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Amor espiritual (4) - El amor es benigno

Noticias Manmin   No. 134
5838
Febrero 10, 2013


“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”. (1 Corintios 13:14)



Pastor Principal Dr. Jaerock Lee



En su experimento, Harry Frederick Harlow, un psicólogo estadounidense, preparó todo para que bebés monos fueran ‘criados’ por dos tipos de madres monos substitutas que eran máquinas que dispensaban leche. Uno de los artefactos estaba construido de simple malla de alambre y la otra estaba formada de alambre con una cubierta de tela suave. El primer día los monos bebieron leche de ambas máquinas substitutas, pero al siguiente día se aferraron a la ‘madre’ que tenía la cubierta de tela suave y cálida.

Esto demostró que incluso los animales prefieren los objetos suaves antes que los fríos y sólidos. Lo mismo ocurre con los seres humanos que son llamados ‘mayordomos de toda la creación’; tienen una preferencia por la gente amable y desean confiar en ella, antes que en las personas rígidas y de corazón duro.

1. Un corazón benigno que abraza a toda persona

En lo espiritual, la ‘benignidad’ se refiere al corazón que abraza a toda persona y aquel en el que muchos encuentran descanso. Para entenderlo mejor, piense en el algodón. Este no produce ningún sonido, ni siquiera cuando objetos duros lo golpean, sino que suavemente los envuelve.

Un corazón benigno se puede comparar a un árbol grande con mucho follaje, el cual provee a las personas de un lugar de descanso. Cuando es caluroso en el verano, la gente acude bajo este tipo de árboles para evitar los fuertes rayos del sol y secarse el sudor.

La gente del mundo piensa que un introvertido que no expresa externamente el enojo ni insiste en su propia opinión, es alguien que muestra benignidad. Pero la benignidad a los ojos del hombre y aquella que Dios reconoce son diferentes. No se puede decir que somos benignos si nuestra benignidad no es aquella que Dios reconoce, sin importar cuán gentiles y amables somos en lo externo.

Digamos que un individuo tiene una personalidad pasiva y débil, que sigue las opiniones de los demás y que guarda resentimientos en su corazón. No podemos decir que es benigno solo porque la maldad en su corazón se mantiene bajo control y reprimida.

Una persona verdaderamente benigna no tiene maldad, es sabia y abraza a cualquier persona mala con amor espiritual. Claro está que no significa que debemos perdonar incondicionalmente y tapar las faltas de los demás. Más bien a veces debemos guiarlos respetuosamente en el camino correcto. De este modo, la benignidad espiritual implica tener tanto la bondad en el corazón como la virtud en lo externo.

2. La santificación es el criterio de la benignidad

Para poder alcanzar la benignidad espiritual, debemos primeramente despojarnos de la maldad del corazón y luego santificarnos. Los hombres con benignidad son como el algodón en el hecho de que no causan ningún conflicto, aun si los demás los molestan, y pueden abrazar cálidamente a otros. No discuten ni causan problemas a los demás porque no tienen maldad.

Si tenemos odio, celos, envidias, arrogancia y criterios individuales en el corazón, no podremos abrazar a los demás. En lugar de ello, es más probable que se parezca más a la ruptura de un objeto si golpea una roca o rebota con un sonido rechinante al chocar contra el metal. Si tenemos un fuerte sentido del ‘ego’, nuestros sentimientos pueden ser heridos, aun si alguien nos incomoda tan solo un poco. Los juzgaremos y condenaremos en lugar de cubrir sus deficiencias.

En la medida en que tengamos falsedades, podremos ensanchar nuestro corazón veraz. Estas personas son las que tienen una mente limitada y se enojan cuando se las señala. Por lo tanto, un criterio básico para examinar si se tiene benignidad es el de no tener maldad.

Dios reconoce que una persona es benigna después de que él o ella se haya santificado. Esto se debe a que podemos ver a los demás únicamente con bondad y amor cuando no tenemos maldad en el corazón.

Un hombre amable mira a los demás con misericordia en toda circunstancia. No juzga ni condena y simplemente comprende a los demás con bondad y amor. Los corazones se derriten ante este tipo de corazón cálido. Además, cuando una persona alcanza la santificación plena, puede recibir la dirección del Espíritu Santo correctamente y guiar a los demás hacia el mejor camino al discernir la situación.

