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Amor espiritual (5) - El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso

Noticias Manmin   No. 135
5590
Febrero 24, 2013


"El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante" (1 Corintios 13:4 LBLA).


La envidia y la jactancia tienen una influencia muy mala sobre nuestras vidas cristianas. En la mayoría de casos, no sentimos envidia de una persona que está fuera de nuestra familia. Por lo general sentimos envidia de amistades cercanas o personas con las cuales tenemos rivalidad. Por un instante, pienso en lo siguiente: una persona que dirige un restaurante no sentirá envidia de una persona que trabaja en una oficina cuando obtiene algún reconocimiento en la compañía. Sino que siente nervios y envidia cuando otro restaurante que sirve el mismo tipo de comida tiene una gran cantidad de clientes.

Además la envidia extrema conduce a ser envidioso con acciones malignas. Lo mismo se aplica a la jactancia. Cuando usted quiere jactarse y obtener reconocimiento, esto causa peleas, celos y envidias.

Por lo tanto, ¿cómo podemos alcanzar el amor espiritual que no es envidioso y no es jactancioso?


1. El amor no tiene envidia

La envidia al extremo causa que seamos celosos y quizás incluso puede dar lugar a malas acciones hacia los demás. Si se siente incómodo cuando las cosas progresan para los demás y reciben amor, significa que usted tiene envidia y celos.

Cuando su corazón tiene celos y envidia, su ego puede ser herido al ver a los demás que tienen riquezas o más talentos que usted mismo. Si un compañero de trabajo es ascendido de puesto rápidamente, pero usted se mantiene en un nivel de trabajo que aun es inferior, puede ser que se sienta herido y pierda las fuerzas y el deseo de trabajar. Los celos y la envidia inducen al desánimo. Cuando usted se compara con los demás con celos y envidias, hace que se incremente su sentido de inferioridad.

No obstante, con el amor espiritual usted puede regocijarse con la verdad. Esto es porque se siente feliz como si le hubiera pasado a usted mismo cuando algo bueno le sucede a otras personas. Pero si usted se desanima y pierde las fuerzas, esto demuestra que no tiene amor. Esto indica que aún tiene su 'ego'. Si su persona quiere recibir amor y obtener reconocimiento, su orgullo se levantará más en su corazón.

Cuando los celos se vuelven extremos, es natural que lo dirijan a palabras malignas y acciones que perjudiquen a las demás personas. Esto es envidia en acción. Esta es parte de las obras evidentes de la carne descritas en Gálatas 5:19-21. La envidia puede causar que alcanzar la salvación sea más difícil.

Por ejemplo: Saúl, el primer rey de Israel, murió de manera miserable con envidia hacia David. David fue un héroe que salvó a su país de Goliat, el campeón de los filisteos. El medía aproximadamente 2,80 metros y vestía una armadura de bronce, además era el mejor guerrero entre los filisteos. Él se burló de Dios y del ejército de Israel durante 40 días. Sin embargo, el rey Saúl y el ejército de Israel estaban temblando de miedo. Entonces David hizo una aparición repentina y mató a Goliat, quien había insultado a Dios, al arrojarle una piedra. Al final, Israel logró una victoria aplastante y David fue muy amado por los israelitas como un héroe nacional.

Luego de esto, el rey Saúl estableció a David sobre el ejército. Pero un incidente agitó los celos y la envidia de Saúl. En el camino de regreso luego de haber matado a los filisteos, David fue recibido por un sinnúmero de personas de Israel. Luego de esto, en 1 Samuel 18:7 se registra que algunas mujeres salieron a su encuentro y cantaron: "...Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles". Al escuchar esto, Saúl se puso furioso.

Él dijo en su interior: "A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino". Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David (1 Samuel 18:8-9). Luego de esto, Saúl intentó matar a David. Cuando él se encontraba sufriendo por causa de un espíritu maligno, le arrojó una lanza a David mientras tocaba el arpa para Saúl. Él planeó que David matara a los filisteos y ordenó a sus mejores soldados que mataran a David. Él siguió envidiando a David y no lo dejó de hacer hasta que murió en una guerra contra los filisteos, solo en ese instante dejó de envidiarlo.

