El Dios de amor desea que todas las personas sean salvas, y Él ha estado en busca de obreros que estén dispuestos a cumplir Sus deseos por medio de las obras poderosas del Espíritu Santo en estos tiempos finales. Para poder estar bien preparados como vasos que Dios pueda utilizar, debemos estar listos para alcanzar estos tres estándares. En este caso, echemos un vistazo a los siguientes tres puntos y rápidamente cambiemos para llegar a ser los vasos que están totalmente preparados para ser usados por Dios.
1. Un vaso limpio
En 2 Timoteo 2:21 (LBLA) leemos: “Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra”. Tal como leemos, primero debemos llegar a ser vasos limpios para poder ser útiles para el Maestro.
En este caso, debemos comprender que el proceso de limpieza es diferente entre las personas de acuerdo al amor de cada uno por Dios, su fe en Él y su esperanza por el Cielo. Al principio algunos de ellos eran fervientes, pero pronto su fervor se apagó y su fe se enfrió. Algunos de ellos incluso regresaron a la inmundicia del mundo. En algunos casos, ellos llegaron a ser aún más malos que antes y corruptos siguiendo los caminos de este mundo (2 Pedro 2:20).
Sin embargo, si realmente creemos en Dios, lo amamos y tenemos esperanza por el Cielo, trataremos incansablemente de descubrirnos y renovarnos a nosotros mismos, y por lo tanto seremos vasos limpios (2 Corintios 7:1). Solo de esta manera podremos llegar a ser vasos bien preparados y tendremos parte en las obras poderosas del Espíritu Santo.
1 Pedro 4:7 dice: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración”. Por ello, debemos orar fervientemente con buen juicio y con un espíritu sobrio en estos tiempos finales. Con este esfuerzo y con la gracia, fortaleza recibida de parte de Dios junto a la ayuda del Espíritu, podemos llegar a ser vasos limpios sin mancha ni defecto.
2. Un vaso adecuado para su propósito
Cuando escogemos una vasija entre muchas, tenemos que considerar qué tipo de comida vamos a poner en ella. Entonces debemos utilizarla para los fines previstos. De igual manera, cuando Dios hace su obra para Su reino, Él escoge y utiliza vasos que son adecuados para cada propósito. Él conoce muy bien cuán limpio y grande es nuestro vaso y conoce el propósito por el cual somos los más apropiados.
Dios mira lo profundo de nuestro corazón, considera el tamaño y grado de pureza del vaso de nuestro corazón, y nos usa para los propósitos más apropiados. También considera nuestros talentos y habilidades. Por consiguiente, debemos cuidadosamente pensar acerca del propósito por el cual podemos ser útiles en el reino de Dios y prepararnos para dicho propósito. No obstante, tenga en cuenta que no debemos decidir por nuestros propios pensamientos o porque algún tipo de trabajo se ve bien, sino que debemos ser guiados por el Espíritu Santo a través de la oración.
Como está escrito en Filipenses 2:13, Dios nos da esperanza, obra en nosotros por medio de Su voluntad y para Su beneplácito y nos guía para alcanzar esperanza. De esta manera, cuando pedimos a Dios en oración, Él nos ayuda a encontrar el trabajo en el área que mejor encaja con nosotros y para la cual tenemos la aptitud.
Sin embargo, para lo que Dios nos usa no está predestinado, ni tampoco es la única opción que hay para nosotros. Podemos ser útiles en una gran variedad de áreas y en las maneras más preciosas que nos podríamos imaginar en la medida que limpiamos nuestro vaso y hacemos nuestros corazones apropiados a los ojos de Dios.
Sin embargo, lo que debemos hacer es prepararnos completamente para cumplir con las responsabilidades dadas por Dios perfectamente. Incluso si nuestra trayectoria profesional en el reino de Dios se ha determinado, no debemos pensar que no necesitamos más preparación y que es el final de nuestra preparación, sino que debemos seguir intentando llegar a ser vasos más preparados para que Dios nos use.
Mediante el desarrollo más perfecto de los talentos, podremos ser utilizados como vasos mejor preparados sin importar cuándo Dios nos llame ni el propósito que Él ha diseñado para nosotros. Cuando hay vasos preparados en cada una de estas áreas, todas las cosas pueden obrar para bien.
No obstante, no importa para lo que seamos útiles, el armamento de la Palabra y la oración son básicos. Debemos llegar a ser guerreros espirituales y desarrollar nuestras habilidades, y por lo tanto ser vasos bien preparados para el reino de Dios.
3. Un vaso útil para el Maestro
Aunque tengamos muchos vasos en la casa, hay ciertos vasos que usamos con regularidad. Aunque obtengamos vasos nuevos y lindos, tenemos la tendencia a usar los vasos que estamos acostumbrados a utilizar. Nosotros también deberíamos ser ese tipo de vasos para Dios; aquellos que le obedecen son estos vasos.
En otras palabras, Dios usa a los que le obedecen más que a otros vasos. Él les confía más obras y quiere mantenerlos a Su lado. Mientras tanto, estos vasos crecen y se hacen más preciosos.
Claro está que, así como toma tiempo usar algo que es nuevo, también toma tiempo que nosotros lleguemos a ser personas que pueden obedecer a Dios con perfección; hasta entonces pasaremos por el proceso de refinamiento. Pero si uno tiene un corazón limpio y bueno, se puede cambiar con más rapidez y ser un vaso que el dueño se siente cómodo al usar. Por consiguiente, debemos esforzarnos por renovar nuestro ser. De la renovación de nuestro ser depende si nos convertimos en un vaso precioso de honra o un vaso de deshonra.
Aunque al momento no seamos vasos de oro, si nos preparamos bien, seremos usados por Dios. Jamás debemos quejarnos de la calidad de nuestro vaso, pero debemos esforzarnos para cumplir nuestra tarea actual en nuestra posición actual. Entonces Dios nos usará en gran manera y más adelante también podremos ser transformados en vasos de oro.
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