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Serie sobre "El Mensaje de la Cruz" - Las últimas siete palabras de Jesús en la cruz (2)

Noticias Manmin   No. 15
7672
Diciembre 30, 2007


{El Orden de Publicación}

1. La primera y la segunda palabra
2. La tercera palabra
3. La cuarta, quinta y sexta palabra
4. La séptima palabra

"Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" (Juan 19:26-27).

Cuando el momento de la muerte se acerca, la mayoría de las personas miran hacia atrás en sus vidas y dejan un testamento a sus familias y amigos. Jesús, quien había venido a este mundo como el Salvador de la humanidad, dejó unas cortas palabras antes de morir en la cruz, y a ellas se les conoce como "Las últimas siete palabras en la cruz".
Una vez que hemos comprendido claramente el corazón de Nuestro Señor quien, como el Hijo de Dios, cumplió con la Providencia de la salvación, entonces nos podemos convertir en verdaderos hijos de Dios. Continuando con la última edición de las Noticias Manmin, vamos a retomar este día la tercera palabra que Jesús nos legó en la cruz.

1."Mujer, he ahí a tu hijo"

En Juan 19:26 se lee, "Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo". Aquí, "tu hijo" se refiere a "el discípulo a quien Él amaba – Juan. Jesús le está pidiendo a la Virgen María que considere a Juan como su propio hijo.
¿Por qué, entonces, Jesús dijo "Mujer, he ahí tu hijo"? Un elemento importante que tenemos que observar aquí es que Jesús llamó a la Virgen María, "mujer".
La Biblia no registra ningún ejemplo en el cual Jesús se refiera a la Virgen María como Su "madre". El término "madre" en el "Evangelio de Juan" fue usado desde la perspectiva del autor del mismo, Juan, no proviene de Jesús.
En el capítulo 2 de Juan hay una escena en la cual Jesús convirtió el agua en vino y luego Él se refiere a la Virgen María llamándola "mujer". Esto se debe a que la Virgen María nunca pudo haber sido la madre de Jesús. ¿Cómo podía haber sido ella la madre de Jesús, quien es igual a Dios (Filipenses 2:6) y quien es Dios Hijo en la Trinidad Divina?
Dios es perpetuo y eterno y es "YO SOY EL QUE SOY" (Éxodo 3:14); no ha nacido de nadie ni nadie lo ha formado. Por lo tanto, Jesús quien es "en forma de Dios" (Filipenses 2:6) no podía llamar a la Virgen María, una simple criatura, "Madre".
Además, la Virgen María no puede ser la madre de Jesús incluso desde el punto de vista biológico. Las personas son concebidas por la unión de un esperma y de un óvulo, pero Jesús fue concebido por el Espíritu Santo.
Si un niño es concebido por medio de la inseminación artificial, ¿Es la mujer que da a luz al niño su "madre"? Si un niño permanece algún tiempo dentro de una encubadora, ¿Debería él llamar "madre" a la encubadora? De igual manera, Jesús no llama "madre" a la Virgen María, porque Él ya existía antes de estar su vientre.
Dios no podría estar agradado si las personas pensaran en la Virgen maría como en la madre de Jesús y la adoraran como lo hacen con un ídolo. Así como Dios nos dice en Éxodo 20:3-4, "No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra", nosotros no debemos fabricar, servir o adorar ídolos a hechos a semejanza de ninguna criatura.

Las siguientes palabras de Jesús, "Mujer, he ahí tu hijo" pretendían consolar a la Virgen María. Al estar presenciando a su amado Jesús mientras Él soportaba este sufrimiento inexplicable, la Virgen María también soportaba un dolor y un sufrimiento desgarrador. Y Jesús siendo siempre tan considerado, pensó en la Virgen María aún estando en Sus últimos momentos de vida, por eso hizo que ella confiara en Su discípulo Juan como en su propio hijo.

