Serie sobre “El Mensaje de la Cruz” – (23);
VIDA ETERNA (1): Personas sin la salvación a pesar de su confesión de fe en Dios (2)
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Mayo 04, 2008 |
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“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21)
“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte” (1Jn 5:16-17)
El objetivo fundamental para todos los que han aceptado a Jesucristo y que creen en Dios se encuentra en la verdadera salvación y en el cielo. Ay de aquel, que a pesar de su profesión de fe en Dios, no recibe salvación y termina en el infierno. Sin embargo, cuando un individuo llega a vivir por la volunta de Dios, éste no solamente alcanzará la salvación sino que también se reunirá con el Señor en los aires cuando regrese y participará en el Banquete de Bodas con Él. En ese momento, las personas que hayan escuchado el Evangelio pero sigan rehusando a creer en él, serán abandonadas en este mundo entre sufrimientos y lamentos, y serán lanzados en una confusión de inimaginables proporciones. ¿Pueden imaginar cuántas personas que han asistido a una iglesia sollozarán y sufrirán una vez que se den cuenta que han sido abandonados? Ellos probablemente no tengan razón para dudar a cerca de la seguridad de su salvación pero serán devorados por el temor una vez vean cuan contraria es la realidad a lo que habían previamente pensado. Por lo tanto, cuando profesamos nuestra fe en el Señor, también tenemos que estar alertas de las circunstancias en las cuales no hay salvación para asegurarnos que ninguno de nosotros llegue a la muerte.
1. Blasfemando, interfiriendo y hablando en contra del Espíritu Santo
“Blasfemando”, “interfiriendo” y “hablando en contra” del Espíritu Santo se refiere a las palabras habladas y las acciones realizadas en oposición a las obras de Dios. A diferencia de la persecución en contra de la iglesia por parte de los no creyentes, de aquellos que no conocen a Dios, estas palabras provienen de personas que profesan tener fe en Dios y que conocen la verdad. No hay salvación para tales individuos ya que siendo conocedores se oponen a las obras de Dios siguiendo su propia maldad. Después de ser testigos de la sanidad de enfermedades y malformaciones y de que demonios son expulsados por el poder de Dios, si un individuo continúa blasfemando, interfiriendo y hablando en contra del Espíritu Santo etiquetando tales manifestaciones como “obras de Satanás”, ¿Cómo podrá ser considerado un hombre de Dios? Después de presenciar una obra del poder de Dios que no puede ser imitada por el poder humano, un creyente de Dios verdadero y de buen corazón solamente le agradecerá y lo glorificará. Sin embargo, los hacedores del mal, por el contrario están prestos a negar las obras del Espíritu santo y a oponerse a Dios. Los espíritus malignos no poseen el poder para sanar las enfermedades ni las malformaciones de las personas y aún si lo hicieran, no habría forma de que ellos permitieran que las personas glorificaran a Dios echando fuera a los malos espíritus y sanando a los enfermos. La regla también se aplica a la interferencia con el ministerio de los siervos de Dios a quienes Dios respalda y quienes manifiestan Su poder. Tales interferencias son similares a oponerse directamente a Dios porque solamente sirven para desacreditar a un hombre de Dios así como las obras del Espíritu Santo manifestadas a través de El. Cuando los Israelitas no tenían que comer después del Éxodo, ellos culparon a Moisés y a Aarón y murmuraron en contra de los dos. Moisés les dijo, “Jehová os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová” (Éxodo 16:8). En los primeros cinco versículos del capítulo 5 del libro de los Hechos está la historia de Ananías y su esposa Safira, quienes había prometido vender una parte de su propiedad y entregar las ganancias a Dios. Sin embargo, en su codicia, conservaron algo de las ganancias para ellos mismos trayendo a Pedro solamente una parte de éstas, y pretendiendo que estaban entregando todo lo que habían obtenido. Como la pareja había engañado no a Pedro sino al Espíritu Santo y le mintieron a Dios mismo, murieron sin tener siquiera la oportunidad de arrepentirse. Otro elemento que hay que recordar aquí es que un individuo puede, por sí mismo y no por las obras del Espíritu Santo, invitar demonios a él mismo y luego echarlos fuera. Por ejemplo, cuando tales personas se enferman o cuando las dificultades llegan a su camino, reconocen, “Oh, esta es la obra del diablo”, y con esto invitan al diablo. De acuerdo a la ley del reino espiritual, el diablo entra a la persona pero como la persona no está en una situación de ser poseída por éste y cuando la persona lo echa fuera, el diablo será expulsado. Algunas personas, cuando expulsan demonios en otras personas, los insultan o los atacan. A la luz de la verdad, sin embargo, esto no está correcto ni es la obra del Espíritu Santo. Aún si un individuo está poseído por el demonio, tenemos que tratarlo con dignidad y respeto y podemos ordenarle solo con nuestra palabra. Esto es porque los demonios temblarán de temor cuando sean expulsados inmediatamente por el nombre de Jesucristo. 2. Exponiendo a vituperio al Hijo de Dios crucificándolo de nuevo en la cruz
