Velad y orad para que no entréis en tentación
|
|
|
7377 |
|
Septiembre 13, 2009 |
|
|
|
"Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26:40-41)
Si es que nosotros deseamos vivir esta vida en paz y esperanza, es necesario que oremos. Si lo hacemos continuamente, no seremos tentados, nuestras almas prosperarán, y aquello que parece "imposible" llegará a ser "posible".
Los hijos de Dios que reciben el Espíritu Santo inician una verdadera vida cristiana a través de la respiración espiritual, la cual constituye el acto de orar. Cuando nos mantenemos espiritualmente velando y orando logramos comunicarnos con Dios. Además, cuando oramos, no solamente disfrutamos del derecho de ser hijos de Dios sino que también podemos recibir aquello por lo que pedimos en oración y por tanto glorificamos a Dios. Por ende, la oración es el aspecto más fundamental de la vida de un cristiano, y la clave para vivir una vida cristiana exitosa.
1. Vida de Oración: Aliento de nuestro espíritu
Nuestro Dios, quien obra de acuerdo al amor y a la justicia, anhela que Sus hijos vivan vidas bendecidas. Para que nosotros podamos vivir en paz y con esperanza es necesario que nos mantengamos siempre vigilando y orando. Solamente así podremos vencer las tentaciones y tornar lo imposible en posible. Al igual que la respiración, sin la cual nuestra vida desfallece, la importancia de la oración en la vida de los hijos de Dios es colosal. Esa es la razón por la que Dios nos ordenó que oremos sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17), y nos recuerda que dejar de orar es pecado (1 Samuel 12:23).
¿Qué sucede cuando una persona deja de respirar espiritualmente, es decir, deja de orar? Cuando una persona espiritual deja de orar quizás no sienta ninguna diferencia en un principio, pero con el pasar del tiempo, su corazón empezará a sentirse desalentado y afligido. Si la persona se da cuenta de que todo es por causa de haber dejado de orar y empieza a hacerlo nuevamente, podrá recibir gracia y poder de lo Alto, y volverá a vivir una vida cristiana normal con la llenura del Espíritu Santo. Pero mientras más grande sea el "corte", más tardará en sanarse. Las personas que oran continuamente, de la misma manera que inhalan y exhalan, no tienen dificultad para hacerlo. Esta es la razón por la que reciben respuestas a sus oraciones, son bendecidos por Dios, y tienen mayor esperanza en el Cielo, de modo que la paz y el gozo abundan en sus corazones.
2. ¿Por qué necesitamos mantenernos velando en oración?
Jesús, quien estableció el ejemplo de cómo debemos orar, oró en Getsemaní hasta que su sudor se convirtió en gotas de sangre. Al ver a los discípulos durmiendo, les dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mateo 26:40-41). Esto nos enseña que si no nos mantenemos en oración, la tentación fácilmente se apoderará de nosotros.
¿Por qué caemos en tentación cuando no oramos? Cuando Dios creó a Adán, el primer hombre, lo hizo como un ser viviente, con un espíritu viviente, de modo que pudiera comunicarse con Dios, quien es Espíritu. Pero después de la desobediencia de Adán al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, debido a que la paga del pecado es la muerte, el espíritu de Adán murió, y por ende su comunicación con Dios fue interrumpida y él fue expulsado del Huerto del Edén. A causa de su incomunicación con Dios, el diablo enemigo empezó a gobernar sobre el hombre, quien no ha podido evitar ser cada vez más manchado por el pecado. Desde hace mucho tiempo atrás, el Dios de amor reveló Su promesa de Salvación a la humanidad y abrió un camino para su salvación. Al sacrificar a Su hijo unigénito, Jesús, quien murió en la cruz, Dios lavó por completo todos los pecados del hombre. De modo que cualquiera que acepta a Jesús como su Salvador y se arrepiente de sus pecados, recibe el derecho a ser llamado hijo de Dios y además recibe el Espíritu Santo como un don. El Espíritu Santo, nuestro Consolador, es el espíritu de Dios que nos instruye acerca del pecado, la justicia y el juicio. También nos ayuda a superar nuestras debilidades e intercede por nosotros con gemidos indecibles, permitiéndonos así vencer al mundo (Romanos 8:26). Solamente cuando oramos el Espíritu Santo nos hablará, conmoverá nuestros corazones y mentes, nos alertará para impedir las tentaciones, nos mostrará el camino para evitar caer en las tentaciones, y nos ayudará a vencerlas si es que se nos presentan. Por el contrario, sin oración no podremos discernir correctamente la voluntad de Dios, y quizás empecemos a ir tras los deseos del mundo fácilmente, permaneciendo en la justicia propia, y viviendo de acuerdo a nuestros pensamientos. De este modo, las tentaciones y los sufrimientos llegarán a nuestras vidas acarreando todo tipo de dificultades y tribulaciones.
