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Verdadera Obediencia

Noticias Manmin   No. 82
6397
Noviembre 14, 2010


"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:5-8).


Debido a que Jesús es el Hijo de Dios, se vistió de forma humana y vino al mundo y, de acuerdo a la voluntad de Dios, fue colgado de una cruz y allí murió. El conocía de antemano que debía soportar sufrimientos inimaginables a pesar de que en Él no se hallaba pecado alguno. Jesús obedeció la voluntad de Dios con gozo. Fue porque Él amaba a Dios con un corazón verdadero.

Dios aún sigue buscando un hombre de Dios que en realidad obedezca Su voluntad y que sea digno de cumplir el reino de Dios. Tal hombre de Dios debe obedecer en acuerdo con la voluntad de Dios todo lo que Él anhele. ¿Qué debemos hacer para que se considere que verdaderamente obedecemos a Dios?


1. No debe haber "ego", sino sólo Dios en nosotros.

Aquel que ama a Dios debe estar dispuesto a obedecerlo. Sin embargo, algunos creyentes se encuentran desobedeciendo a Dios a pesar de sus esfuerzos por obedecer. Es porque tienen su "ego" en ellos. Involucran sus propios pensamientos, sabiduría y métodos e insisten en lo que creen que es correcto al hacer la obra de Dios.

Ellos dicen obedecer la Palabra de Dios, pero tienen sus propias maneras y las incorporan en realizar la obra de Dios. Luego, tienden a explicar cómo siguen la voluntad de Dios dando mil y una excusas. Pero, aunque dicen que hicieron algo en obediencia a la Palabra de Dios, siguen siendo sus propios pensamientos. No pueden comprender el corazón de Dios y no pueden darse cuenta de Su voluntad, por lo tanto, al hacer algo como ellos quieren hacerlo, dicen haberlo hecho en acuerdo con la voluntad y el corazón de Dios. Así, si el resultado no es digno de reconocimiento de los demás o es insatisfactorio, se lo atribuyen a los demás.

Jesús no tenía "ego" en su vida. El sólo tenía a "Dios el Padre" en Su corazón e hizo todo de acuerdo a la voluntad de Dios. Durante su ministerio público, Jesús siempre se esforzó por orar y buscar la voluntad de Dios. En el cumplimiento del ministerio de Dios, Jesús obedeció completamente para que cada tarea sea cumplida exactamente en acuerdo con la Palabra de Dios.


2. Nuestra obediencia a Dios no debe ser condicional.

Aquellas personas que ponen condiciones cuando hacen algo tienden a presentar excusas. Tales personas obedecen lo que es de beneficio para ellas, pero quizás no obedezcan si algo no les beneficia. De acuerdo a sus deseos y motivaciones personales, ellos eligen lo que les es de beneficio propio y de acuerdo al cambio de las situaciones, también cambian sus actitudes en cualquier momento. Pero aquellas personas que verdaderamente obedecen nunca ponen ninguna condición sobre su obediencia. No involucran ninguno de sus propios pensamientos dependiendo de las situaciones o la realidad de las mismas. Consecuentemente, estas personas no ponen ninguna excusa, simplemente buscan la voluntad de Dios. Obedecen cualquiera que sea la voluntad de Dios incondicionalmente con un "Sí" y "Amén".

Espero que ustedes se examinen a sí mismos si es que están obedeciendo, o no, por el bien del poder, honor y reconocimiento; si pueden obedecer la voluntad de Dios hasta el final, sin importar la circunstancias que quizás surjan, o si sólo están diciendo "Amén" cuando está en acuerdo con sus pensamientos y las condiciones ante ustedes.

Jesús nunca buscó la gloria para Sí mismo, sólo obedeció para que Dios sea glorificado. Es por eso que Él abandonó el trono celestial y aceptó ser tratado como un pecador, y ser crucificado hasta la muerte en este mundo. Jesús, el Hijo de Dios, obedeció de esta manera, entonces ¿cómo podemos atrevernos a condicionar nuestra obediencia a la voluntad de Dios?


3. Debemos tener el fruto del amor.

Cuando Jesús fue colgado en la cruz, Sus discípulos tuvieron miedo y huyeron, pero las mujeres, incluyendo a María Magdalena, se quedaron junto a Él hasta el final porque le amaban profundamente. Eso es verdadero amor.

Dios quiere que obedezcamos con amor espiritual. Ya que Jesús amó a Dios al Padre en gran manera, creyó completamente en Dios venciendo todo con la esperanza de los días eternos de gloria cuando habitaría con Dios en el reino celestial. Si realmente amamos a Dios, debemos entonces creer completamente en Él, debemos tener esperanza por la vida eterna cuando estemos con Dios en el Cielo. Debemos obedecer todos Sus mandamientos e incluso rendir nuestras vidas a Él.

Romanos 8:35-39 dice: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro". Esta es una confesión de amor espiritual y obediencia verdadera al Señor.


Amados hermanos y hermanas en Cristo, Dios está buscando aquellas personas que pueden realmente obedecerlo en cualquier circunstancia y sean dignos de cumplir con Su providencia. Que todos ustedes puedan confesar "¡Amén, heme aquí!" para la gloria de Dios. ¡Ruego esto en el nombre de nuestro Señor!


 

 

 
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