En Job 4:8 leemos: "Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan". Proverbios 14:30 dice: "El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos". Si usted hace el mal, este retornará a su vida como un búmeran. Puede ser que enfrente enfermedades y desastres en su hogar y negocio en retribución por sembrar el mal. Los celos y la envidia solo son perjudiciales para nosotros y también grandes obstáculos que nos impiden ingresar a lo espiritual. Por eso debemos extraerlos por completo.


2. El amor no es jactancioso

Jactarse significa presumir y alardear de sí mismo. La mayoría de personas desean jactarse si es que tienen algo mejor que los demás. Esto se debe a que desean obtener reconocimiento y alabanzas de parte de los demás, pero ellos mismos apenas reconocen y elogian las contribuciones de otros. Piensan que sus logros se verán opacados en la medida en que se revelen y reconozcan los logros de los demás, por lo que usualmente critican a las otras personas. La jactancia a veces conduce incluso a disputas. Quizás piensen que serán exaltados y reconocidos al jactarse, pero el resultado es lo opuesto.

En 1 Juan 2:15-16 leemos: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo".

En este caso, la 'vanagloria de la vida' es una característica humana que desea hacer alarde de sí mismo de acuerdo a los placeres de este mundo. Los hombres carnales exhiben sus prestigiosas familias, fama, autoridad, vehículos costosos, casas y joyas. Existen aquellos que se jactan de su relación cercana con hombres de poder o celebridades. Esto se debe a que ponen valor a la vida en este mundo.

Sin embargo, ¿de qué sirve el vanagloriarse de estas cosas? ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol, según lo dice Eclesiastés 1:2-3? Tal como está escrito en Salmos 103:15, la vida es como la flor del campo que florece, pero que luego perece. Con la vanagloria de este mundo no podemos obtener valor verdadero y vida, más bien nos convertimos en enemigos de Dios y vamos por el camino de muerte.


3. Gloriarse en el Señor

Luego de despojarse de las falsedades que nos hacen amar al mundo, no tendremos ningún deseo de jactarnos ni de poseer riquezas, gloria terrenal o fama. 1 Corintios 1:31 dice: "...El que se gloría, gloríese en el Señor". Nos dice que nos gloriemos en el Señor para gloria de Dios, no para nosotros mismos.

Es muy recomendable hacer alarde de la cruz del Señor, nuestro Salvador, hablar de la gracia que Dios nos ha dado y dar testimonio de las respuestas recibidas. Esto se debe a que aquellas cosas glorifican a Dios y plantan fe y esperanza en las personas. Si nos gloriamos en el Señor de esta manera, Dios se sentirá complacido con nosotros y nos retribuirá con bendiciones, tanto en lo espiritual como en lo material.

Sin embargo, algunos de los creyentes se jactan acerca de sí mismos mientras confiesan dar gloria a Dios. Dicen haber hecho una u otra cosa, y que es esa la razón por la que reciben bendiciones. Se dan el crédito a sí mismos. Por ende, Satanás presenta acusaciones contra ellos y a veces caen en tribulaciones.

La fuente de la vanagloria de este mundo no puede darnos vida y satisfacción eterna. Más bien remueve la codicia inservible y nos conduce a destrucción. Pero cuando llenamos nuestro corazón con esperanza por el Cielo, sobre nosotros reposará la fortaleza para abstenernos de la vanagloria de este mundo. Luego de llenar nuestro corazón con la verdad, la vanagloria carnal o las cosas del mundo serán nada. Será tan solo como los juguetes con los que jugamos en la niñez u otras cosas que llegan a ser insignificantes y triviales una vez que crecemos.

Amados hermanos y hermanas en Cristo: el Apóstol Pablo dijo en Gálatas 6:14: "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo". Tal como lo dijo Pablo, ruego en el nombre del Señor que ustedes se levanten y gloríen acerca de Jesucristo quien nos salvó y nos ha dado el Cielo.


 

 

 
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