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Series sobre “El Mensaje de la Cruz” – (25); Vida Eterna (2): No hay vida eterna sin comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre

Noticias Manmin   No. 24
7200
Junio 29, 2008


“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros… Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida” (Juan 6:53-55).

A fin de mantener la vida de la carne, un individuo tiene que consumir alimento y mantenerse hidratado. El agua permite la digestión y la absorción de los nutrientes así como la eliminación de residuos innecesarios y elementos dañinos del interior del cuerpo.
En nuestras vidas en Cristo, nuestro conocimiento de que Jesús es el Salvador de la humanidad y de la existencia del cielo y del infierno no nos da la salvación; la vida eterna se obtiene solamente cuando comemos la carne y bebemos la sangre del Hijo del Hombre.
Es por eso que Jesús nos dice en Juan 6:53, “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”, y la vida eterna solamente es posible al comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre.
¿Cómo podemos comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre? Continuando con la última edición, vamos a indagar a profundidad en este tema.

1. Nuestro corazón se llena con la verdad cuando hacemos pan de la carne del Hijo del Hombre, la cual es la Palabra de Dios

Así como necesitamos consumir alimentos y beber agua a fin de conservar nuestra vida, comer la carne del Hijo del Hombre y por consiguiente hacer pan de ella, requiere que también bebamos la sangre del Hijo del Hombre. En otras palabras, no debemos solamente edificar nuestro conocimiento de la Palabra por medio de escucharla y leerla diligentemente, también tenemos que hacer pan de ella para que pueda ser gravada en nuestro corazón.
Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre “hacer pan de la Palabra de Dios en el corazón” y “edificarse y almacenar Su Palabra como conocimiento”? Cualquier conocimiento o dato almacenado en el cerebro puede ser olvidado, y simplemente porque “conocemos” la verdad no necesariamente nos garantiza que nos comportaremos y que viviremos nuestras vidas de acuerdo a ella.
Al recitar la Biblia, no tenemos solamente que memorizar los versículos pronunciándolos con nuestros labios sino también hacer un esfuerzo por meditar en ellos. Por ejemplo, si confesamos que hemos hecho pan de la Palabra de Dios en Mateo 5:44 “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”, tenemos que ser capaces de poner esto en práctica en nuestras vidas.

Cuando un enemigo nos causa daño y nos persigue, de acuerdo a la Palabra de Dios tenemos que ser capaces de amarlo e incluso de orar por él. Si conservamos el mandamiento de Dios solamente en nuestra cabeza como un mero conocimiento, nuestro corazón estará perturbado y podrá llegar incluso a odiar a otros, llevándonos a pagar mal por mal. Sin embargo, si hacemos pan de este mandamiento en particular, el amor y la misericordia brotarán de nuestro interior.
Al grado en que hagamos pan de la carne del Hijo del Hombre, los corazones oscuros embadurnados de falsedades, gradualmente se transformarán en corazones puros y limpios. En la mediad que hagamos pan de amor y ternura, seremos liberados del odio y del mal temperamento y cuando continuamente hagamos pan de humildad, seremos liberados de la arrogancia.

