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Como bien te parezca

Noticias Manmin   No. 127
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Septiembre 23, 2012


"Y los hombres de David le dijeron: Mira, este es el día del que te habló el SEÑOR: 'He aquí, voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca'. Entonces David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl" (1 Samuel 24:4 LBLA).


De sus ocho hijos, David era el hijo menor de Isaí, y él apacentaba el rebaño. Cierto día, Samuel, el profeta, acudió a la casa de Isaí por mandato de Dios. Samuel pensó que Eliab, el hijo de Isaí, era la persona a quien ungiría, pero Dios le dijo: "No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Dios le dijo a Samuel que ungiera a David, el hijo menor de Isaí, porque él tenía un corazón verdaderamente bueno. ¿Qué tipo de bondad tenía David, al punto que esta le fue de agrado a Dios?


1. David puso su confianza completa en Dios

En el capítulo 17 de 1 Samuel se describe la batalla entre David y un gigante llamado Goliat. En aquel tiempo, los israelitas estaban en el valle de Ela; estaban en guerra con los filisteos. El ejército de Israel había perdido el espíritu de lucha por causa del gigante de los filisteos llamado Goliat, un gigante de tres metros de alto, armado con un yelmo de bronce, una cota de malla y una jabalina de bronce. El rey y los soldados de Israel temblaban por el temor que le tenían, mientras él los injuriaba día y noche durante 40 días.

Entonces apareció David en el campo de batalla. Él estaba ahí para cumplir con un recado de su padre quien le había dicho que llevara comida a sus hermanos que estaban en batalla. David se puso furioso cuando escuchó que Goliat había insultado el nombre de Dios, así que valientemente se acercó al gigante con su honda y cinco piedras lisas. Entonces dijo David al filisteo: "Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del SEÑOR de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado" (1 Samuel 17:45).

Ya que él confió en Dios con todo su corazón, pudo actuar de esa manera ante el gigante que inspiraba gran temor sobre todo el pueblo y los guerreros. Al final, él lanzó una piedra en dirección a Goliat; esta se hundió en su frente y él cayó a tierra sobre su rostro sin sacar la espada ni siquiera una vez. David logró alcanzar aquella gran victoria porque confiaba en Dios. ¡Dios estaba muy complacido al verlo; David era muy precioso ante Sus ojos!


2. David mantuvo un corazón lleno de bondad hasta el fin

Cuando David derrotó a Goliat y salvó al pueblo, el rey Saúl se sintió complacido y lo puso sobre sus hombres de guerra. Pero cierto día cuando Saúl y David regresaban de una batalla que habían ganado, algunas mujeres cantaban mientras tocaban, y decían: "Saúl ha matado a sus miles, y David a sus diez miles". Entonces Saúl se enfureció, pues este dicho le desagradó, y dijo: Han atribuido a David diez miles, pero a mí me han atribuido miles. ¿Y qué más le falta sino el reino? De aquel día en adelante Saúl miró a David con recelo.

Sus celos se incrementaron cada vez más, hasta que llegó incluso a arrojar su lanza contra David mientras tocaba el arpa para él. David logró evadirlo dos veces y Saúl se tornó más celoso y también más temeroso de David e incluso intentó matarlo con astucia y engaños. Cuando se enteró que su hija Mical amaba a David, pensó: "Se la daré para que le sirva de lazo y para que la mano de los filisteos sea contra él" (1 Samuel 18:21).

David era un obrero fiel que peleaba por su nación desde su juventud e hizo grandes contribuciones en innumerables batallas. Cuando tocaba el arpa producía paz a Saúl quien era atormentado por un espíritu maligno. Él jamás quebrantó las órdenes de Saúl. Sin embargo, en lugar de retribuir la gracia, Saúl intentó matar a David. Finalmente David incluso tuvo que abandonar su ciudad natal para evadir a Saúl y soportó todo tipo de sufrimientos y dificultades en tierras extranjeras. En medio de todo esto, cierto día tuvo una gran oportunidad de eliminar a Saúl. Es decir, Saúl entró solo a una cueva en el desierto de Engadi en la que David y sus hombres se escondían.

"Y los hombres de David le dijeron: Mira, este es el día del que te habló el SEÑOR: 'He aquí, voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca'" (1 Samuel 24:4). Ellos decían que matar a Saúl sería algo bueno ya que, el hecho de que Dios lo llevara a la cueva significaba que era una oportunidad presentada por Dios para deshacerse del enemigo. Pero David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl.

La conciencia de David le remordía, porque había cortado la orilla del manto de Saúl, y dijo a sus hombres: "El SEÑOR me guarde de hacer tal cosa contra mi rey, el ungido del SEÑOR, de extender contra él mi mano, porque es el ungido del SEÑOR" (1 Samuel 24:6).

Saúl se levantó, salió de la cueva, y siguió su camino. David se levantó y dio voces tras Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! "Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano. Puesto que corté la orilla de tu manto y no te maté, reconoce y ve que no hay maldad ni rebelión en mis manos y que no he pecado contra ti, a pesar de que tú acechas mi vida para quitármela" (1 Samuel 24:11).

David no aborreció ni envidió a Saúl a pesar de que amenazaba su vida. Al contrario, lo respetó con sinceridad y se mantuvo atento con él. ¡Cuán bueno y hermoso es su corazón!


3. Razones por las que David enfrentó pruebas

Dios permitió aquellas pruebas para David ya que Él conocía su vaso y deseaba hacer de él una mejor persona. Al igual que un entrenador que lleva a sus atletas a un entrenamiento intenso para hacerlos más fuertes, Dios hizo que David pasara las pruebas para hacerlo listo para convertirse en el rey de la nación, de modo que pudiera recibir la guía de Dios y las respuestas a su oración y tener una comunicación profunda con Él incluso en medio de las pruebas.

No obstante, David descubrió algo que no sabía que llevaba dentro de sí: una vez que se convirtió en rey, fue tras los deseos de los ojos y se acostó con Betsabé e incluso hizo los arreglos para que su esposo, Urías, fuera asesinado en el campo de batalla. Aunque no cruzó los límites en ninguna otra situación, cometió este pecado ya que no era perfecto. Él sencillamente pensó que podía obrar de la manera que lo hizo porque su autoridad como rey era grande.

Pero Dios deseaba que David tuviera un corazón perfecto, lleno de bondad, y por eso permitió grandes pruebas. Tuvo un hijo llamado Absalón quien se reveló contra él y tuvo que huir. Absalón dormía con las concubinas de su padre a la vista completa de todo Israel. Un hombre de la tribu de Saúl llamado Simeí lanzó piedras contra David y lo maldijo frente a sus soldados.

En medio de estas pruebas, David alcanzó un corazón más perfecto ante Dios y llegó a ser el rey que recibió el amor de Dios y del pueblo de Israel. Es más, Dios dijo que a David nunca le faltaría un hombre que se siente en el trono de la casa de Israel y que Jesucristo nacería en su línea de descendientes.

Amados hermanos y hermanas: el hecho de sacar la raíz de la maldad hace posible que amemos a los demás. La bondad en nosotros nos permite perdonar, no de manera superficial, sino con sinceridad de corazón. David le fue de agrado a Dios con fe perfecta en toda circunstancia y también venció la maldad con la bondad; tuvo un corazón dispuesto a dar su abrigo a los demás cuando le pedían su camisa. Por esta razón, pudo amar y perdonar constantemente al rey Saúl, el que trataba de matarlo. Ruego en el nombre del Señor que usted alcance la bondad que conmueve el corazón de los demás y los transforma.


 

 

 
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