¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?
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Septiembre 09, 2012 |
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"No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" (Génesis 39:9)
Los árboles a una altura de 3,000 metros en las montañas rocosas no puede crecer con la espalda recta debido a los fuertes vientos. Estos se asemejan a hombres de rodillas, sin embargo, los violines con mejor resonancia, los que producen el mejor sonido, se hacen con estos árboles. En otras palabras, los mejores productos proceden de las peores condiciones. La vida de José es similar a esto.
Él enfrentó muchos problemas al ser vendido a Egipto por parte de sus hermanos por causa de sus celos. Pero tomó el camino correcto a pesar de los sufrimientos y, a la edad de 30 años, llegó a ser el gobernante de Egipto después del Faraón. A simple vista, él no parecía ser alguien próspero, pero Dios lo exaltó y lo llevó al camino más próspero de todos debido a que él confió en Dios.
1. José tomó el camino correcto y cultivó la fidelidad
Jacob amaba a José más que a cualquiera de sus hijos; le hizo una 'túnica de varios colores'. Ya que Jacob prefería a José más que a sus demás hijos, estos sentían celos de él. Por otra parte, le aborrecían aún más cuando el joven José le decía a su padre las fechorías de sus hermanos sin darse cuenta o considerar sus corazones.
Cierto día José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos. Él lo describió diciendo que cuando estaban atando gavillas en el campo, su gavilla se levantó y quedó erguida y las gavillas de sus hermanos se reunieron alrededor y se inclinaban ante la suya. Además tuvo otro sueño y dijo que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban ante él. Al escuchar esto, sus hermanos se sintieron aún más celosos. Al final vendieron a José al pueblo de los ismaelitas. Ellos lo llevaron a Egipto y lo vendieron como esclavo a Potifar, el capitán de la guardia del Faraón.
José nació en una familia adinerada y recibió amor especial de parte de su padre, pero de manera repentina se había convertido en un esclavo del pueblo de los gentiles. No obstante, no guardó rencor contra sus hermanos ni se sintió frustrado. Él simplemente confió en Dios y cultivó la fidelidad en su vida. También valoró las posesiones de su amo y las administró con su corazón. Más adelante, Potifar, su amo, confió en él y lo nombró su supervisor y le encargó todas sus posesiones.
Dios estaba con José quien era honesto y diligente y lo condujo a un camino próspero. Además Dios bendijo la casa de Potifar a cargo de José. De este modo la bendición de Dios estaba sobre todo lo que Potifar poseía, tanto en su casa como en sus campos.
De repente José enfrentó una prueba. Al ver a José quien era bien parecido en lo físico, la esposa de Potifar le dijo que mintiera con ella. José se mantuvo rechazándola, diciendo: "¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?"
Cierto día, ninguno de los hombres de la casa se encontraba adentro. La esposa de Potifar lo sostuvo de sus vestiduras y trató de seducirlo. Pero él dejó sus vestiduras en su mano y salió corriendo. Ella sintió resentimiento contra él, así que le mintió a Potifar diciendo que José se le había acercado y le mostró las vestiduras de él que ella tenía en sus manos. Sin ninguna investigación, Potifar puso a José en la cárcel, el lugar donde eran confinados los prisioneros del rey.
Aun así, José fue reconocido por el jefe carcelero quien lo puso a cargo de todos los prisioneros que estaban en la cárcel; el jefe no supervisaba nada que estuviera a cargo de José. Ya que él se esforzó en todo lo que hizo y tomó siempre el camino correcto, Dios lo prosperó y lo bendijo para que recibiera reconocimientos y llegara a ser un líder en cualquier lugar al que iba.
Un día, un copero y un panadero del Faraón de Egipto fueron confinados a prisión. Un poco después ambos tuvieron un sueño la misma noche, lo que les causó preocupación. José interpretó sus sueños. Unos días más tarde, el panadero murió y el copero volvió a su posición tal como José lo había interpretado. Pero el copero olvidó la gracia recibida durante un lapso de dos años.
