agua, testifica la manera de cómo nosotros hemos recibido perdón gracias a Jesús, y que hemos ganado la vida verdadera al recibir la fortaleza por medio de la cual podemos vivir de acuerdo a la Palabra de Dios.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, Jesús se regocijó y dio gracias en medio de Su sufrimiento porque Él pensó en cómo incontables almas recibirían la salvación por medio de Su sufrimiento. Mantengan en mente que Jesús sufrió y derramó Su agua y Su sangre para salvarnos.
Pueda cada uno de ustedes, en la medida que comprendan el amor de Dios en lo profundo de su corazón, deshacerse prontamente del pecado y la maldad, recobrar la imagen de Dios, y disfrutar del gozo y las bendiciones eternas en el glorioso reino de los cielos, ¡los bendigo en el nombre de Nuestro Señor!
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