3. El espíritu está dispuesto pero la carne es débil
En la Biblia se registran términos tales como "la carne", "los frutos de la carne", y "las obras de la carne". En primer lugar, la "carne" es lo opuesto al "espíritu", y se refiere generalmente a todo aquello que está ligado a la corrupción y a lo que cambia. "Carne" se refiere a las plantas, a los animales, y a todo en la creación, incluyendo al hombre antes de ser transformado por la Verdad. Por otro lado, el "espíritu" se refiere a las cosas que son eternas, verdaderas, e inmutables. A partir de la desobediencia de Adán, todos los hombres y mujeres nacen con la naturaleza pecaminosa por heredad, a la cual se conoce como "pecado original". Los "pecados cometidos por uno mismo" son actos de falsedad cometidos por instigación del Diablo enemigo. La naturaleza pecaminosa que se introduce en el hombre mediante el Diablo enemigo que llega a ser uno con el cuerpo, se llama "carnalidad", y esta naturaleza, al ser clasificada en categorías, se denomina "frutos de la carne". Los "frutos de la carne" son variedades de los diferentes tipos de atributos pecaminosos, tales como el engaño, la envidia, los celos, y el odio. Estos quizás no se han realizado de forma física pero pueden ser inducidos en acciones. Cuando estos deseos se ponen en acción, se convierten en "obras de la carne" (Gálatas 5:19-21). ¿A qué se refería Jesús al decir "la carne es débil"? Él no dijo que el cuerpo de Pedro era débil. Lo que Jesús dijo es que Pedro, quien no había recibido el Espíritu Santo hasta ese entonces, no tenía la capacidad de evitar la lujuria de la carne que lo tentó a dormir y descansar. De modo que no importaba cuánto el espíritu deseaba mantenerse vigilando, pues este aún no podía controlar la carne, la cual estaba cansada. Cuando Jesús fue capturado y su vida se vio amenazada, Pedro lo negó tres veces a pesar de que conocía a Jesús. Esto también sucedió porque su control sobre la carne aún era muy débil, pero una vez que Pedro recibió el Espíritu Santo, él hizo volver a la vida a los muertos, manifestó señales y prodigios milagrosos, y desarrolló la valentía suficiente para ser crucificado de cabeza. Ninguna señal de debilidad se encontró en Pedro al ser transformado en un apóstol valiente del poder de Dios, quien además no tenía temor de la muerte. Por lo tanto, cuando recibimos el Espíritu Santo, mientras más desechemos nuestros pecados, más fuerte será nuestro espíritu; mientras más fuerte sea nuestro espíritu, nuestro cuerpo será controlado por nuestro espíritu y alma con mayor facilidad, y así podremos vencer el cansancio, o el temor.
4. Las bendiciones que recibimos al mantenernos vigilantes en oración
El Diablo enemigo y Satanás, el gobernador del reino del aire, se esfuerzan por tentar a los creyentes en Dios a tomar el mal camino y así prevenir que Su pueblo posea fe (1 Pedro 5:8). Para poder discernir y destruir las tácticas del Diablo enemigo, y para caminar en la luz viviendo de acuerdo a la Palabra de Dios, debemos batallar en oración y recibir la fortaleza y poder que provienen de Dios. Jesús logró cumplir con todo de acuerdo a la voluntad de Dios debido al poder de la oración. Antes de iniciar Su ministerio público, Él se preparó a sí mismo mediante un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches. De este modo manifestó obras milagrosas del poder de Dios durante Su ministerio de tres años, manteniendo el hábito de orar continuamente, y al finalizar Su ministerio público, Jesús pudo destruir la autoridad de la muerte y vencer mediante la resurrección debido a que Él batalló en oración en Getsemaní. En Mateo 6:13 Jesús nos enseñó que al orar pidamos: "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal". Para que no caigamos en tentación, necesitamos el poder del Espíritu Santo, y para recibir ese poder nosotros "debemos" orar. Además, nuestro corazón reflejará a nuestro Señor en la medida en la que prospera nuestra alma, haremos bien en todo aspecto de nuestras vidas, y recibiremos la bendición de la buena salud.
Ruego en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que cada uno de ustedes reciba la ayuda del Espíritu Santo al mantenerse velando y orando habitualmente, y que al desechar toda naturaleza pecaminosa en ustedes, puedan disfrutar de la autoridad como Sus hijos.
|
|