“[El amor] no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad” (1 Corintios 13:6).
Pastor Principal Dr. Jaerock Lee
El amor que Dios anhela busca el beneficio de los demás; produce gozo, esperanza y vida, y es amor espiritual que jamás cambiará. Por el contrario, el amor carnal busca sus propios beneficios y es variable. Las 15 características del amor espiritual están registradas en 1 Corintios 13, conocido como ‘El capítulo del amor’. Entre las características del amor espiritual, hemos estudiado nueve de ellas en los estudios previos: es paciente, es bondadoso, es amable, no es celoso, no se jacta, no es arrogante, no actúa indecorosamente, no busca lo suyo, no se irrita y no toma en cuenta el mal recibido. Analicemos ahora la siguiente característica del amor espiritual: no se goza de la injusticia. La injusticia se refiere a las acciones externas deshonrosas. Únicamente cuando uno no se regocije en la injusticia se podrá alcanzar el amor espiritual. ¿Qué significa que el amor no se goza de la injusticia? ¿Qué debemos hacer para alcanzar el amor espiritual que no se goza de la injusticia?
1. ¿Qué es no gozarse de la injusticia?
En un país desarrollado, lo más probable es que los hombres honestos alcancen el éxito. Por el contrario, la corrupción y la injusticia están desenfrenadas en los países no desarrollados. Casi todo se hace con dinero en estos países. La injusticia está estrechamente relacionada con la prosperidad o la caída de un país. Tiene también tremenda influencia en la vida individual. Si usted es egoísta y piensa que su prosperidad es todo lo que importa en la vida, no tendrá verdadera satisfacción ni podrá amar a nadie. Por tanto, Dios nos enseña que amor verdadero es no gozarse con la injusticia sino con la verdad. ‘No gozarse de la injusticia’ y ‘no tomar en cuenta el mal recibido’ suena como algo similar. Sin embargo, la diferencia consiste en que ‘no tomar en cuenta el mal recibido’ es no tener ninguna forma de maldad en el corazón, mientras que ‘no gozarse de la injusticia’ es no sentirse complacido con la conducta o acciones deshonrosas externas ni participar de ellas. Supongamos que usted siente celos de un amigo que es rico. Además siente desagrado ante él porque parece que siempre está presumiendo de su riqueza. Entonces usted piensa: “Él es tan rico. ¿Y yo? ¡Espero que él se vaya a la quiebra!” Esto es pensar en cosas malignas. No obstante, cierto día alguien lo estafó y su empresa quebró en un día. Entonces, si usted se complace al pensar que su amigo lo tiene merecido por presumir de sus riquezas, está 'gozándose en la injusticia'. Además, si usted participa de este tipo de obra de maldad, está gozándose de modo activo en la injusticia.
2. Cómo alcanzar el amor espiritual
1) No debemos quebrantar la ley ni hacer daño a los demás No debemos hacer nada que sea obviamente una injusticia a los demás. Uno puede obtener riquezas de maneras que no son correctas y sin el esfuerzo del trabajo. Se puede engañar o amenazar a los demás para tomar sus riquezas. Además se puede quebrantar las regulaciones o leyes de un país y buscar el beneficio propio. Por ejemplo: un juez puede dictar injustamente una sentencia y castigos a una persona inocente, luego de recibir sobornos. ¡Esto es injusticia! Cuando alguien vende algo, quizás haga trampa en su cantidad, o tal vez use materiales de mala calidad a fin de obtener ganancias injustas. Algunas personas buscan su propio beneficio sin importarles los demás. Aparte de estos casos, muchas personas en el mundo engañan a los demás con el propósito de obtener dinero injusto. Supongamos que usted es un obrero civil con una posición muy alta, y llega a saber que uno de sus amigos cercanos está ganando gran cantidad de dinero en algún negocio ilegal. Si se lo atrapa, será castigado duramente, por lo que su amigo le ofrece gran cantidad de dinero a cambio de que usted permanezca callado. Le dice además que posteriormente le dará una cantidad de dinero aún mayor. Aunque usted esté en necesidad desesperada del dinero, si ama a Dios, no podrá actuar con injusticia e irá por el sendero correcto. 