Jesucristo
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Enero 25, 2009 |
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"...Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados." (Isaías 53:4-5).
En tiempos de Navidad, incluso la gente del mundo se regocija y se saludan unos a otros diciendo "¡Feliz Navidad!", pero la mayor parte de ellos no saben por qué nos regocijamos y alegramos en Navidad. Incluso, algunos asistentes a la iglesia simplemente se alegran por la Navidad sin conocer su significado. No importa cuán diligentemente ni por cuánto tiempo hace que asistimos a la iglesia, o confesemos que creemos en el Señor y nos regocijemos en la Navidad, si no conocemos su significado, no podemos llevar una verdadera vida en Cristo. Por lo tanto, les animo todos y cada uno de ustedes a que se gocen en la Navidad y lleguen a amar a Nuestro Señor más aún al conocer el significado espiritual del nacimiento de Jesús.
1. Jesús Nació en un Establo y Fue Recostado en un Pesebre
El Dios Todopoderoso podría fácilmente haber permitido que Su hijo unigénito naciera en un magnífico palacio o en un hogar con comodidades; sin embargo, Él permitió que Jesús naciera en un establo para que nos redimiera a nosotros que no somos otra cosa que animales. Eclesiastés 3:18 dice: "Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias." "¿Por qué dice la Biblia que los hombres son semejantes a las bestias?" Cuando Dios formó al primer hombre, éste era un ser viviente porque había puesto en él espíritu, y fue creado a la imagen y semejanza de Dios; por tanto, era puro y sin defecto ni mancha. Pero Adán desobedeció y el pecado entró; como resultado de esto, su espíritu fue entregado a la muerte y ya no podía comunicarse con Dios. Él pasó a estar bajo la influencia del enemigo, el diablo. Así fue que con el pasar del tiempo, el hombre se sumió cada vez más en la maldad, perdió la semejanza de Dios y el propósito de Dios para él, y finalmente la humanidad llegó a ser semejante a las bestias. Como la Palabra de Dios es clara, estas personas, semejantes a las bestias, no pueden ser salvas ni pueden entrar al cielo. Por esa misma razón, Jesús nació en un establo lleno de animales. Asimismo, cuando Jesús fue recostado en un pesebre, un cajón largo y abierto del cual comen los animales. En Lucas 2:7, está escrito: "Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón." El hecho de haber sido recostado en un pesebre simboliza que Jesús llegó a ser esa comida para la humanidad que es semejante a las bestias. Aquí, la "comida" hace referencia a la "pan de vida eterna". En Juan 6:51 dice: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo". Por lo tanto, podemos decir que cuando hacemos de la Palabra de Dios nuestro pan espiritual y comemos de él, estamos figurativamente, comiendo la carne del Señor, y cuando comemos de Su carne, la cual es "el pan de vida", podemos obtener la vida eterna. Para que esa humanidad semejante a las bestias pudiera recibir vida eterna, Dios permitió que Su Hijo unigénito viniera a este mundo sencilla y humildemente. Y encima de todo eso, Jesús mismo nos dio vida eterna a través del sacrificio que hizo por amor.
2. Jesús se Hizo Pobre
Con el fin de redimirnos de nuestra propia pobreza, Dios permitió que Jesús viviera una vida de pobreza en este mundo. 2 Corintios 8:9 dice: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos." Cuando Dios formó al primer hombre, Adán, le permitió vivir en abundancia, sin falta de ninguna cosa, pero todo cambió cuando Adam desobedeció la Palabra de Dios. Adam experimentó el dolor del hambre y la pobreza. Por supuesto que la pobreza no es un pecado, por eso Jesús no tuvo que derramar Su sangre para redimirnos de nuestra pobreza; pero la pobreza sí es una de las maldiciones a causa del pecado de Adán, así que Jesús vivió una vida de pobreza para redimirnos de aquella maldición. Por esa razón, cada uno de nosotros debe llevar una vida abundante. Si atendemos a la Palabra de Dios y caminamos por caminos justos, entonces seremos bendecidos, tendremos abundante y glorificaremos a Dios.
