Vitaly Tabaranu (33 años, Iglesia Manmin de Moldavia) Desde mi niñez asistía a la iglesia. Sin embargo, vivía en el pecado desobedeciendo la Palabra de Dios. No obstante ello, creía que era salvo. Mi vida no tenía sentido. ...
Hermano Jei Ram Buzel (40 años), Iglesia Manmin de Nepal
Yo vivo en un pueblo del este de Nepal. Yo tuve un problema desde mis 15 años. Cuando tocaba las cosas, no podía sentirlas. No sentía nada y en mis manos y piernas se formaron llagas. Ni siquiera podía mover mis dedos.
Me diagnosticaron lepra. Al enfrentarme con aquella miserable e inesperada realidad me sentí desesperado y escéptico sobre mi vida. ¿Por qué me estaba sucediendo esto a mí? A medida que el dolor físico crecía, el dolor mental me atormentaba todavía más.
Claro está que no podía estar alrededor de las personas y ni siquiera podía admitir lo que me estaba ocurriendo. Ninguna medicina podía sanar mi enfermedad; eso me hizo caer en mayor desesperación.
Mientras tanto mi hermano, Simón Buzel, quien asiste a la Iglesia Manmin de Nepal me habló acerca de la Iglesia Central Manmin. Él me dijo que cuando las personas reciben la oración del pañuelo por parte del Dr. Jaerock Lee, Pastor Principal de la Iglesia Central Manmin, son sanadas de sus enfermedades. Además añadió que la Rev. Heesun Lee, Pastora Guía Mundial de Manmin de la Iglesia Central estaría en la Iglesia Manmin de Nepal para llevar a cabo una reunión de sanidad con el pañuelo (ref.: Hechos 19:11-12).
Con esperanza yo anhelé asistir a los servicios y recibir sanidad. Con la ayuda de mi anciano padre yo fui a Katmandú y asistí al seminario los días 10 y 11 de noviembre, y también pude asistir al Servicio del 11.o aniversario. Recibí mucha gracia y en la tarde asistí a la reunión de oración por la llenura del Espíritu Santo. La Rev. Lee oró por cada persona usando el pañuelo.
¡Entonces recibí el milagro! Mis dedos se movieron. Sin importar cuánto yo me esforzara, no se habían movido en los últimos 25 años. ¡Todo dolor y toda llaga había desaparecido! Ahora, cuando alguien me toca, puedo sentirlo.
Ante este milagro que Dios hizo para mí, yo no pude hacer más que enmudecer de asombro. Le doy todas las gracias y toda la gloria a Dios quien se acercó a mí con su cálida luz mientras yo era insignificante, y me sanó de la lepra miserable.
Reunión de celebración del 11.o aniversario de la Iglesia Manmin de Nepal (izquierda) y el Hermano Jei Ram Buzel sanado de lepra (derecha)