2 Crónicas 19:7 dice: “Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho”. Dios es justo; Él no tiene injusticia en absoluto. Podemos cubrir los ojos de las personas, pero no podemos engañar en secreto ante Dios. Por consiguiente, aun solo con el temor de Dios, debemos ir por el camino correcto con honestidad. La Biblia nos habla de la historia de Abraham. Cuando Lot, su sobrino en Sodoma, fue tomado cautivo por otros reyes que batallaban, Abraham rescató a todo el pueblo de Sodoma y todos sus bienes, incluyendo su sobrino Lot y sus posesiones. Por tanto, el rey de Sodoma se sintió agradecido y le dijo que tomara algunos bienes. Pero Abraham no los aceptó (Génesis 14:22-23). Asimismo, cuando murió su esposa Sara, los hijos de Het quienes poseían un campo donde él estaba, quisieron darle un lugar para que enterrara a su esposa, pero él pagó el precio completo, tal como se registra en el capítulo 23 de Génesis. Esto se dio así porque él era honesto y no tenía ningún deseo de obtener, de forma gratuita, ingresos no derivados del trabajo o de la maldad. Los que aman a Dios y son amados por Él no causan daños a los demás ni quebrantan la ley con el fin de obtener beneficios personales. Ellos no desean nada más que la compensación justa. Así, si alguien se goza de la injusticia, demuestra que no tiene amor por Dios ni por su prójimo.
2) No debemos hacer nada que no esté en acuerdo con la Palabra de Dios Injusticia no es solamente quebrantar la ley y causar daños a los demás, sino también cualquier y todo pecado que esté en contra de la Palabra de Dios. Cuando la maldad en el corazón toma una forma específica, esta es pecado y es injusticia. Entre los muchos pecados, la injusticia, de manera especial, es la obra de la carne. Es decir, cosas como el odio, los celos y la envidia asumen la forma de acciones como peleas, violencia, fraudes y homicidios. Es por esto que, en 1 Corintios 6:9-10, Él nos advierte: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”. Por consiguiente, los que actúan con injusticia deben comprender que es difícil para ellos incluso ser salvos, y deben arrepentirse por completo. La Biblia habla acerca de Acán, el que cayó en destrucción debido a su amor por las ganancias injustas. Él era una persona de la segunda generación del Éxodo, así que creció siendo testigo desde su niñez de lo que Dios había hecho por su pueblo. Dios los guió bajo Su protección con un pilar de nubes en el día y un pilar de fuego en la noche. Acán vio las abundantes aguas del río Jordán detenerse y la robusta ciudad de Jericó caer en un instante. Él conocía bien la razón por la que Josué, el líder, les había dicho que no tomaran nada de Jericó: se debió a que lo darían todo como ofrenda a Dios. Pero él fue cegado por la codicia cuando vio los despojos de la ciudad de Jericó. Cuando vio el hermoso manto de Sinar y siclos de plata, y un lingote de oro, ignoró la Palabra de Dios y el pedido de Josué y escondió las cosas en su casa. Al final, su conducta injusta los llevó a la derrota de Israel en la siguiente batalla. Su acción injusta eventualmente fue expuesta y todos los miembros de su familia fueron apedreados hasta morir. Amados hermanos y hermanas: Nuestro inmolado Jesús fue crucificado para salvarnos a nosotros que éramos injustos, como está escrito en 1 Pedro 3:18. Si comprendemos Su gran amor, no debemos gozarnos de la injusticia. Cuando no lo hacemos, no actuamos en injusticia y viviremos de acuerdo a la Palabra de Dios. Entonces disfrutaremos siempre de vidas prósperas. Anhelo que ustedes rápidamente se abstengan de la injusticia, el desenfreno y la falsedad y que llenen sus corazones con bondad, amor y la palabra de la verdad que pertenece a Dios. Ruego en el nombre del Señor que al hacer esto ustedes pueden poseer el amor espiritual.
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