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Las obras del Espíritu Santo

Noticias Manmin   No. 78
6210
Septiembre 12, 2010


"Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:2-4).

Hace aproximadamente 2.000 años atrás, Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo en la forma de hombre. Él creció y viajó por la tierra de Israel difundiendo entre la gente el evangelio del Reino de los Cielos. Él les enseñó la Palabra de Dios, e hizo muchas señales milagrosas y prodigios, confirmando así la autenticidad de Su palabra. Ya que su ministerio terrenal duró sólo tres años, ¿cómo se difundiría el evangelio a todos los rincones de la tierra?

En el segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles encontramos una escena, tras la Ascensión de Jesús, en la que el Espíritu Santo descendió sobre los creyentes que estaban reunidos en el aposento alto en casa de Marcos. Después que el Espíritu Santo descendió sobre ellos, recibieron poder y difundieron el evangelio en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y en lo último de la tierra.

1. Origen y ministerio del Espíritu Santo

En el principio, Dios planificó la cultivación de los seres humanos, y formó a la Trinidad, es decir, Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo, desde Sí mismo. El Dios Trino creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ella. Estas tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen el mismo corazón, voluntad, poder y gloria. No obstante, el Señor y el Espíritu Santo son los Hijos de Dios el Padre.

A menudo encontramos en la Biblia que Jesús es el Hijo de Dios, y las Escrituras nos hablan en Gálatas 4:6 acerca del Espíritu Santo como el "Espíritu del Hijo de Dios". Cuando Dios el Padre engendró al Hijo de Dios y al Espíritu Santo, Él asignó tareas distintas a cada uno de ellos. Al Señor se le encomendó la tarea de llegar a ser el Salvador de la humanidad, mientras que el Espíritu llegó a ser el Consolador que convence a las personas a creer en el Señor, a fin de que nazcan de nuevo y adquieran salvación completa.

El Señor y el Espíritu Santo también han desarrollado muchas obras junto a Dios el Padre. Por ejemplo, en los días del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo hizo muchas obras. Él descendió sobre los hombres de Dios, y permitió que ellos proclamen Su voluntad por medio de profecías. El ministerio del Espíritu Santo llegó a ser totalmente diferente cuando terminó la era de la Ley del Antiguo Testamento e inició el tiempo del Nuevo Testamento. La encarnación de Jesús, el Hijo de Dios, al igual que su concepción en una virgen, fue posible gracias al poder del Espíritu Santo.

Después de que Jesús fue bautizado y salió del agua, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de una paloma, lo iluminó y testificó que Él es el Mesías. En Lucas 4:14 leemos: "Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor", y en Mateo 12:28 leemos que Jesús dijo: "…yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios". Con el poder del Espíritu, Jesús difundió el evangelio.

2. Las obras del Espíritu Santo en calidad de Consolador de los hijos de Dios.

Cuando los creyentes intentan regresar al mundo, el Espíritu Santo los detiene y los ayuda a despojarse del pecado y la maldad para que lleguen a santificarse. En detalle, ¿qué es lo que hace el Espíritu Santo por los hijos de Dios?

a) Él nos asegura el amor de Dios.
"Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5). El Espíritu Santo nos ayuda a comprender el amor de Dios, quien nos ama mucho, así como a entender que Dios entregó a Su Hijo Unigénito en sacrificio por nosotros. Solamente cuando nos damos cuenta de aquel amor y lo sentimos en nuestro corazón, obtenemos la certeza de salvación, vencemos al mundo y desechamos el pecado. Si sentimos el amor de Dios por medio de las obras del Espíritu Santo, podremos avanzar hacia una mejor morada en el Cielo mientras vivimos una vida cristiana correcta y superamos cualquier tipo de prueba.

b) Él nos ayuda a comprender la voluntad de Dios y nos orienta a vivir en la Verdad.
En Juan 16:13 leemos: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad". El Espíritu Santo que mora en nuestros corazones nos habla acerca de la voluntad de Dios y nos insta a obedecerla. Por ejemplo, si las palabras de otra persona han herido su corazón, el Espíritu Santo le impulsa a pensar en la perspectiva de la otra persona de modo que usted pueda desechar el pecado y obedecer la voluntad de Dios. Si usted escucha claramente la voz específica del Espíritu Santo en cada aspecto, podrá ser orientado hacia la voluntad de Dios y vivir una vida exitosa.

c) Él intercede por nosotros y nos capacita para actuar en la verdad.
En Romanos 8:26 está escrito: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles". El Espíritu Santo está muy conciente del anhelo de Dios: que cada alma llegue a la salvación. Por lo tanto, Él intercede con sinceridad por los creyentes. Él ora incluso por los creyentes que tienen fe muy débil y que comenten pecados. Además, Él conduce a las personas al arrepentimiento de sus pecados, renueva nuestras fuerzas y nos ayuda a vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, con amor por Él y con miras a avanzar hacia una mejor morada en los Cielos.

d) Él manifiesta las pruebas que permiten que creamos.
El capítulo 12 de 1 Corintios describe los varios dones que el Espíritu Santo otorga a los hijos de Dios, y permite que Sus hijos verdaderos manifiesten señales y prodigios como evidencia de su fe en Dios. En Romanos 15:18-19, el Apóstol Pablo hizo esta confesión: "Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo". Él testificó de Jesucristo con manifestaciones de poder del Espíritu Santo; es más eficaz presentar manifestaciones de las obras poderosas de Dios, que simplemente testificar con palabras diciendo que el Dios Todopoderoso está vivo.


 

 

 
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