3. La virtud que hace perfecta la benignidad

En este caso se puede definir la ‘virtud’ como la posesión de un corazón o comportamiento que comprende de modo imparcial y acepta a los demás. Es tener un corazón correcto y hacer las cosas correctas. Lo mismo sucede en un sentido espiritual.

Las personas con virtud tienen un corazón recto e imparcial y actúan de acuerdo a lo correcto. No obligan a los demás a someterse mediante una muestra de su poder. Dicen siempre la verdad y muestran acciones correctas. Se ganan el corazón de los demás al comprenderlos y aceptar sus deficiencias además de ofrecerles confianza y recibir amor.

La virtud es como una prenda que vestimos, la cual hace perfecta la benignidad. Sin importar cuán maravilloso usted sea, si se viste con un traje sucio y en mal estado, su apariencia perderá su dignidad. De igual manera, aunque su corazón sea muy amable, no podrá ejercer su bondad interna si no tiene la virtud externa.

Por ejemplo: supongamos que uno tiene un corazón amable, pero que por lo general divaga en forma innecesaria una vez que empieza a hablar. No lo hace por maldad, sino que carece de la etiqueta social, lo que reduce su confianza. Otros quizás no tengan sentimientos adversos ni causen daño a los demás porque su corazón es benigno, pero no ayudan activamente a otros y carecen de consideración por los demás. A estas cosas se les atribuye una carencia de virtud.

¿Qué pasaría si Jesús se hubiera divertido con Sus discípulos, haciendo bromas y usando trajes inapropiados, y si hubiese arrastrado sus sandalias en las calles? Le habría sido muy difícil ganarse el respeto de la gente. Sin embargo, Él actuó con dignidad y autoridad espiritual incluso en lo externo, de modo que otras personas, además de Sus discípulos, no podían ser groseros con Él. Es justamente lo que está escrito en Mateo 12:19-20 que dice: “No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz”.

Si una flor no tiene un color llamativo y una fragancia agradable, aunque tenga abundante néctar, les será difícil a las abejas encontrarla. De igual manera, si no tenemos virtud en nuestras palabras y acciones, pocas personas encontrarán descanso en nosotros, aunque nuestro corazón sea amable. Nuestra benignidad no podrá mostrar su poder. Por el contrario, si nuestro corazón interior no es benigno aunque parezca que tenemos virtud en palabras y acciones, será solo una pretensión.

4. Bendiciones otorgadas a los hombres benignos

¿Qué tipo de bendiciones podemos disfrutar cuando nos santificamos y tenemos un corazón benigno con virtud?
En Mateo 5:5 leemos: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. En Salmos 37:11 dice: “Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz”.

En este caso, la ‘tierra’ se refiere a las moradas celestiales, y ‘heredar la tierra’ significa que disfrutarán de gran autoridad en el Cielo. Esto se debe a que los hombres gentiles y amables dan fortaleza y gracia a las almas con el corazón de Dios. En la medida en que alcancemos un corazón amable y gentil, podremos aceptar a más almas y guiarlas por el camino de salvación.

Si abarcamos muchas personas, demostraremos que nos hemos humillados a nosotros mismos y que servimos a los demás. La autoridad celestial se otorga a los hombres humildes que sirven. Tal como está escrito en Mateo 23:11 que dice: “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo”; usted llegará a ser un gran hombre cuando sirva a los demás.

Los hombres llenos de mansedumbre disfrutarán de gran autoridad en el Cielo y heredarán la tierra espaciosa. Debido a que su alma prospera, todo les irá bien y serán amados por Dios y respetados por innumerables almas en el Cielo, por toda la eternidad.

Amados hermanos y hermanas: Dios se complace con las personas que se santifican, que no tiene pecado ni maldad. Ruego en el nombre del Señor que ustedes cultiven su corazón para tener benignidad con virtud al santificarse rápidamente, aceptar a muchas personas en la Tierra y llegar a ser grandes hombres en el Cielo.



 

 

 
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