Pero si no lo hace...
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Agosto 12, 2012 |
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 "Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado" (Daniel 3:16-18 LBLA).
En la actualidad muchas personas buscan su propio beneficio y esperan recibir algo a cambio por lo que hacen. En lugar de buscar el beneficio de los demás y sacrificarse por ellos, dan solo el pago de lo que el otro ha hecho e incluso ponen ciertas condiciones al hacer su labor.
Es natural que una pareja de esposos se amen entre sí, que los padres eduquen a sus hijos y que los niños honren a sus padres. Sin embargo, hoy la gente da amor y hace su tarea dependiendo de los beneficios. ¿Cómo se podría considerar esto como amor verdadero o bondad ante los ojos de Dios?
¿Cuál es entonces la bondad que es aceptable y agradable ante Dios? Observemos la bondad de los tres amigos de Daniel que fueron tomados cautivos en el tiempo de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
1. Los tres amigos de Daniel guardaron su fe
Cierto día, el rey Nabucodonosor construyó una imagen de oro. Y mandó reunir a los sátrapas, prefectos y gobernadores, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos los gobernantes de las provincias para que asistieran a la dedicación de la estatua que había levantado y ordenó que todos se inclinaran ante ella y la adoraran. Él además dijo: "...pero el que no se postre y adore, será echado inmediatamente en un horno de fuego ardiente" (Daniel 3:1-7).
Su comunicado se envió también a los tres amigos de Daniel que tenían posiciones oficiales a pesar de ser cautivos de Jerusalén. Pero ellos jamás se inclinaron ante la imagen porque creían y servían a Dios. En Daniel 3:17-18, confesaron: "Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado".
Ellos confesaron con mucha valentía que no iban a adorar un ídolo, ni siquiera si Dios no los libraba. Esto no significa que no tenían la certeza de que Dios los rescataría, sino que fue porque su confianza y amor por Él no cambiaría ni siquiera si Él no los libraba. Ellos pusieron su confianza y dependencia totalmente en Dios, el amo de sus almas.
Simplemente dieron gracias, incluso aunque estaban por perder sus vidas. El rey se enfureció al ver que ellos no se inclinaban ante su imagen y mandó que los lanzaran en el horno ardiente que pidió se calentara siete veces más de lo acostumbrado (Daniel 3:19-23).
No obstante, algo totalmente asombroso sucedió; el fuego no tuvo ningún efecto en sus cuerpos, ni se quemó el cabello de sus cabezas. El rey los miró, se asombró en gran manera y glorificó a Dios. Incluso emitió un decreto que decía que todo pueblo, nación o lengua debía temer a Dios que había librado a los tres amigos de Daniel y los engrandeció en Babilonia (Daniel 3:28-30).
Esto nos enseña que enfrentar pruebas sin tener falta alguna es para que Dios nos de mayores bendiciones. Dios sabía de antemano que los tres amigos de Daniel no abandonarían su fe ni siquiera al estar frente a la muerte, por eso les permitió pasar esta prueba para revelar Su gloria en gran manera.
2. La fe con la que podemos dar nuestras vidas por voluntad propia
Deben examinarse a sí mismos con cuidado y ver si han esperado recibir soluciones a sus problemas por casualidad, sin hacer lo necesario o renunciando por frustración ante las dificultades.
Alguien le dice a Dios en oración: "Si respondes la oración por mi negocio, te serviré con más sinceridad. Te daré más ofrendas y oraré con más diligencia si prosperas mi negocio". Pero esta persona primeramente debe mostrar las obras que corresponden a la siembra: oración, ofrendas y servicio, creyendo que Dios nos permite cosechar lo que hemos sembrado. Entonces podrá cosechar cuando llegue el momento propicio.
Lo mismo se aplica a los que sufren enfermedades. Una persona enferma quizás diga: "Si me sanas, ofreceré servicio voluntario y seré más fiel a Tu reino". Esas oraciones no pueden conmover el corazón de Dios. Aquel debe descubrir cuál es la causa de su enfermedad al examinar su vida y debe dar gracias a Dios quien le guía a descubrir esa causa, a alejar sus pecados y a alcanzar el nivel del espíritu.
Los tres amigos de Daniel no tenían una fe condicional sino una fe muy sólida, por eso estuvieron dispuestos a entregar sus vidas. De la misma manera, aunque Dios no responda su oración, debe dar gracias a Dios creyendo en Su buena voluntad para la situación. Si posee la misma fe que tuvieron los tres amigos de Daniel, Dios se regocijará y estará con usted y entonces usted logrará escapar de la muerte.
Todos los hombres estaban destinados a sufrir en el Infierno eterno en calidad de descendientes de Adán, el que pecó. Pero Jesús, el Hijo unigénito de Dios, vino a este mundo para redimirnos de sus pecados y tomó el sufrimiento de la cruz y murió en ella. Por consiguiente, cualquiera que acepte a Jesucristo como Salvador será perdonado de todos sus pecados, recibirá salvación y disfrutará de vida eterna en el hermoso Cielo. Solo por este hecho usted debería regocijarse siempre y dar gracias, aun si no recibe la respuesta a sus oraciones.
3. El Apóstol Pablo no escatimó su vida por el Señor
El corazón del Apóstol Pablo por el Señor no cambió ni siquiera ante el sufrimiento hasta cuando murió después de conocer al Señor. En Hechos 20:24 él dijo: "Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios".
En Hechos 21, un profeta llamado Agabo dijo: "Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles". Entonces Pablo respondió: "¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús". Su fe no se dejó influir ni se vio en peligro ni sintió temor de la muerte.
Es lo mismo que está escrito en 2 Corintios 11:23-27, que dice: "¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez".
El Apóstol Pablo únicamente se regocijó y dio gracias con fe incondicional en el Señor. Incluso cuando estuvo en prisión, les dijo a los creyentes que se regocijaran siempre, que oren sin cesar y que den gracias ante toda circunstancia, según lo escrito en 1 Tesalonicenses 5:16-18. En realidad fue azotado, encarcelado y expulsado, pero él no sentía ninguna dificultad. Simplemente dio gracias al Señor por cambiar a una persona como él que había perseguido a los creyentes para llegar a ser una persona que podía ser perseguida por causa del nombre del Señor. Él se esforzó al máximo por recompensar la sangre del Señor tratando de llevar a la salvación a todas las almas.
Amados hermanos y hermanas en Cristo: ¿Cuán gozosos y felices se sienten cuando enfrentan pruebas y tribulaciones? Ruego en el nombre del Señor que alcancen la victoria y glorifiquen a Dios al igual que los tres amigos de Daniel y el Apóstol Pablo, hombres que mostraron un buen ejemplo de fe.
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