Recompensas
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Agosto 22, 2010 |
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"Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa" (Mateo 10:42).
Algunos creyentes sienten gratitud por la gracia de Dios desde el fondo del corazón, y rinden servicio y dedicación al reino de Dios y a la iglesia con su salud, fuerza y talentos. Cada gota de sudor que derraman al limpiar cada rincón del santuario, cada palabra amable, cada sonrisa radiante, y toda dedicación y servicio no serán olvidados sino recompensados por Dios.
Dios anhela recibir el incienso de sus corazones en todas estas cosas. Aun con la misma medida de obras y tiempo, el incienso de sus corazones y sus recompensas celestiales son diferentes de acuerdo a su fe y amor. ¿Qué debemos hacer para que nuestro servicio sea de olor fragante a Dios y sea retribuido con recompensas perfectas?
Primero: debemos recordar la gracia de Dios todo el tiempo.
Tras haber llegado a conocer a Dios, la vida infeliz de muchos creyentes se tornó en una vida feliz. Algunos han tenido que esperar la muerte a causa de enfermedades incurables, pero una vez que conocen a Dios sanan por completo. Otros caen en desesperación indescriptible porque sus negocios han quebrado y sus familias se han roto, pero tras conocer a Dios, sus negocios son restaurados y se abre para ellos el camino a las bendiciones. Algunos incluso han ejercido violencia al beber, al punto de ser evadidos por los vecinos, pero al conocer a Dios llegaron a ser nuevas personas.
¡Cuán grande es la gracia de Dios! Al rendir servicio y dedicación a la iglesia a fin de retribuir Su gracia, los corazones abundan con gratitud al pensar que pueden llegar a la iglesia. Para estas personas no es difícil trabajar duramente, y su pasión por el Señor, así como su servicio en medio del invierno frío y nevoso es mucho mayor que el frío mismo. Dios se deleita en gran manera cuando nuestro servicio abunda con la fragancia de gratitud.
Algunos creyentes participan primero en varios servicios con un corazón apasionado, pero con el paso del tiempo, olvidan la gracia de Dios y su pasión se apaga. Las obras de las que disfrutaban sin sentir carga, se tornan gravosas. Si ocurren cosas que ellos no pueden entender, o si los demás no los recompensan por su arduo trabajo, se sienten decepcionados. Así, algunos simplemente renuncian a sus labores voluntarias que han realizado por años. O quizá no renuncien, pero tienen resentimiento en su corazón y conflictos con los demás cuando las cosas no se dan como ellos quieren.
A Dios no le complace este cambio de actitud, más bien Él anhela que siempre recordemos la gracia recibida y que ofrezcamos el aroma de gratitud en todo tiempo.
Segundo: Deben mostrar las obras de servicio que son agradables a Dios.
El tipo de obras con las que Dios se complace son aquellas que contienen el aroma del corazón. Por ejemplo, si usted limpia el santuario, no debe barrer y trapear como de costumbre porque le tocó hacerlo, sino que lo hará con interés y aprecio por el precioso santuario de Dios el Padre. Además, si usted tiene siempre la gracia de Dios en su ser, no se sentirá incómodo ni tendrá resentimientos aunque se presenten dificultades. Si usted hace sus labores voluntarias con esto en mente, su trabajo no subirá como aroma hermoso aunque usted trabaje arduamente.
Si usted no olvida la gratitud por la gracia de Dios, siempre trabajará con felicidad. Usted pensará: "Estuve destinado a morir por culpa de mis pecados. ¿Cómo pude recibir esta labor preciosa para trabajar por el reino de Dios? Puedo cuidar del santuario de mi Padre con mis propias manos. ¡La vida se ha tornado hermosa!" Al pensar así, automáticamente empezará a cantar alabanzas. Sus obras voluntarias serán recompensadas, y si conmueve a las personas con un rostro radiante, también puede contarlo como su recompensa.
En Mateo 23:11 leemos: "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo". Si ustedes consideran a los demás mejores a sí mismo y sirven incluso a los más pequeños, pueden llegar a ser "el mayor" en el reino de los Cielos. Cuando hacen sus trabajos voluntarios con gozo, reconociendo las cosas por las cuales deben agradecer, sus obras tendrán un aroma más fuerte y serán de agrado ante los ojos de Dios.
Tercero: Deben anhelar las recompensas que Dios les dará con Su amor.
Mateo 10:42 dice: "Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa". Si usted sirven a alguien con tan sólo una taza de agua fría, Dios ciertamente lo recordará y se lo retribuirá. Dios no quiere recompensarlo únicamente en el Cielo, sino también quiere bendecirlo en este mundo, con buena salud, bendiciones financieras, bendiciones con y a través de sus hijos, o con la solución a sus problemas familiares.
Pero lo importante es que usted tiene que alcanzar rápidamente la santificación a fin de recibir bendiciones completas. Las bendiciones para aquellos que han alcanzado el nivel de espíritu son diferentes a las de aquellos que no lo han alcanzado. Sus recompensas celestiales serán distintas de acuerdo a la medida en la que alcance lo espiritual. Aunque trabaje el mismo tiempo y en la misma labor, el aroma del corazón de cada uno se ofrecerá a Dios en una medida diferente.
Amados hermanos y hermanas en Cristo, Deseo animarlos a ofrecer su dedicación a Dios el Padre y al Señor Jesucristo quien dio Su vida por nosotros y sembró la esperanza por el Cielo en nuestros corazones. Asimismo, anhelo que ustedes cambien rápidamente y den testimonio de sus bendiciones, y que finalmente reciban la mayor recompensa en el mejor lugar de morada en el Cielo.
*Para información adicional o para leer el texto completo del mensaje, por favor visite la página electrónica de la Iglesia Central Manmin, www.manmin.org. Seleccione el menú en español, y pulse en "Palabras de Vida".
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