2."Después dijo al discípulo: He ahí tu madre"

Juan 19:27 continua, "Después dijo a Su discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa". Mientras Él consolaba a la Virgen María, Jesús le dijo a Su discípulo Juan, "He ahí tu madre". Desde ese momento, dice la Biblia, que Juan la recibió en sus casa y le sirvió como a su propia madre.
Después de haber dado a luz a Jesús siendo virgen, María tuvo más hijos con su esposo José. Sin embargo, Jesús no pidió a los hijos de María y José que cuidaran de ella, sino que confió esta tarea a Su discípulo Juan. ¿De qué es lo que tenemos que estar claros con esto?
La Biblia nos dice en Filipenses 3:20, "Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo". Los hijos de Dios que han recibido salvación pertenecen al cielo. Los hijos de Dios, todos aquellos que han aceptado al Señor y cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, forman una familia espiritual que sirve a Dios como su Padre.
Entonces, ¿Por qué y cómo es que Dios se convierte espiritualmente en nuestro Padre?
Dios es la fuente de vida. Aunque cada uno de nosotros hemos nacido de nuestros padres biológicos, el esperma y el óvulo de nuestros padres les fue dado por Dios. Cuando rastreamos nuestra genealogía, solamente encontramos que el antepasado de toda la humanidad, Adán, también vino de Dios. Él formó personalmente el cuerpo de Adán y sopló en su nariz el aliento de vida y por lo tanto, nuestra vida viene de Dios.
Aún cuando un hombre y una mujer se casan, ellos no pueden concebir otra vida sin el permiso de Dios, porque la autoridad de dar un espíritu al hijo concebido solamente corresponde a Dios. Mientras la ciencia y la tecnología se han desarrollado a un nivel sin precedentes, la controversia alrededor de la clonación humana ha estado amenazando, pero ningún hombre es capaz de crear su propio espíritu. Podrán quizá reproducir la carne, pero debido a que ésta carecerá de espíritu, no será diferente a un animal y no podrá pensar como un hombre.
Es más, el género, las características, la apariencia exterior, y otros atributos del niño concebido están más allá del control de los padres. El hecho irrefutable es que solamente Dios gobierna la vida de la humanidad.
Ha habido muchos casos en la Iglesia Manmin Central en los cuales parejas de esposos, que no habían podido concebir un hijo, recibieron la bendición de un embarazo. Parejas que habían estado casadas por 3, 5, 7 y hasta por 10 años habían tratado en vano, todo lo que cabe en la capacidad del hombre. Mientras los intentos humanos podrían haber sido inútiles para recibir los deseos de sus corazones, su fe en el poder de Dios les ha garantizado la bendición de un embarazo.
Solamente Dios da el espíritu al hombre y solamente Él gobierna la vida, la muerte, la maldición y la bendición de la humanidad, y este Dios es nuestro Padre espiritual. Si la gente vive sus vidas de acuerdo a los deseos del mundo sin creer en Él, no le pueden llamar "Padre" a Dios. Así como Jesús nos dijo en Juan 8:44, "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira"
Por lo tanto, aún cuando nos hemos asociados consanguíneamente con ciertos individuos en este mundo, no moraremos con ellos en el cielo eterno si no creen en el Señor. Jesús habló sobre este asunto en Mateo 12:50, "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre", y nos enseñó la naturaleza de una verdadera familia, la cual es una familia espiritual.
Nosotros debemos amar y servir a nuestra familia carnal pero tiene que ser con el amor espiritual que es apropiado a la vista de Dios. El verdadero amor no es ofrecido ni ama a la familia de alguien que blasfema en contra de Dios y que camina por un camino contrario a Su voluntad. Por ejemplo, si los padres y hermanos en carne de alguien le dicen, "No vayas a la iglesia" o "Únete a mí para cometer este crimen", en tal caso si los obedeciera, los estaría guiando no al amor sino a la muerte. Por lo tanto, mientras estamos supuestos a amar y servir a nuestros padres y hermanos biológicos, tenemos que hacerlo dentro de los límites de la verdad.
Es más, si confesamos tener amor por los miembros de nuestra familia carnal, predicarles el evangelio y guiarles hacia el cielo tiene que ser nuestra prioridad. Este es el camino que nosotros tenemos que crear, mantener y vivir con nuestra familia espiritual.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, encerrado en la tercera palabra que pronunció Jesús mientras estaba crucificado, está Su amor que buscó consolar a la atribulada María. Nuestro Señor también nos está diciendo que todos los hermanos y hermanas en Él son nuestra verdadera familia. Pueda cada uno de ustedes llegar a comprender el corazón de Nuestro Señor más claramente, amar más a Dios y compartir unos con otros amor espiritual en el Señor, ¡Yo oro en el nombre de nuestro Señor Jesucristo!


 

 

 
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