Las personas fueron originalmente hijos de la Luz formados a imagen de Dios. Sin embargo, perdieron esa imagen por causa del pecado; vivieron como hijos de las tinieblas que pertenecían al enemigo diablo y Satanás. Para nosotros, el Dios de amor pagó el precio del sacrificio al dar a Su Hijo unigénito como sacrificio expiatorio y nos salvó de Satanás. ¿Cómo debemos ahora recobrar la imagen perdida de Dios? En Romanos 8:13 leemos: “...porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Las obras de la carne incluyen toda obra que no es perfeccionada, así como todo pecado evidente como el robo y los actos de violencia. ¿Cómo podemos manejar las obras de la carne? La mejor manera es asemejándonos a Jesús, quien es la verdad misma, en todo aspecto. Este estudio bíblico nos enseñará seis aspectos, que son: lo que Jesús pensó, vio, escuchó, dijo, lo que abrigó en Su corazón y Su actitud.
Los pensamientos de Jesús :Él únicamente pensó en Dios el Padre y las maneras de extender Su reino. Sus pensamientos estuvieron llenos de cómo poder dar vida y esperanza a las almas, la Providencia de Su crucifixión para salvar a la humanidad de la muerte, y cómo enseñaba la verdad a Sus discípulos que iban a quedarse en este mundo.
El corazón de Jesús : Él tiene un corazón puro, limpio, cristalino, sin defecto y mancha, y santificado; Él tiene bondad y amor perfectos.
Los ojos de Jesús : Sus ojos están llenos de misericordia por las almas. Mientras mira a los cielos y ora, Sus ojos están llenos de fe en Dios y rebosantes del espíritu que mira a todos con fe.
Los oídos de Jesús : Él no venció la maldad con maldad, ni siquiera cuando escuchaba a la gente que lo juzgaba y condenaba, sino que aceptó todo con bondad. Él pudo discernir entre lo que debía escuchar y lo que debía ignorar de acuerdo a la verdad.
Los labios de Jesús : Con sus labios Él hablaba únicamente las palabras de bondad, amor y vida, y Sus palabras glorificaban a Dios. Él jamás habló sin ser cuidadoso y enseñó la verdad a las personas, no discutió ni se involucró en pleitos, ni siquiera cuando las personas no lograban comprender Sus enseñanzas.
El comportamiento de Jesús : Su postura al caminar y su conducta eran perfectas. Él hizo todo de manera servicial y sacrificial sin tratar a los demás sin pensar.
Los pensamientos que debemos corregir
Cuando enfrentamos cierta situación, debemos detener aquello que atraviesa nuestros pensamientos, y debemos examinar si estos son buenos o malos. Además debemos comprobar si estos proceden de la frustración o el odio, que son sentimientos de la falsedad. Debemos tratar de cambiar estos pensamientos por los que son buenos y verdaderos, despojándonos de la arrogancia, examinándonos en base a la Palabra de Dios y orando. Entonces podremos cambiar los pensamientos falsos en verdaderos con la ayuda del Espíritu Santo.
Los corazones que debemos corregir
Si nos despojamos de las cosas que Dios nos dice que desechemos y obedecemos Su Palabra que nos dice lo que debemos hacer, podremos desarraigar las falsedades del corazón y cultivar en él la tierra buena. Cuando guardamos las palabras que nos dicen lo que debemos guardar y hacemos lo que Dios nos dice que hagamos, podemos llenar nuestro corazón con bondad y amor, y podemos obedecer y actuar según Su Palabra por completo. Podemos despojarnos de las falsedades rápidamente, y alcanzar un corazón lleno de verdad si recibimos la ayuda del Espíritu Santo y recibimos la gracia y fortaleza de Dios por nuestros esfuerzos.
Los ojos que debemos controlar
Los deseos de los ojos se refieren a las características que se agitan y buscan las cosas materiales por medio de lo que vemos y escuchamos. Si deseamos tener ojos llenos de verdad, debemos bloquear los deseos de los ojos y ver las cosas con bondad y verdad. Solo así podremos llenar nuestro corazón con la verdad.
Los oídos que debemos controlar
Debemos escuchar palabras de bondad y verdad solamente. No obstante, si escuchamos a alguien calumniar, hablar mal de los demás, y nos tientan a reaccionar, rápidamente debemos evitar que las palabras entren a nuestros oídos y corazón. Además no debemos juzgar a los demás tras una primera impresión o por la manera de vestirse de una persona. No hay que pensar con prejuicios o parcialidades; hay que ver todo de modo justo, correcto y veraz. Debemos discernir todo con la verdad al escuchar la voz del Espíritu y discernir lo que escuchamos al ver el fruto del espíritu, las palabras y acciones.
Los labios que debemos controlar
Para poder desechar las palabras imprudentes, antes de decir algo debemos detenernos y pensar por un momento. Hay que pensar si es algo que corresponde a la verdad y bondad. Aun si está dentro de la verdad, debemos analizar si es necesario, y aunque lo sea, debemos pensar si conlleva dignidad y gracia para los demás.
La actitud que debemos corregir
La etiqueta u orden público provienen de un corazón que es considerado y que busca el beneficio de los demás. Así, si seguimos el ejemplo del Señor quien mostró el mejor ejemplo de servicio, podremos convertirnos en personas refinadas.
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