Leemos en Hebreos 6:4-6, “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” Este versículo se refiere a las personas que, a pesar de haber recibido al Espíritu Santo, de haber experimentado la gracia de Dios, de haber conocido la existencia del cielo y del infierno, y de haber escuchado y llegado a creer en la Palabra de la verdad, no obstante fueron tentados, abandonaron a Dios, se corrompieron, y obraron abiertamente para evitar que la gloria de Dios fuera revelada. Si una persona empieza a congregarse en una iglesia después que se le ha predicado el Evangelio, podrá haber una última oportunidad para que reciba la gracia de la salvación en algún momento, aún cuando su fe haya sido nada más que conocimiento y que ésta haya caído en los caminos del mundo. Sin embargo, Satanás trabajará más ferozmente en contra de todos aquellos que regresan al mundo después de haber experimentado la gracia de Dios en medio del obrar del Espíritu Santo debido a que la oscuridad en ellos es mayor. Ellos cometerán mayores maldades que los incrédulos, negarán la gracia que una vez recibieron, y encabezarán la persecución contra la iglesia y los creyentes. Como las personas que exponen la cruz de Nuestro Señor a vituperio no podrán recibir el espíritu de arrepentimiento, se encaminarán eventualmente a la muerte. Piensen en Judas Iscariote, quien en cierto momento había sido uno de los discípulos de Jesús. Había estado al frente presenciando el ministerio de Jesús, pero, buscando sus propios intereses, Judas terminó traicionando a Jesús y entregándolo por 30 piezas de plata. Judas fue atacado por la culpa y quiso arrepentirse después que Jesús fue capturado pero al no recibir la oportunidad de arrepentimiento por lo que había hecho, se suicidó, aparentemente por la incapacidad de vencer el remordimiento y la culpa.
3. ‘Pecando libremente después de recibir el conocimiento de la Verdad’
Hebreos 10:26-27 nos dice, “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de HERVOR DE FUEGO QUE HA DE DEVORAR A LOS ADVERSARIOS”. Este pasaje señala específicamente a las personas que conocen y creen en la verdad pero continúan cometiendo los mismos pecados de los cuales Dios nos ha advertido. Así como 2 Pedro 2:21-22 nos recuerda, “Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: EL PERRO VUELVE A SU VÓMITO, Y LA PUERCA LAVADA A REVOLCARSE EN EL CIENO”. Las personas que pecan deliberadamente son concientes de que han pecado, se arrepienten de lo que han hecho, y regresan a un patrón de vida pecaminoso. Hubo una época cuando el Rey David de Israel fue tentado por cierto tiempo y cometió un terrible pecado de muerte. Sin embargo, cuando un profeta le señaló el pecado, el rey estuvo pronto para arrepentirse y para apartarse de los malos caminos. Cuando fue expuesto al juicio de Dios a consecuencia de su pecado, David pudo vencer todo con humildad, la cual le permitió a cambio desraizar los atributos pecaminosos de su corazón y volverse perfecto a los ojos de Dios. La historia del Rey Saúl, sin embargo, fue totalmente diferente. Aún cuando el Profeta Samuel vino y le recordó sus malas acciones, el rey solamente le dio una excusa, “Desobedecí a Dios porque esa era la voluntad de la gente”. Debido a que Saúl continuó pecando delante de Dios sin un arrepentimiento que viniera de lo profundo de su corazón, el rey terminó agrandando la pared de pecados y eventualmente fue abandonado por Dios. Esto también es una realidad actualmente. Si un individuo profesando tener fe y conociendo la verdad peca, éste tiene que rendir su corazón en arrepentimiento, caminar en la luz, y producir buenos frutos mientras el Espíritu Santo intercede por él con gemidos indecibles demasiado profundos para las palabras y le recuerda sus malas acciones. Sin embargo, cuando él peca deliberadamente, Dios volteará Su rostro de él y en tal caso, la persona no podrá recibir el espíritu de arrepentimiento y terminará apagando al Espíritu Santo. (1 Tesalonicenses 5:19). Nosotros podremos desear el arrepentimiento por nuestros pecados pero el arrepentimiento se llevará a cabo solamente cuando Dios nos da el espíritu de arrepentimiento. Después de recibir nuestro arrepentimiento, Dios olvidará entonces nuestras malas acciones. Sin destruir la pared de pecados entre nosotros y Dios por medio del arrepentimiento delante de Él, así como Dios mismo nos dice en Éxodo 32:33, “Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro”, nuestros nombres, los cuales en cierto momento han sido escrito en el libro de la vida, podrán ser borrados.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, cuando un individuo comete pecado de muerte no hay gracia de arrepentimiento o de salvación. Cada uno de nosotros tiene que recordar esto y hacer todo el esfuerzo para nunca cometer pecados que nos lleven a la muerte. Es más, aún cuando una mala acción que hemos cometido no es un “pecado que lleve a la muerte”, sin desecharlo y sin arrepentirnos de ello nunca seremos llenados con el Espíritu Santo; incluso al ser tentado por Satanás y ser obligado a cometer “pecado de muerte”, la salvación será solamente la salvación vergonzosa como máximo. Por lo tanto, pueda cada uno de ustedes batallar en contra del pecado al punto de derramar sangre y abstenerse de toda forma de maldad para que puedan gozosamente darle la bienvenida a Nuestro Señor en Su regreso, ¡Yo oro en el nombre de Nuestro Jesucristo!
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