Vitaly Tabaranu (33 años, Iglesia Manmin de Moldavia) Desde mi niñez asistía a la iglesia. Sin embargo, vivía en el pecado desobedeciendo la Palabra de Dios. No obstante ello, creía que era salvo. Mi vida no tenía sentido. ...
«Mi matrimonio se estaba destruyendo, pero hemos encontrado la felicidad»
Diácono Sangki Baek (62 años), Zona 1, Iglesia Central Manmin
En el 2004 me casé con una mujer vietnamita, pero a menudo discutíamos por los problemas de comunicación y las diferencias culturales. Mi esposa era joven y ella huyó de casa porque no podía soportar más la situación. En el 2006 yo comencé a buscar una iglesia que ofreciera servicios interpretados al vietnamita para que ella pudiera escucharlos, así que nos registramos en la Iglesia Central Manmin. Pudimos ser testigos de innumerables obras poderosas hechas por el Pastor Principal, el Dr. Jaerock Lee. En ese momento yo mismo pude experimentar algo sorprendente.
Durante el invierno de 2013 yo estaba conduciendo mi camioneta; mi hijo Hyunwoo (de cinco años) iba en el asiento del lado. De repente la puerta se abrió y él cayó y rodó en la carretera. Un bus que venía detrás de nosotros pasó por encima de él, y esto empeoró la situación. No obstante, mi hijo fue protegido mientras pasaba por en medio de las ruedas, y no sufrió ningún daño en absoluto.
Después del incidente mi esposa y yo comenzamos a cambiar. Ella empezó a orar y me trataba de una manera muy gentil. Ella dijo que había aprendido eso en los sermones del Pastor Principal y de las muchas hermanas de Manmin que sirven a sus esposos. A medida que yo observaba el cambio en ella, llegué a pensar que debió serle difícil la vida con un esposo obstinado y exigente, y me sentí mal por ello. Entonces comencé a ayudarle con las labores de la casa.
En febrero de 2015 el Pastor Principal dijo que debíamos guardar los votos que habíamos hecho ante Dios. Entonces cierto voto pasó por mi mente. Yo había hecho un voto 13 años antes mientras asistía a otra iglesia, que daría el diezmo si mi apartamento se vendía. Pero yo no cumplí aquel voto cuando el apartamento se vendió.
Entonces decidí dar ese diezmo, y lo di poco a poco en un lapso de 11 meses. Por haber dado a Dios lo que le había prometido, Él bendijo mi lugar de trabajo a partir del siguiente mes. Yo solía ganar aproximadamente cuatro millones ochocientos mil won del servicio de entrega rápida con mi camioneta, pero llegué a ganar hasta seis millones seiscientos mil won.
Con un corazón agradecido por la gracia de Dios y arrepentido por mi vida pasada, yo me uní al grupo de voluntarios de Manmin. Dios me sigue bendiciendo a medida que disfruto del servicio a los necesitados.
Mi esposa, la Diaconisa Riu, es líder de la célula vietnamita e interpreta el servicio de adoración a su idioma natal. Ella ha recobrado la buena visión y fue sanada de adormecimiento de los brazos y los dedos. Es por la gracia de Dios que mi familia que estaba casi destruida ahora es un «nido» bendecido. Doy todas las gracias y la gloria a Dios. Y doy también las gracias al pastor principal quien nos ha instruido con la palabra de vida y por sus oraciones por nosotros.
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