2. Comer la carne del Hijo del Hombre tiene que ir a la par con tomar la sangre del Hijo del Hombre

Nuestro hacer pan de la Palabra de Dios requiere no solamente la comprensión de la Escritura bajo la inspiración del Espíritu Santo, sino también el recibir la gracia de Dios y la fortaleza a través de la oración ferviente.
Además, en esta etapa es necesario el esfuerzo de cada individuo para creer adecuadamente en la Palabra y ponerla en práctica. Este es el acto de beber la sangre del Hijo del Hombre.
Por lo tanto, “beber la sangre del Hijo del Hombre” se refiere a poner en práctica la creencia de la Palabra de Dios. Sin importar cuánto tiempo y energía un individuo pueda invertir para escuchar diligentemente la Palabra de Dios, para meditar en ella y orar fervientemente, todo es vano si no pone en práctica lo que ha escuchado, meditado y orado.
La Palabra de Dios puede ser dividida en cuatro categorías. En ella tenemos “Guardar”, “Desechar”, “Hacer” y “No hacer”, y nosotros debemos respetar y obedecer cada uno de estos mandatos tal como están establecidos. Sin acciones de obediencia, no experimentaremos las obras de Dios y sin experimentar de primera mano las obras de Dios, no podremos ir más allá de la fe que es simple conocimiento.
Así como Santiago 2:22 nos dice, “¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?”, solamente cuando mostramos a Dios nuestras acciones de fe, nuestra fe como conocimiento será transformada en fe espiritual. Incluso si la fe de alguien al principio es pequeña como la semilla de mostaza, cuando se mantiene mostrando a Dios acciones de su fe, Dios le permitirá experimentar Su gracia y poder y obrará a manera de alimentar esta fe para que se convierta en una fe grande.
Antes de la fundación de Manmin, yo tuve una oportunidad por medio de la cual pude llegar a poseer una gran fe cuando mostré a Dios mis acciones de fe por causa de mis tres pequeñas hijas.
Durante una de sus vacaciones de la escuela, fui a un centro de oración y regresé a casa para hallar a mi hija mayor, quien en ese momento cursaba el ---- grado en la escuela, en la cama con ampollas de su cabeza a sus pies. Con cada movimiento que hacía, la piel se le rompía y sangraba. Mi segunda hija había colisionado con un vehículo y su cara estaba inflamada y sus labios en muy malas condiciones. Mi hija menor había colisionado con un estudiante de la escuela superior y sufrió una conmoción cerebral.
Delante de los ojos de personas ordinarias, llevarlas al hospital era la única cosa correcta para hacer. Sin embargo, como yo poseía fe en el Dios todopoderoso el Sanador, en lugar de llevarlas al hospital, doble mis rodillas en oración por causa de ellas. Mirando hacia atrás para descubrir si los miembros de mi familia habían o no olvidado alguno de los mandamientos de Dios, y creyendo en Su sanidad, ayuné y oré durante toda la noche. Sin necesidad de mencionarlo, Dios hizo Su parte conforme a mi fe.
Mi hija mayor fue limpiada de las ampollas durante la noche, mientras que la segunda fue sanada sin dejar cicatrices en el transcurso de una semana. Llegamos a escuchar que su maestro de la escuela le había dicho, “cuando vi que no iban al hospital en un momento tan desesperante, y que luego fueron sanadas completamente en asunto de unos pocos días, también yo he llegado a creer en el Dios viviente”. Mi hija menor también recuperó su conciencia en un espacio de dos días.
Por un lado, cuando confiamos en la Palabra de Dios y la ponemos en práctica en cada momento de nuestras vidas, alcanzaremos “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13) y estaremos totalmente haciendo pan de la Palabra de Dios en nuestro corazón.
Por el otro lado, si no ponemos en práctica los mandamientos de Dios incluso cuando tenemos la fe del tamaño de la semilla de mostaza después de recibir al Espíritu Santo, no podremos tener experiencias espirituales ni nuestro corazón será transformado a pesar de los muchos años de nuestra vida en Cristo. Reconociendo que en el peor de los casos, nuestra fe podrá ser incluso robada y seremos apartados de ella, yo les insto a cada uno de ustedes a perfeccionar su fe por medio de beber la sangre del Hijo del Hombre.

3. La fe sin obras es muerta

Dios nos ha prometido que cuando vivamos por Su Palabra, seremos bendecidos en esta vida así como en la venidera. Es más, cuando creemos solamente en Dios en cada momento de nuestras vidas por la fe, Él nos ha prometido que resolvería cualquier problema de nuestra vida.
Si alguno ha creído en tales promesas de Dios, la fe de ese individuo con seguridad estará acompañada por acciones que la respaldan. Supongan que alguien le ha prometido un tesoro valuado en millones de dólares que ha sido colocado en Washington, D.C., si recorren todo el camino desde la ciudad de Nueva York, cubriendo quizá unos 331 kilómetros (cerca de 206 millas), caminando. Si realmente han deseado el tesoro y si la persona que les informó de él es más o menos confiable, ustedes caminarían de Nueva York hasta Washington.
Por esa razón, la segunda pare del versículo en Santiago 2:26 nos recuerda que “la fe sin obras es muerta”. Muchas personas confiesan con sus labios, “yo creo en el Dios todopoderoso” pero debido a que no pueden creer a totalidad, no logran mostrar la clase de fe que es acompañada por obras. Así como encontramos en la Palabra de Dios, solamente la fe espiritual acompañada de obras puede darnos la salvación y las bendiciones y las respuestas de Dios a nuestras oraciones.
Algunas personas citan Romanos 10:13, el cual nos dice, “TODO AQUEL QUE INVOCARE EL NOMBRE DEL SEÑOR, SERÁ SALVO”, argumentando que incluso las personas que viven en pecado pueden recibir salvación, y tratan de justificar sus conductas pecaminosas. Sin embargo, este versículo en particular simboliza los límites del amor de Dios que ha salvado a los pecadores a través de Cristo Jesús y no tiene que ser usado para justificar a los hacedores de maldad.
Como la Palabra de Dios siempre está y tiene que estar en pares, nosotros tenemos que buscar cada versículo de la Biblia de acuerdo al contexto y solamente la interpretación de las Escrituras bajo la inspiración del Espíritu Santo proporcionará un entendimiento preciso. Así como nos dice Romanos 10:9-10, “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”, Romanos 10:13 significa en realidad que solamente la confesión de la boca de aquellos que han llegado a la justicia resultará en salvación.
Entonces, ¿Qué quiere decir la Biblia cuando nos dice, “con el corazón se cree para justicia”? Leemos en Romanos 2:13, “Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados”. En otras palabras, cuando realmente creemos con todo nuestro corazón la Palabra de Dios que escuchamos, viviremos de acuerdo a Su Palabra y eso nos permitirá ser “justificados”, lo cual se convertirá en “justicia”.

Hermanos y hermanas en Cristo, al comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre diligentemente, pueda cada uno de ustedes agradar a Dios con la clase de fe que está acompañada por obras, logrando con ello, que cada área de su vida sea prosperada, ¡Yo oro en el nombre de nuestro Señor Jesucristo!


 

 

 
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