3. Jesús Fue Azotado
A Jesús lo desnudaron para recibir los duros azotes con los látigos de los soldados romanos. Los azotes se dieron con látigos que tenían garras y pedazos de vidrio y de plomo en sus puntas, los cuales se prenden en el cuerpo al azotarlos y desgarran la piel en pedazos al jalarlos. En la segunda parte de Isaías 53:5 dice, "y por su llaga fuimos nosotros curados." Esto no significa que seremos sanados en el futuro, sino que ya somos sanos, ¡ya está hecho! Del mismo modo, encontramos en la segunda parte de 1 Pedro 2:24 que dice, "y por cuya herida fuisteis sanados". En este caso, para recibir la sanidad a sus enfermedades y dolencias, debemos primeramente resolver el problema de nuestros pecados, ya que la causa de las enfermedades y dolencias es el pecado. En Mateo 9, vemos a un paralítico que fue llevado en su lecho hasta Jesús. Jesús resolvió primeramente el problema del pecado de este hombre antes de sanarlo. Jesús le dijo: "Tus pecados te son perdonados" (versículo 2), y luego de eso, sanó su enfermedad. En Juan 5, luego de que Jesús sanó a un hombre que había estado enfermo durante 38 años, le dijo: "Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor." Él le advirtió a esta persona, a pesar de haber sido sanada, que si continuaba pecando, cosas peores le sucederían. De estos versículos, se desprende que la causa de las enfermedades son los pecados. Por lo tanto, la sanidad de las enfermedades debe estar precedida por el arrepentimiento de los pecados. Hebreos 9:22 dice, "Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión." Por lo tanto, el perdón de nuestros pecados requiere el derramamiento de sangre; es por ello que Jesús fue azotado y derramó Su sangre para que por medio de ella, nos redimiera de nuestros pecados, y nos sanara de nuestras enfermedades.
4. La Corona de Espinas
Las espinas de la corona con la que Jesús fue coronado fueron muy puntiagudas y largas. La corona fue hecha de un tamaño menor a la circunferencia de Su cabeza y los soldados la presionaron con fuerza en ella. Entonces, las espinas puntiagudas y largas se adentraron profundamente en Su piel. Jesús sufrió en gran manera, y ese derramamiento de su sangre fue para que nosotros pudiésemos ser redimidos de los pecados que cometemos con nuestra mente. ¿Con qué frecuencia y cuánto pecado cometemos con nuestros pensamientos? Pecados de envidia, celos, odio, juicio, condenación, adulterio y tantos otros. Algunos pueden preguntarse, ¿Cómo podemos no pecar con nuestros pensamientos? Sin embargo, los hijos de Dios que han recibido el Espíritu Santo deben desechar inclusive los pecados cometidos en la mente, lo cual sí es posible para ellos. En la época del Antiguo Testamento, a las personas no se las consideraba pecadoras si los pensamientos pecaminosos no se llevaban a cabo. No importaba cuán malvados y malos eran sus pensamientos, si no los ponían en acción, estaban libres de pecado y eran considerados como inocentes. Pero en la época del Nuevo Testamento, el Espíritu Santo descendió para morar en los corazones de los hijos de Dios y convencerlos de pecado, aún de los cometidos en la mente. Jesús dijo en Mateo 5:28, "Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."Asimismo, 1 Juan 3:15 dice, "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él." Cuando la naturaleza pecaminosa en nuestros corazones se manifiesta en forma de pensamiento, éstos son pecados también. Algunos quizás se pregunten si es posible tener una naturaleza pecaminosa en el corazón y que ésta permanezca allí, en tanto no se piense en ella. Si la naturaleza pecaminosa permanece en nuestra mente, podemos involucrarnos en pensamientos pecaminosos. Por lo tanto, solamente cuando nos despojamos de toda forma de maldad, podremos desechar todo pensamiento pecaminoso. Jesús fue coronado con espinas y derramó Su sangre para redimirnos de esos pecados cometidos con nuestra mente.
5. Jesús Fue Clavado de Manos y Pies
Jesús dijo en Marcos 9:43, "Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado," y en el verso 45 dice: "Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado". Jesús nos está diciendo que es mejor entrar a la vida eterna como un lisiado que entrar al infierno con manos y pies intactos. Es por medio de las manos y de los pies que aquellos pensamientos pecaminosos se convierten en acciones. Jesús fue clavado en Sus manos y pies para redimirnos de los pecados cometidos con nuestras manos y nuestros pies.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, si de verdad hemos creído que la razón por la cual Jesús derramó Su sangre en la cruz y murió fue para redimirnos de nuestros pecados, entonces no podremos sino luchar contra el pecado y esforzarnos por desecharlo totalmente de nuestras vidas. Cuando nuestra fe se pone por obra y proclamamos "¡Feliz Cumpleaños, Jesús y Gracias!", nos convertimos en un verdadero gozo y deleite para Nuestro Señor. ¡Oro en el nombre de nuestro Salvador Jesucristo para que aferrados al Amor de Nuestro Señor, el gozo de la Navidad sobreabunde en sus corazones todos los días de sus vidas!
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