Los ojos de los ciegos se abrirán
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Julio 24, 2011 |
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 "Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer" (Juan 9:32-33).
La obra de abrir los ojos de una persona ciega se registra solo en los Cuatro Evangelios que describen el ministerio de Jesús. La gran manifestación del poder, las señales y los prodigios fueron la evidencia de que el Jesús que los judíos crucificaron en la cruz fue ciertamente el Mesías, cuya venida se había anunciado en el Antiguo Testamento. El poder es el justificativo que testifica de la presencia de Dios que está con aquel que manifiesta Su poder y el camino seguro para plantar una semilla de fe en el corazón de los no creyentes.
1. Jesús abrió los ojos de una persona que había nacido ciega
El noveno capítulo de Juan registra una obra asombrosa que ocurrió por medio de Jesús. Él estaba con Sus discípulos en el Día del Señor cuando se acercó a un hombre ciego de nacimiento. Ellos le preguntaron quién había causado que el hombre naciera ciego, y Él les respondió lo siguiente: "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Luego escupió sobre la tierra e hizo lodo con su saliva, se lo puso en sus ojos y le dijo: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé".
¿Qué cree usted que sucedió en ese momento? El hombre que había nacido ciego y que había llevado una vida como mendigo, pudo ver la luz del mundo mientras sus ojos fueron abiertos. Esto sucedió tan pronto como él obedeció las palabras de Jesús.
Hubo muchas personas más a las cuales Jesús sanó en la Biblia. Pero el caso de este ciego fue diferente a comparación con los demás casos de sanidad. Este hombre ciego no le suplicó a Jesús que lo sanase; al contrario, Él se acercó a este hombre y lo sanó completamente. ¿Por qué razón este ciego recibió tal misericordia?
2. Razones por las cuales el ciego recibió asombrosa gracia de parte de Jesús
Primero: él era un hombre de obediencia
Jesús se acercó a él, escupió en la tierra, hizo lodo con Su saliva, luego lo colocó sobre los ojos de este hombre y le ordenó: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé". De hecho, si a una persona común y corriente se le dice que una persona ciega pudo ver cuando se le colocó lodo hecho con saliva y luego se lavó con agua, quizá esa persona piense que no tiene ningún significado en especial.
Es más, si las personas escuchan este mandato sin conocer en realidad quien es Jesús, la mayoría de ellas no le creerían. Puede ser que incluso se molesten al pensar que son objeto de burla.
Sin embargo, ese no fue el caso de este hombre. Él se lavó en el estanque de Siloé en obediencia a las palabras de Jesús. En consecuencia, el hombre pudo ver con los ojos que habían sido cerrados en el momento de su nacimiento.
Si usted cree que la Palabra de Dios no es compatible con el sentido común y la experiencia de las personas, simplemente intente obedecer la Palabra con un corazón humilde como hizo este hombre que nació ciego. Luego, ciertamente experimentará obras asombrosas por medio de la gracia de Dios, de la misma manera que experimentó este hombre cuando sus ojos fueron abiertos.
Segundo: se abrieron sus ojos espirituales, con los cuales podía distinguir entre la verdad y la falsedad.
Los líderes judíos de ese entonces eran tan ignorantes, en un sentido espiritual, que no pudieron reconocer a Jesús debido a sus arraigados patrones de pensamiento provenientes de la tradición de los ancianos y la ley. Sin embargo, esta persona que había sido ciega de nacimiento pensó que Jesús era un hombre de Dios ya que había sanado su ceguera.
Podemos reconocer, al ver cómo respondió a los fariseos luego de haber sido sanado, que podía distinguir entre lo que era correcto e incorrecto de manera adecuada debido a su bondad.
Cuando los fariseos le preguntaron cómo fue que recuperó su vista, este hombre valientemente les contestó: "Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista". No obstante, ellos no creyeron lo que él les estaba diciendo y continuaron haciendo preguntas para encontrar alguna falta al decirle: "¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?" Y él respondió: "Que es profeta".
Hasta el final los fariseos no creyeron lo que habían escuchado. Luego llamaron al hombre que había recibido la vista y le dijeron: "Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador".
Cuando escuchamos que una persona ciega recuperó su vista, es muy natural regocijarse y celebrar junto a esa persona. En cambio, los fariseos no podían reconocer a Jesús quien vino a la Tierra como nuestro Salvador, sino que condenaron a Jesús a la prisión y a la muerte, a pesar de ver las buenas obras de Dios manifestadas a través de Él. Esto significa que ellos se pusieron en contra de Dios. Pero el hombre ciego, en su buena consciencia, sabía que la sanidad de un ciego era posible solo por medio de Dios.
Tercero: tomó la decisión de llevar una nueva vida luego de recibir la gracia de Dios
Hay personas que recuperan una buena salud y reciben solución a los problemas por la gracia y el poder de Jesucristo, pero luego se olvidan de la gracia de Dios y vuelven a los caminos del mundo. Cuando estaban enfermos y tenían dificultades, ellos confesaban: "Voy a vivir solo para el Señor una vez que me sane", pero luego de recibir sanidad y bendiciones, estas personas se olvidan la gracia de Dios y van en busca de sus propios beneficios.
Sin embargo, el hombre ciego tuvo un buen corazón que no olvidó la gracia recibida, por lo tanto, él conoció a Jesús y recuperó la vista. Sobre todo, recibió la mayor bendición: la bendición de la salvación. Jesús preguntó: "¿Crees tú en el Hijo de Dios?, y le enseñó al decirle: "Pues le has visto, y el que habla contigo, él es". Luego el hombre confesó: "Creo, Señor; y le adoró". Él no simplemente 'creyó', sino que recibió a Jesucristo como el Cristo. Esta fue su confesión de fe en la que decidió seguir al Señor y vivir para Él.
Dios anhela que cada uno de nosotros nos acerquemos a Él con este tipo de corazón. Quiere que lo busquemos, no solo porque Él nos sana y nos da bendiciones, sino porque quiere que aceptemos a Jesús como nuestro Salvador. Desea que comprendamos el amor de Dios quien de manera generosa entregó a Su Hijo unigénito.
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