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¡Pedid, buscad y llamad!

Noticias Manmin   No. 96
6604
Junio 12, 2011


"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mateo 7:7).

Tal como lo prometió Jesús en Juan 15:16: "…para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé", Dios quiere dar a Sus hijos amados todo lo que ellos pidan en el nombre de Jesucristo. Al comienzo de Su ministerio público, Jesús predicó una serie de mensajes famosos conocidos actualmente como 'El sermón del monte'. Él dijo a la audiencia que 'pida', 'busque' y 'llame'. En Mateo 7:8 Él prometió que podemos recibir respuestas por parte del Dios de justicia al decir: "Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá". Entonces, ¿para qué tenemos que pedir, buscar y llamar?


1. Pedid, y se os dará...

Este pasaje en Mateo 7:7 expresa el corazón de Dios quien quiere que Sus hijos lleven vidas bendecidas en Él. De estos cuatro aspectos, esta edición de Noticias Manmin profundiza aquello que tenemos que pedir.

Primeramente tenemos que pedir ver el rostro de Dios y recibir Su fortaleza. Dios nos manda en Salmos 105:4 lo siguiente: "Buscad a Jehová y su poder; buscad siempre su rostro". Debemos pedir la fortaleza y gracia de lo alto para vencer al mundo y vivir de acuerdo a la Palabra de Dios. Para recibir Su fortaleza necesitamos poseer fe espiritual, la cual es digna de recibir las respuestas de Dios. Esa fe espiritual es una fe otorgada de lo alto, de parte de Dios. Hablando de manera concisa, el pedir la fortaleza de Dios significa pedir para recibir la fe otorgada por Dios.

Luego debemos pedir ver el rostro de Dios. Esto indica que debemos intentar comprender quién es Dios y escuchar Su voz. Tal como está escrito en Juan 1:1 "…y el Verbo era Dios", es buscar el rostro de Dios para aprender y percatarse de la Palabra de Dios escrita en la Biblia.

En segundo lugar debemos pedir por el cumplimiento del reino y la justicia de Dios (Mateo 6:33). El reino de Dios se puede cumplir cuando nosotros oramos para que todas las personas alcancen la salvación y se conviertan en hijos de Dios, por esta razón debemos pedir por la evangelización del mundo para cumplir con Su reino. Luego podemos cumplir con Su justicia cuando escuchamos Su Palabra y salimos de las tinieblas y caminamos en la Luz de acuerdo a la Palabra. En otras palabras, debemos pedir por la santificación y pedir que nos asemejemos a la santidad de Dios para cumplir con Su justicia. Cuando cumplimos con Su justicia y nuestra alma prospera, todas las cosas nos saldrán bien y disfrutaremos de buena salud (3 Juan 1:2).

En tercer lugar debemos pedir convertirnos en obreros de Dios y por el cumplimiento de nuestras responsabilidades dadas por Dios. En calidad de hijos de Dios debemos convertirnos en Sus obreros. Aquellas personas que han recibido su responsabilidad dada por Dios deben pedir para poder llevarlas a cabo y cumplir con ellas de manera exitosa. Cuando nosotros realizamos bien nuestras responsabilidades dadas por Dios, se nos asignan responsabilidades aún mayores y también se nos dará mayores recompensas. Las recompensas en el Cielo son dignas de gloria y honor que no se compara con nada en este mundo. Todos los creyentes deben convertirse en preciosos obreros de Dios y también cumplir con sus responsabilidades con gran celo.

En cuarto lugar debemos pedir por nuestro pan diario. Cuando nosotros pedimos por nuestro pan diario, es decir, nuestra ropa, vivienda, alimento, trabajo, negocio, buena salud y así sucesivamente, Dios nos provee todas las cosas que le hemos pedido tal como nos prometió en Mateo 6:33. Pero lo que sea que pidamos debe ser para la gloria de Dios. Si pedimos algo para satisfacer nuestros deseos egoístas, Dios no nos responderá, y esto se debe a que nuestras oraciones que surgen por nuestra codicia no tienen relación alguna con la obra de Dios.


2. Buscad, y hallaréis…

¡La razón por la que Jesús nos dice 'buscad' es porque hemos perdido algo! ¿Qué es lo que hemos perdido y cómo podemos encontrarlo? Adán, el primer hombre, fue creado a imagen de Dios y se convirtió en un ser viviente cuando Dios sopló aliento de vida en su nariz. Después de transcurrido un largo tiempo, Adán, quien era hecho solo de espíritu, alma y cuerpo, desobedeció la orden de Dios y pecó. En consecuencia su espíritu fue confinado a muerte. Él y todos sus descendientes perdieron la 'imagen de Dios' y llegaron a ser nada más que bestias conformadas por alma y cuerpo.

Para recuperar la imagen perdida de Dios se requiere que nuestro espíritu que ha estado muerto reviva y que nosotros seamos transformados a hombres de espíritu dignos de comunicarnos con Dios quien es espíritu. Después de nacer de nuevo del Espíritu, debemos guardar los mandamientos de Dios y cumplir con nuestra responsabilidad como hombres con temor reverente de Dios de modo que podamos recuperar la imagen de Dios (Eclesiastés 12:13). Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, tal como se promete en la Biblia, el Espíritu Santo viene a nuestro corazón, revive nuestro espíritu muerto y nos lleva a la verdad y justicia.

Si nosotros escuchamos diligentemente la Palabra de Dios, la entendemos y hacemos de ella nuestro alimento espiritual de acuerdo a la guía del Espíritu Santo, y si además oramos por la fortaleza para practicar la Palabra, podemos ser transformados en hombres de espíritu y espíritu completo; este es el proceso donde podemos recuperar la imagen perdida de Dios.


3. Llamad, y se os abrirá…

Jesús nos prometió lo siguiente: "Llamad, y se os abrirá". ¿Qué tipo de puerta es la que debemos llamar y cómo podemos hacerlo?

La puerta que debemos golpear es la del corazón de Dios; llamarla no es más que guardar y practicar la Palabra de Dios, es decir, obedecer todo lo que la Biblia nos dice que hagamos, que no hagamos, que guardemos y que desechemos. Como está escrito en Apocalipsis 3:20: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo", el Señor llama a la puerta de nuestro corazón y entra si lo aceptamos. ¡Hoy es el tiempo que debemos llamar a la puerta del corazón de Dios al guardar Sus mandamientos!

En 3 Juan 1:4 se anuncia: "No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad". Dios se deleita en gran manera al vernos guardar y practicar Su Palabra. Por tanto, debemos llamar diligentemente a la puerta del corazón de Dios mediante el arrepentimiento de nuestros pecados, pidiendo Su gracia con un corazón humilde y practicando por completo Su Palabra que hemos guardado en nuestra mente.


 

 

 
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