Podemos alcanzar la salvación perfecta solo cuando nacemos de nuevo en el nombre de Jesucristo, quien nos salvó de nuestros pecados, y llegamos a ser santificados y justificados en el Espíritu Santo (1 Corintios 6:11). Para ayudarle a las personas a aceptar a Jesucristo y ser nacidos de nuevo como hijos de Dios, motivar sus corazones y ayudarles a arrepentirse y ayudarles a amar a Dios, están las obras fundamentales del Espíritu Santo y Sus principales funciones. Vamos a profundizar en el ministerio del Espíritu Santo en cuatro aspectos.
1. Dones
Los dones del Espíritu Santo se refieren a obras especiales manifestadas por el Espíritu Santo con el amor de Dios. Varias de las cosas que Dios da a Sus hijos amados en Su gracia pueden ser llamadas ‘dones’. De esta manera, implican la salvación, la sanidad y las respuestas que se dan habitualmente a los creyentes. No obstante, hay incluso otros dones del Espíritu Santo individualmente dado a las personas.
Los dones del Espíritu Santo en 1 Corintios 12 incluyen la palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, dones de sanidades, hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, diversos géneros de lenguas e interpretación de lenguas. Dios, quien conoce con precisión el corazón de cada persona, su vaso y lo más secreto del corazón, da los dones a cada uno según Su voluntad.
El mayor de los dones como menciona 1 Corintios 13, es el amor. Dios nos insta a que busquemos el amor, pero que procuremos los dones espirituales (1 Corintios 14:1). Es debido a que en la medida que recibimos más dones espirituales podemos ser más poderosos y comunicarnos con Dios de manera más profunda.
Dios desea que utilicemos nuestros dones para Su reino. Por lo tanto, los hijos de Dios no deben evitar los dones sino anhelar mejores dones como menciona 1 Corintios 12:31. Si usted es un pastor, debe enseñarle a su rebaño la verdad de una manera correcta, mostrar las obras del Espíritu Santo y dejar que ellos experimenten las evidencias del Dios viviente.
2. Redargüir
Dios el Creador, al darnos a Su único Hijo por nuestros pecados, muestra Su inimaginable inmenso amor. Si alguien se da cuenta de cuán alto, grande y profundo es Su amor, no podrá sino amar a Dios ardientemente.
No es difícil desechar los pecados que Dios aborrece y agradar a Dios con nuestra vida y corazón siempre y cuando el Espíritu Santo nos ayude. Podremos obedecer a todo con fe aunque sea algo difícil de obedecer, y nos esforzaremos para mostrar la gloria de Dios solamente.
No obstante, muchos creyentes viven sin la seguridad de la salvación. O incluso muchos otros piensan que recibieron la salvación y van a la iglesia el domingo, pero no saben lo que el pecado y la justicia son, y cómo el juicio vendrá sobre ellos, ya que todavía no han recibido el Espíritu Santo.
Jesús dijo claramente que solo cuando nacemos de nuevo del agua y el Espíritu Santo (Juan 3:5) y hacemos la voluntad de Dios (Mateo 7:21) podremos entrar en el Cielo. Dios también nos envió al Consolador, el Espíritu Santo, para que podamos entender lo que es el pecado, la justicia y el juicio (Juan 16:8) y podamos evitar el juicio del Infierno.
Por lo tanto, los hijos de Dios que han recibido el Espíritu Santo deben luchar contra los pecados, hasta el punto de derramar sangre (Hebreos 12:4), abstenerse de toda forma de mal (1 Tesalonicenses 5:22), y arrebatar el Cielo por la fuerza, haciendo justicia.
3. La voz del Espíritu Santo, la exhortación y guía
Si nos sentimos inspirados e influenciados por el Espíritu Santo, experimentaremos la obra del Espíritu que todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios (1 Corintios 2:10-11). Podemos demoler el campamento de Satanás, profetizar las cosas del futuro y recibir una revelación profunda del mundo espiritual.
Sin embargo, ya que el Espíritu Santo es el Espíritu de verdad (1 Juan 5:7), Él obra en la medida que alcancemos la verdad en nuestro corazón. Si reconocemos a Dios en cada circunstancia, oramos y comprometemos todo a Dios con fe, podremos escuchar la voz del Espíritu Santo incluso en asuntos triviales y recibir su exhortación y guía.
Si se nos muestra el camino con claridad con la ayuda del Espíritu Santo, podremos recibir las bendiciones en los negocios o lugares de trabajo con facilidad y dar gloria a Dios. Además permite que recordemos lo que debemos decir cuando predicamos el evangelio a los demás o aconsejamos a las personas.
El Consolador, el Espíritu Santo, nos enseña de buena manera, como un tutor privado, para que podamos comprender de mejor manera y obedecer la Palabra de Dios. El Espíritu Santo que mora en nuestros corazones nos dice específicamente qué debemos hablar y hacer, y nos recuerda la verdad.
La exhortación del Espíritu Santo significa que Él motiva nuestros corazones para hacer algo. Si somos exhortados a ayunar y orar por algún período, es proveniente del Espíritu. Si obedecemos y oramos con nuestro corazón y devoción, podemos ser guiados por el Espíritu Santo.
4. Fortaleza para orar
Una vez que estamos llenos del Espíritu Santo, no sentimos cansancio incluso cuando oramos después de haber trabajado arduamente. La somnolencia o los pensamientos ociosos no pueden acercarse y podemos orar con fe y alegría. El Espíritu Santo también nos recuerda las peticiones de oración que nos olvidamos.
Él conoce todas nuestras necesidades y las llena. Además nos ayuda en nuestras debilidades e intercede por nosotros en la voluntad de Dios (Romanos 8:26-27). Cuando nuestro corazón está unido con el Espíritu Santo, podemos ofrecer oraciones agradables a Dios.
Dependiendo de cuánto oremos en el Espíritu Santo, la cantidad de oración en realidad ofrecida a Dios es diferente, por lo tanto, las respuestas y las bendiciones de Dios también serán diferentes. No deberíamos orar como nosotros pensamos o basados en nuestro propio criterio. Al contrario, deberíamos orar en el Espíritu Santo. Entonces, Dios hace que todas las cosas nos ayuden para bien, para que podamos recibir Su respuesta en la forma más fácil.
Para orar en el Espíritu Santo, es importante hacerlo con dedicación desde lo profundo del corazón. Debemos ofrecer fervientemente una oración sincera a cada momento, pero primero debemos pedir fuerza espiritual para vencer al mundo, para orar con fervor, para derrotar a Satanás y vivir en la Palabra de Dios.
Luego, es importante armarse con la Palabra de Dios. Cuando hacemos que la Palabra de Dios se convierta en nuestro pan diario, podemos recibir una clara exhortación del Espíritu Santo.
|