2. Gracias a la bendición de Dios, José se convierte en el gobernante de Egipto después del Faraón
Dos años después el Faraón de Egipto tuvo dos sueños muy extraños. En el primero, siete vacas gordas y de buen aspecto pacían en el prado, pero tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y estas devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. En el segundo sueño, siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña, y después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano y estas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas.
Nadie logró interpretar los sueños, así que el Faraón se sentía atribulado. Los hechiceros y sabios de Egipto tampoco lograron interpretar los sueños. Entonces el jefe de los coperos recordó a José y lo mencionó. El Faraón envió y llamó a José, y le dijo: "Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos". (Génesis 41)
Respondió José a Faraón, diciendo: "No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón". Al escuchar los sueños, los interpretó en el nombre de Dios. Él le dijo que las siete vacas gordas y las siete espigas llenas significaban siete años de gran abundancia, mientras que las siete vacas flacas y feas, al igual que las siete espigas menudas y abatidas por el viento representaban siete años de hambre. Añadió que aquella abundancia no se echaría de ver a causa del hambre siguiente, la cual sería gravísima. Dijo también que el hecho de que el Faraón había tenido el sueño dos veces, significaba que el asunto era firme de parte de Dios, y que Él se apresuraba a hacerlo.
Luego de interpretar el sueño claramente, José incluso le presentó cómo lidiar con la situación; le aconsejó al Faraón que buscara un varón prudente y sabio, y que lo pusiera sobre la tierra de Egipto para que se prepare para los siete años de hambre reuniendo y guardando el alimento de los buenos años. Asombrado por la sabiduría de José, el Faraón lo nombró gobernador de Egipto. José llegó a tener la segunda posición después del Faraón, el rey de Egipto.
Durante los siete años de abundancia, la tierra produjo a montones. Y él reunió todo el alimento de los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó alimento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el alimento del campo de sus alrededores. Cuando los siete años de hambre empezaron sobre la tierra, en todo Egipto aún había pan. Todos los egipcios y otras personas acudían a José para comprar grano. Entre las personas que acudieron a él se encontraban sus hermanos, quienes vivían en la tierra de Canaán. A la edad de 17 años, José fue vendido a Egipto por causa de los celos de sus hermanos. Pero a pesar de haber sufrido por 13 años en un país extranjero, él no los aborrecía. Más bien les dijo: "...para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros".
José actuó siempre con un buen corazón, por eso fue usado en gran manera según la Providencia de Dios que guió a los israelitas.
3. José no cometió pecado e incluso cambió la vida de aquellos que habían pecado
Cuando reconocemos a Dios y tomamos el camino correcto al igual que José, no solo evitamos cometer pecados sino que también ayudamos al cambio de aquellos que han pecado.
En calidad de pastor, yo siempre pienso en cómo hacer que cambien las vidas de las personas para que glorifiquen a Dios. Aunque algunos han cometido pecados, busco maneras de ayudarlos a destruir sus muros de pecado. Ya que deseo dar a conocer la gloria de Dios en todo tiempo, siempre busco maneras de hacer cambiar al pecador y ayudarle a ir por el camino de bendición.
Por haber hecho esto, muchas personas han cambiado y se han convertido en personas llenas de verdad y los miembros de la iglesia han incrementado su fe, y Dios los ha protegido de todo tipo de accidentes y dificultades y les ha permitido tener gozo y gratitud en sobreabundancia.
Amados hermanos y hermanas: anhelo que guarden en su corazón lo bello que es vivir para la gloria de Dios y que no cometan pecados. Al igual que José, no debemos cometer pecados ante ninguna situación, sino debemos confiar en Dios y ser fieles en todas nuestras obras. Ruego en el nombre del Señor que ustedes se conviertan en personas llenas de bondad, quienes cumplen su llamado, tengan vidas prósperas y que glorifiquen a Dios en gran manera.
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