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Convertirnos en pacificadores

Noticias Manmin   No. 97
5762
Junio 26, 2011


"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9).


Jesús tuvo paz con todas las personas; no solo con aquellos que eran educados, humildes y obedientes sino también con los de baja educación e incluso con los pecadores y recaudadores de impuestos. Además, Él murió en la cruz para traer paz entre Dios y la humanidad, a todas las personas que estaban viviendo en pecado.

Dios se agrada con las personas que tienen paz con los demás y responde sus oraciones rápidamente. ¿Qué debemos hacer para convertirnos en pacificadores que tienen paz con todas las personas?


Primeramente debemos cultivar la bondad en nosotros.

Muy a menudo las personas que quebrantan la paz no se dan cuenta que son malas. Incluso aquellas personas que tienen un carácter fuerte y tienen conflictos con los demás, por lo regular piensan que simplemente están intentando cumplir con algo bueno y producir un fruto de mejor calidad. De manera superficial buscan la bondad, pero en realidad buscan su propio beneficio e insisten en lo que les parece que es lo correcto y de mayor beneficio personal. Van en busca de lo que es más ventajoso, placentero y lo que más les hace relucir, y por esta razón se quebranta la paz.

Podemos leer en Mateo 12:35 lo siguiente: "El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas". A pesar de que hemos aprendido la verdad y la conocemos, la maldad surge mientras no cultivemos la bondad en nuestro corazón. Por ejemplo: sabemos que, a menos que la otra persona este actuando en falsedad, debemos acomodarnos a su opinión. Pero en realidad, quizás lastimemos los sentimientos de los demás solo por insistir en lo que a nuestro parecer es lo correcto. Por otra parte, aquellos que tienen bondad en sus corazones no pueden actuar por la maldad. Buscan la manera de beneficiar y dar comodidad a las demás personas, es decir, van en busca de lo que es de mayor beneficio para el reino de Dios. A menos que la otra persona esté haciendo algo injusto, reconoce las opiniones de los demás.

Solo cuando cultivemos bondad en nuestros corazones, a los ojos de Dios, podremos tener paz con el resto de las personas. Si insistimos en lo que a nuestro parecer es lo correcto, y hacemos que el resto lo siga, ambas partes pueden sufrir. Siempre debemos buscar lo que es ventajoso para los demás y lo que es de beneficio para el reino de Dios.


En segundo lugar debemos ser confiables ante Dios.

Algunas personas actúan como buenas delante de los demás, pero si tienen maldad en sus corazones no podrán ser confiables ante Dios. Otras personas no cometen obras evidentes de la carne, pero levantan muros de pecado delante de Dios con sus palabras. Algunos de los que enseñan la Verdad a los creyentes también juzgan y condenan a los demás con sus palabras y expresan confesiones de queja, resentimiento, juicio y condenación. Aunque no se den cuenta cuán malas son sus palabras, le siguen dando a Satanás la oportunidad de provocar acusaciones en contra de ellos.

Por consiguiente, para ser confiables ante Dios debemos aplicar los estándares de la verdad a nuestras propias vidas y cultivarla en nuestros corazones. Por ejemplo: cuando Dios nos dice que 'vivamos en paz con todos', debemos darnos cuenta del corazón y la voluntad de Dios y luego cultivar la paz en nuestros corazones. Solo así podremos ser confiables ante Dios y lograremos tener verdadera paz con el resto de personas en todo aspecto.

Pero algunos quebrantan la paz con Dios la cual Su Palabra nos dice que tengamos. Por ejemplo: dicen palabras de queja y resentimiento tales como: "Dios nos habla acerca de la paz, entonces ¿por qué esta persona siempre insiste en su propia opinión y hace pasar un mal rato a los demás? ¿Por qué no trabaja de manera más inteligente?" Ellos no comprenden el corazón de Dios, sino que lo interpretan a su propia manera. Quieren que se lleve a cabo lo que a su parecer es bueno, por eso este tipo de personas no tienen paz en sus corazones.

Puede ser confiable ante Dios solo cuando comprenda Su voluntad en todo y siga el deseo del Espíritu Santo.


En tercer lugar debemos tener esperanza por el Cielo.

Tener nuestra esperanza en el Cielo significa que no ponemos nuestra esperanza en las cosas carnales del mundo. Si decimos: "Tengo esperanza por el Cielo, pero también quiero disfrutar de esto y aquello en este mundo", entonces esto no tiene sentido.

Si entendemos el valor de las cosas de arriba e invertimos en ellas, también podremos entender cuán absurdas son las cosas de este mundo. Esto no quiere decir que solo debemos trabajar en la iglesia y ser negligentes con nuestras responsabilidades en este mundo. Debe ser fiel en el mundo para que pueda darle gloria a Dios al recibir Sus bendiciones.

Si tenemos esperanza en el Cielo, no tendremos ninguna ambición o codicia por nada en el mundo. Pero si codiciamos algo, eventualmente haremos algo en contra de la voluntad de Dios. Por ejemplo: alguien que se involucre en un negocio quizás haga algo erróneo actuando en contra de la Palabra de Dios. Algunos dicen: "Si es que llego a ganar una gran suma de dinero daré muchos diezmos y ofrendas"; sin embargo, con sus palabras dicen que es para el reino de Dios, pero en realidad es solo para su deleite.

Si trabajamos mucho para ser reconocidos por los demás y si queremos ser vistos como obreros fieles dentro de la iglesia, esto también es deseo y esperanza carnal. Un siervo no puede servir a dos amos: si tenemos esperanza en el Cielo, debemos comenzar a acumular cosas preciosas para nosotros en el Cielo. Aquellas personas que invierten sus vidas en cosas valiosas en el Cielo no ponen ningún valor en las cosas materiales de este mundo las cuales perecerán, ni tampoco quebrantarán la paz en busca de su propio beneficio.

Amados hermanos y hermanas, podemos leer en Mateo 5:9 lo siguiente: "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". Si el dueño de todas las cosas en la Tierra y en el Cielo, el Dios Todopoderoso, lo reconoce a usted como Su hijo amado, ¿de qué tendrá necesidad en su vida?

Ruego en el nombre del Señor que, al llegar a ser pacificadores, como verdaderos hijos e hijas de Dios el Creador, ustedes le den gloria a Dios en este mundo y que también puedan ingresar al lugar más precioso en el reino celestial.


 

 

 
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