Primero: examine si usted tiene defectos.
Los esposos, particularmente los que son creyentes, desean ser amados por sus esposas. No obstante, si una esposa dice: «Amo a Dios más que a ti», o si expresa: «No me pidas que te ofrezca un amor carnal», ¿cómo se siente el esposo?
Esto no es lo que Dios anhela ni tampoco es la obra del Espíritu Santo. Es tan solo una respuesta del egoísmo de la esposa, proveniente de la falta de consideración por el corazón de su esposo. Si usted ama a Dios en verdad, naturalmente ama a los demás. Si usted tiene fe, no puede desatender a los demás. Más bien aceptará a todos con su corazón, amor y generosidad. No causará momentos difíciles por la falta de comprensión, sino que podrá recibir la sabiduría de Dios que proviene de lo alto para conmover el corazón de su esposo.
Adicionalmente debe examinar si usted es fiel en todos los aspectos. Supongamos que usted no administra sus tareas en su lugar de trabajo y hace llamadas privadas, o a menudo abandona su trabajo con la excusa de ir a aconsejar a miembros de la iglesia. Si usted demuestra este tipo de actitud no confiable, no puede glorificar a Dios. Los niños deben cumplir sus responsabilidades como hijos; los alumnos deben cumplir sus responsabilidades como estudiantes. Las amas de casa deben cumplir sus responsabilidades como esposas y madres, y deben trabajar fielmente y con gozo para el reino de Dios.
Si afirman estar ocupadas en la obra de Dios y descuidan las tareas del hogar, incluso los esposos creyentes probablemente se sentirán incómodos. Los esposos no creyentes causarán persecución a sus esposas todavía más. Pueden sentir desagrado por la iglesia y resentimiento hacia Dios por la actitud de sus esposas. Ellas no deben menospreciar a sus esposos ni hablar sin delicadeza. Deben sujetarse a la voluntad de sus esposos que no vaya en contra de la verdad. Si sirven a sus esposos de la manera que sirven al Señor, Dios se sentirá complacido. Si emanan la fragancia de Cristo de este modo, pocos esposos o familiares les causarán persecución.
Segundo: analice si usted se regocija y da gracias.
Cuando usted se enfrenta a problemas, se dedica a orar y ayunar. Puede pensar que lo encomienda todo a Dios, pero si no lo soporta con fe y gozo sino que se obliga a sí mismo a soportar, no estará expresando fe verdadera. Estas oraciones no pueden conmover el corazón de Dios. Si clama en oración por causa de su pesar, no mostrará fe.
Solo al ofrecer oración ferviente con el corazón, podrá conmover el corazón de Dios y recibirá la plenitud del Espíritu Santo. En Filipenses 4:4-7 leemos: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! [...] Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». Si usted clama con fe, ha creído que recibirá la respuesta a su oración y en respuesta se llenará de gozo y gratitud.
Cuando los apóstoles Pablo y Silas fueron puestos en el calabozo de más adentro y sus pies sujetados al cepo, ellos oraron y cantaron himnos de alabanza a Dios. Cuando a Daniel lo lanzaron al foso de los leones, él elevó una oración de gratitud. Si nosotros oramos como ellos, Dios nos dará la plenitud del Espíritu Santo. Luego recibiremos fe y la Escritura en Mateo 9:29 se cumplirá: «Conforme a vuestra fe os sea hecho». Esta es la manera de recibir respuestas y bendiciones.
Tercero: utilice métodos sabios.
Primero debemos depender de Dios con fe para que Él pueda obrar por nosotros. No obstante, debemos construir una base sólida de fe espiritual mediante las obras. En Génesis 32 y 33 se registra detalladamente lo que Jacob hizo para calmar el temperamento de su hermano Esaú.
Él no solo oró, ayunó y esperó a que se resolviera la situación sin hacer nada, sino que hizo lo siguiente: primero oró fervientemente con sinceridad para poder conmover el corazón de Dios. Él agradeció por las bendiciones que había recibido de parte de Dios, se recordó a sí mismo las promesas de Dios y confesó su fe en que Él resolvería su problema. Mientras oraba, Jacob recibió sabiduría de lo alto respecto a lo que debía hacer en su situación.
Este es el proceso de construcción de una base sólida de fe espiritual sobre la cual Dios puede obrar. Aunque Esaú no estaba bien a los ojos de Dios, Jacob no ignoró a Esaú y sus acciones y palabras hacia él no fueron pretensiosas porque Jacob se había vuelto humilde gracias a las pruebas. Él se acercó a Esaú y Dios pudo hacer la obra de conmover el corazón de Esaú.
Cuando se tiene problemas con otras personas, se debe procurar recibir la sabiduría de Dios. Él conmueve los corazones aun de los hombres malvados y permite que tengamos paz con nuestros enemigos. Supongamos que una esposa fue obligada por su esposo a divorciarse. Ella debe lidiar con esta situación con bondad, pero no debe firmar ningún acuerdo sin recibir un medio de sustento. Ella debe procurar recibir sabiduría de lo alto y una manera de obtener ayuda legal que proteja sus derechos mínimos de buena manera.
Si recibimos las obras del Espíritu Santo mediante la oración ferviente, Dios nos da sabiduría y la forma de manejar cada problema en toda situación. Si obramos mal, Dios nos ayuda a darnos cuenta y evita que tomemos el camino incorrecto. Lo que debemos hacer en ese caso es construir una sólida base de fe por medio de la oración para que Dios pueda obrar y el Espíritu Santo nos guie. Por el contrario, si usted piensa que Dios lo resolverá todo con vagas expectativas y simplemente se deja llevar por las situaciones, no se puede decir que usted posee fe verdadera.
Por consiguiente, para recibir las respuestas a su oración, debe orar de modo específico y claro, detalladamente y con sinceridad como lo hizo Jacob, hasta que su cadera se dislocó. Entonces recibirá paz que desciende de lo alto y se llenará de gozo y gratitud. En otras palabras, cuando se recibe la guía del Espíritu Santo, se recibe un método que es sabio respecto al tipo de obras de fe que debemos mostrar para recibir respuestas.
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