La esperanza por el Cielo
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Abril 10, 2011 |
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"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2).
Recibiremos la recompensa de una eterna morada celestial y bendiciones en el Cielo en la misma medida que vivamos por la Palabra de Dios, nos asemejemos al Señor y trabajemos fielmente para el reino de Dios. Es por esa razón que aquellos que tienen fe no van en busca de las cosas vanas, las mismas que se corrompen y luego desaparecen, sino que ponen la mira en las cosas de arriba y corren con la esperanza por la Nueva Jerusalén. ¿Qué tipo de Vida debemos llevar si tenemos la esperanza del Cielo?
Primero: no debemos vivir una vida hipócrita.
No todas las personas que parecen llevar un vida entusiasta en la fe, tienen realmente la esperanza por el Cielo. Existen personas que intentan engañar a Dios, al Señor y al Espíritu Santo, e incluso a sí mismos. Por supuesto, nadie puede engañar al Dios Omnipotente.
Aquí, el engañar significa que no cambian sus corazones por la verdad sino que simplemente pretenden estar practicando la voluntad de Dios en hipocresía. Sin embargo, en la mayoría de casos, no solo cubren su vida de manera buena y efectiva, sino que incluso se mienten y engañan a sí mismos.
No circuncidan sus corazones. Simulan vivir por la Palabra de Dios, reverenciando a Dios, y teniendo una gran fe y fidelidad. Tienen que comprobar si en realidad evitan las cosas del mundo porque verdaderamente ponen su esperanza en el Cielo, o porque quieren ganar el reconocimiento de los demás.
Este fue el caso con los fariseos y los sacerdotes en la época de Jesús. Ellos no circuncidaron sus corazones debido a que no entendieron verdaderamente la voluntad de Dios. Simplemente guardaban los mandamientos de Dios de manera externa para mostrarse a sí mismos. Incluso se habían engañado a sí mismos al pensar que los hechos (acciones) eran vistos como fe por Dios. Sin embargo, Dios, que escudriña el corazón de cada uno, no tiene el deseo de los hechos externos que se revelan ante los hombres; Él quiere que la justicia sea cultivada en nuestros corazones.
Si realmente ponemos nuestra esperanza en el Cielo y amamos a Dios, produciremos frutos verdaderos. Por ejemplo: si realmente amamos a Dios, también amaremos a nuestros hermanos. De manera constante se preocupará al interactuar con las demás personas. Se regocijará cuando a otras personas les vaya bien. Aun cuando los errores de los demás sean revelados usted intentará cubrir a esa persona con su respaldo. Intentará tener consideración desde el punto de vista y corazón de las demás personas. En otras palabras, si verdaderamente aman a Dios, producirán el fruto del amor hacia sus hermanos como a ustedes mismos.
Además, aquellas personas que ponen su esperanza en el Cielo, llegarán a los servicios de adoración y oración ya que sienten gozo y felicidad cuando están en comunión con Dios. También hacen un cambio en su corazón y producen el fruto de la verdadera justicia a través de esos momentos. No trabajan al grado de ser vistos por los demás o solo hacer lo que se les ha encomendado, sino que cumplen de manera completa con sus responsabilidades.
Segundo: nos capacitamos para mejorar y consideramos como preciosas nuestras responsabilidades.
Al cumplir con sus responsabilidades durante un largo tiempo, se acostumbra a ellas. Pero el problema es que cuando las personas se acostumbran a su trabajo, hay aquellas que lo comienzan a hacer como un hábito sin hacer ningún tipo de mejora. Esto puede ser que continúe durante 10, 20 o más años. O simplemente hacen al trabajo que han venido haciendo por tantos años.
Usted no debería estar a gusto cuando se sienta confiado acerca de su trabajo, sino que constantemente debe hacer progresos y recibir sabiduría por medio de la oración. Además, si se acostumbra a hacer cierto tipo de trabajo, podrá expandirse y cumplir con más tareas en la medida que su tiempo y habilidades le permitan. Debe dedicar su vida constantemente al pensar en lo que usted puede hacer por el reino de Dios. También debe mejorar sus habilidades y destrezas incluso para estar a la par de las personas expertas en el mundo. Al hacer esto, podrá extender el reino de Dios y recibir recompensas en el Cielo por medio de su fidelidad.
Claro, esto no significa que las destrezas físicas sean tan importantes como para ser negligente en su desarrollo espiritual. Aunque reciban la mejor educación y tengan los mejores talentos, aquellos que pecan no tienen relación alguna con Dios. Las personas que no oran y quebrantan la paz no podrán ser utilizados para el reino de Dios. Aquellos que tienen esperanza por el Cielo, no viven simplemente por la Palabra de Dios, sino que reciben la guía del Espíritu Santo para mejorar sus destrezas físicas. Deben convertirse en obreros más hábiles mientras se esfuerzan y reciben sabiduría y entendimiento de lo alto.
Tercero: debemos anhelar las cosas espirituales.
¿Cuán feliz y gozoso se encontraba cuando comenzó a experimentar el reino espiritual al llegar a la iglesia por primera vez? Usted clamaba en oración en el santuario cada vez que tenía tiempo, y escuchaba los sermones grabados en audio durante muchas horas. Cuando recibió una pequeña responsabilidad en la iglesia se encontraba agradecido de corazón y tomó la decisión de cumplir su preciosa responsabilidad de manera apropiada. Se reunía en la iglesia aún después de salir de su trabajo, y se arrodillaba ante Dios para orar todo lo posible. Aun así, usted no decía que era difícil o cansado, sino que estaba feliz de poder trabajar para Dios. Esto era debido a que tenía anhelo por las cosas espirituales y la esperanza por el Cielo sobreabundaba en su corazón.
Adicionalmente, para poder cumplir con sus responsabilidades debe tener anhelo por las cosas espirituales. ¿Qué sucede cuando usted pierde su primer amor y el celo se apaga? Intentará hacer el menor trabajo posible, y no deseará hacer ningún tipo de trabajo difícil que requiera más tiempo y esfuerzo. Intentará evadir responsabilidades o algunas cosas que quizás sean incómodas en un esfuerzo por tener el mayor tiempo posible para sí mismo. Esto demuestra que ya no tiene el deseo de recibir una mejor recompensa en el Cielo y cosas espirituales. Tomando esto en cuenta, si usted recibe de parte de Dios una responsabilidad, ¿cuánto tiempo y esfuerzo tendría que invertir para poder cumplirla?
Si realmente usted considera sus responsabilidades como algo precioso y tiene afán por las cosas espirituales, debe también comprender la voluntad de Dios e intentar obedecerla. Debe aprender lo que tiene que hacer y qué visión debe albergar. Ruego en el nombre del Señor que, al hacer esto, pueda recibir halagos y honor en el Cielo.
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