Dios es Luz y no hay tinieblas en Él. Él desea que Sus hijos habiten perfectamente en la Luz. Esto se debe a que podemos adquirir autoridad espiritual para disipar las tinieblas y obtener amor y bendiciones de parte de Dios en la medida en que alejamos el pecado y alcanzamos la bondad en nosotros. Al meditar en las siguientes preguntas, podrá examinar cuánta bondad ha cultivado en su ser y cuán bien habita en la Luz.
P. 1 ¿Estoy acostumbrado a dar o a recibir?
Hechos 20:35 dice: “...recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”. Las cosas que ‘damos’ o ‘recibimos’ incluyen todas nuestras obras verdaderas que requieren tiempo y esfuerzo, al igual que dinero.
Supongamos que muchas personas reciben ayuda financiera de la iglesia. Algunas de ellas llevan su vida cristiana de modo diligente, agradecen constantemente, muestras obras de gratitud e incluso ayudan a los que están en necesidad a fin de retribuir la gracia recibida. Por otro lado, hay otros que expresan su gratitud, pero no practican por sí mismos la bondad de la que se han beneficiado. Saben que ayudar a los pobres es una de las obras que corresponden a la bondad, pero simplemente esperan que los demás hagan esas obras sin tener que actuar ellos, de manera personal. Hay también quienes obran con fidelidad y se ofrecen voluntariamente para retribuir la gracia, pero dejan de hacerlo en algún momento más adelante. Incluso olvidan acerca del deseo para retribuir la gracia cuando se da una falta de acuerdo en la relación con los demás. Tomemos otro caso como ejemplo: cuando un grupo tiene una reunión. Algunos llegan pronto a la reunión, se preparan para ella antes de que lleguen los demás y revisan las preparaciones con diligencia. Si están en una situación en la que no pueden llegar temprano para las respectivas preparaciones, se sienten avergonzados e intentan no volverlo a hacer más adelante. Sin embargo, otros llegan tarde a las reuniones de manera habitual. Aunque no lleguen tarde a la reunión, llegan cuando los demás han terminado sus preparativos previos a la reunión. Han hecho un hábito del acto de recibir beneficios del servicio de los demás.
A continuación otro ejemplo. Algunos de ustedes quizás disfruten el acto de ayudar a los pobres o dar presentes, y les gusta servir a los demás incluso cuando no tiene que hacerlo. No obstante, si no les dan las gracias, algunas personas pueden pensar que no conocen la labor del hombre o los consideran arrogantes y groseros. Actuar de este modo implica que se ha establecido un precio por el servicio. Dios no considera esa obra como ‘buena’.
La bondad o el corazón del espíritu reconocido por Dios simplemente otorga a los demás lo que desean y consuela sus corazones. Dios no deja de dar después de haber dado una vez, pero Él desea darnos lo mejor una y otra vez. Nuestro placer debe ser también el de dar más que el de recibir, al igual que Dios, sin pensar que ‘hemos servido una vez, y eso es suficiente’.
P. 2 ¿Comprendo a los demás y me pongo en sus zapatos?
Muchos cristianos le piden a Dios que permita que alcancen la bondad mediante un corazón de servicio o de sacrificio. Pero en realidad carecen de comprensión o aceptación de alguien cuyo comportamiento no supera sus expectativas o beneficios.
Por ejemplo: supongamos que el obrero de una iglesia ha estado trabajando a su lado pero está a punto de irse a casa en medio de horas de trabajo. Si usted lo comprende con bondad y piensa que debe tener alguna razón, entonces no se sentirá atribulado. Usted puede trabajar con más fervor para que el trabajo se cumpla bien.
Pero algunas personas piensan: ‘Yo también estoy ocupado y tengo cosas que hacer. ¿No planificaron esto con anticipación? ¿En realidad debe irse?’ O quizás la juzguen pensando que es una persona egoísta. Incluso pueden pensar en pedirle que les sirva de reemplazo por el mismo período de tiempo que se ausentó cuando deseen hacer trabajo voluntarios más adelante. Si es así, sus trabajos de voluntariado no serán ofrecidos a Dios con la fragancia de la bondad. Esto ocurre porque no cultivan la palabra de bondad en el corazón sino que la acumulan como conocimiento solamente.
Si usted aplica el estándar de la bondad a los demás, pero no a sí mismo, podría suceder que erróneamente considere que usted es bueno y justo. Quizás piense que está alcanzando bondad porque invierte tiempo para trabajar en el reino de Dios incluso en medio de su ocupada agenda. Pero, ¿qué pasaría si lo amonestan por ello cuando está a punto de salir temprano en medio de horas de trabajo? Quizás se sienta herido y piense: ‘¿Tenía que mencionarlo? Ya me avergonzó por tener que salir temprano. Él debería agradecerme porque he trabajado muy duro todo este tiempo’. Usted quizás se siente ofendido y piense que está en lo correcto.
Cuando pensamos en nuestro propio punto de vista y beneficio, no podemos alcanzar la bondad espiritual. Los hombres llenos de bondad siempre piensan desde la posición de los demás. De este modo no se escogerá lo más fácil o mejor para uno mismo, sino que se encontrará maneras de hacer que los demás se sientan cómodos y se llegará a ser una fuente de gloria para Dios.
P. 3 ¿Cuán bien sirvo a mis superiores de acuerdo al sistema de orden?
Algunas personas no sirven a sus superiores con sinceridad ni obedecen de acuerdo al sistema. Sin embargo, si sus subordinados no los sirven adecuadamente, se sienten incómodos y dicen que están socavando el orden de las cosas. Debido a que estas personas tiene arrogancia, se sienten incómodas con la gente que no los sirve como creen conveniente.
Digamos que se está llevando a cabo un proyecto en su oficina. Un subordinado entrega un reporte a su jefe sin haberlo reportado a usted primero. Usted quizás se siente incómodo y piensa: ‘¿Por qué no me lo ha reportado a mí? ¿Por qué no ha pedido mi opinión?’ Pero las personas que piensan de esta manera usualmente no siguen las órdenes de los demás. Cuando los superiores ordenan que hagan algo, si las cosas no están en acuerdo con su corazón, se quejan y sienten agitados con todo tipo de pensamiento.
Cada organización o grupo tiene su orden, y cada individuo tiene sus propias responsabilidades. No obstante, puede haber situaciones distintas en las que deben simplemente entender y apoyar a los subordinados, y en las que deben corregir sus errores con bondad para permitir que la orden se cumpla bien. Es decir, entender y apoyar incondicionalmente a un empleado que quebranta las órdenes del grupo no siempre es bondad espiritual.
¿Qué debemos hacer para discernir estos casos en la verdad y escoger lo que es agradable a Dios en todo tiempo? Debemos alejar el deseo de dominar a los demás para convertirnos en cabeza, para ser servidos, y para recibir reconocimiento, y también debemos despojarnos de la autoestima. Entonces podremos distinguir el caso que requiere que comprendamos y apoyemos a los subordinados con debilidades del caso que necesita nuestra intervención y capacitación para que ellos mantengan el orden del sistema. Además podremos discernir con sabiduría entre el caso en el que simplemente debemos obedecer a un superior y aquel en el que debemos aceptar las opiniones de los subordinados y hacer sugerencias a los superiores.
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