¡Hemos corrido con fe!
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Septiembre 25, 2011 |
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"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
Muchos de ustedes han estado en esta marcha de fe por varios años: diez o incluso más de veinte años. Por medio de la autodisciplina se han controlado a sí mismos para darse al reino de Dios. Mientras sus amigos y colegas del mundo buscaban los placeres mundanos, ustedes llegaron a la iglesia para hacer trabajos voluntarios e invirtieron su tiempo evangelizando y visitando a los miembros de la iglesia. En lugar de gastar o ahorrar el dinero para ustedes mismos, se han deleitado en dar más para Dios.
En la Biblia encontramos aquellos patriarcas que dedicaron con gozo las cosas que les eran más preciadas y que incluso soportaron crueles persecuciones, torturas y aun el martirio. Esto se debe a que creían en el Dios vivo, el Creador, y que Él les retribuiría con gloria celestial según sus obras. Tal como creyeron, recibieron gloria celestial inefable además de la vida eterna.
Dios quiere dar también vida eterna y el Cielo bien merecido a quienes obran con fe. Permítanme ahora hablar sobre los tres aspectos de los tipos de bendiciones que Dios otorga a aquellos que avanzan en la marcha de la fe.
Primero: reciben tanto bendiciones espirituales como materiales
Una vez que se acepta al Señor y se recibe al Espíritu Santo se llega a amar a Dios. Si ustedes aman a Dios, desearán obedecer Su voluntad.
Antes de que yo conociera a Dios había padecido de muchos tipos de enfermedades durante siete años. Fui abandonado incluso por mi familia y solo esperaba el día en que pudiera morir. ¡Pero Dios vino a mi vida y me sanó de toda enfermedad! Cuando conocí a Dios por primera vez mi gratitud y amor no se podían expresar con palabras. Desde entonces Dios ha sido todo para mí; solo deseé vivir para Él, conocer Sus anhelos y con mucha sinceridad anhelé obedecer Su voluntad.
Anhelé la Palabra de Dios y la aprendí al asistir a muchas reuniones de avivamiento. Obedecía toda Palabra de Dios que aprendía; si no lo hacía enseguida escribía la Palabra en un cuaderno y clamaba en oración para cumplirla.
En la medida en que obedecía, mi alma prosperaba; todo marchaba bien y obtenía respuestas a todas mis oraciones. Debido a que experimenté estas cosas primero, también enseñé a los demás a obedecer la Palabra de Dios siempre con fe. En consecuencia, los creyentes que guardaron los mandamientos del Señor ahora tienen testimonios rebosantes de haber recibido bendiciones financieras, salud, bendiciones en el trabajo y el hogar y de haber recibido respuestas a varios anhelos de su corazón.
Para afirmar la fe aun más, deben obedecer la voluntad de Dios al cien por ciento. En la misma medida Dios mostrará cuánto los ama y les dará bendiciones. Además podrán testificar cada día de las obras de Dios quien concede todos sus deseos más secretos del corazón y hace posible lo imposible.
Segundo: rebosan de esperanza por el Cielo
Aquellos que tienen fe no miran la riqueza y placeres de este mundo porque conocen lo que tiene valor verdadero. No invierten su tiempo en adquirir riquezas y honor del mundo ni en complacer su codicia. Más bien invierten en las cosas y recompensas celestiales. Aunque ustedes disfruten de tantas cosas durante este corto período de la vida terrenal, cuando todo pase será solo como un sueño, al igual que un castillo de arena que desaparece con las olas sin dejar rastro ya que no quedará nada, sin importar cuánto acumulen.
A pesar de que Dios dice que debemos abstenernos del pecado y ustedes saben que deben hacerlo, ¿hay algún pecado que encuentren difícil de renunciar porque parece muy precioso? O, ¿acaso hay alguien que piensa que es aún muy joven y desea disfrutar su vida? Simplemente piensen qué opción es la más sabia entre la vida terrenal temporal y la vida celestial eterna. La mayor felicidad, gozo, gloria y belleza que el hombre no puede expresar perdurarán por siempre en el Cielo.
Mientras más crece su fe, mayor será su esperanza por el reino celestial. Ustedes llegarán a comprender cuán insignificante es la lujuria, así que llegarán a aborrecer cualquier cosa en su corazón que pertenezca al pecado y las tinieblas. Quienes viven con este tipo de fe sentirán el gozo del Cielo incluso en este mundo, tal como está escrito en Lucas 17:21. Recibirán todo lo que pidan, prosperarán y sus labios se llenarán con alabanzas y testimonios.
Tercero: recibirán recompensas en el Cielo
Cualquier cosa que hagan en este mundo para el Señor les será recompensada como galardón en el Cielo. Dios recordará absolutamente todo: las oraciones y peticiones por el reino de Dios, el esfuerzo por evangelizar y cuidar de las almas, las obras voluntarias, las ofrendas monetarias entregadas para el santuario y la obra misionera e incluso el levantar una pequeña basura del piso de la iglesia.
Pero lo que deben recordar una vez más es que tienen que circuncidar el corazón. Sin embargo, el solo hecho de despojarse de los pecados y circuncidar el corazón no les dará recompensas, pero en la medida en que circunciden el corazón, la dimensión del galardón recibido será muy distinta, aunque hagan un mismo trabajo. El brillo de las piedras preciosas y la gloria en el Cielo serán diferentes. Esto se debe a la diferencia en el aroma del corazón al hacer el trabajo. Cuando el aroma es distinto, entonces el fruto producido también será distinto. Asimismo, si hacen algo para Dios pero se quejan y discuten, no podrá ser recompensado. Esto significa que no lo han hecho con fe.
Por lo tanto, anhelo que ustedes circunciden sus corazones con diligencia y que sean fieles con más fe, poniendo su mirada en Dios Galardonador. El tiempo que se les ha dado en este mundo no es muy largo. Ustedes han corrido la carrera de la fe, pero les animo a correr con más fuerzas, sin descansar.
Ruego en el nombre del Señor que, al hacer esto, terminen la buena batalla y ofrezcan alabanzas de gratitud por siempre en sus hogares en la Nueva Jerusalén.
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